El helecho Christella dentata, también llamado Cyclosorus dentatus, Cyclosorus nymphalis y Thelypteris dentata, tiene una amplia distribución tropical y subtropical, especialmente en Australia, Nueva Zelanda, Polinesia, África subsahariana, Madagascar, llegando en su límite más septentrional a las Islas de la Macaronesia (Azores, Canarias, Madeira, Cabo Verde), sur de la Península Ibérica, sur de Italia y Creta.
La facilidad de su cultivo como planta de jardín le ha permitido dispersar sus esporas y asilvestrarse en nuevos territorios con un clima favorable, especialmente en América. En Hawai fue introducida en 1887 y en pocos años se asilvestró con tanto éxito que ahora es uno de los helechos más abundantes en aquellas islas. Allí se hibrida con relativa facilidad con la endémica Christella cyatheoides, dando lugar a un híbrido triploide estéril.
Christella dentata creciendo en un barranco húmedo y sombrío en la cara norte del Monte Carneiro situado en la Isla de Faial del Archipiélago de las Azores. A su alrededor se puede ver una alfombra de hojas de la alóctona asilvestrada americana Tradescandia fluminensis, llamada vulgarmente amor de hombre.
En el año 2002 se dió por extinguida la única población conocida de Christella dentata en la Península Ibérica, concretamente en el Parque Natural de Los Alcornocales de Cádiz, muy cerca del Estrecho de Gibraltar. Los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de Andalucía sabían que los últimos ejemplares conocidos estaban en muy mal estado, muy debilitados, sin brotar apenas frondes nuevas y con las frondes viejas muy deterioradas. Al ser un helecho con un rizoma rastrero muy resistente, que rebrota con facilidad tras perder las frondes cuando las condiciones de humedad y temperatura vuelven a ser favorables, confiaban en que así ocurriera, pero aquel año 2002 cuando fueron a comprobar su estado ya no encontraron ningún ejemplar. Sus frondes y rizomas se habían descompuesto y habían desaparecido entre la hojarasca del sotobosque.
La Christella dentata se originó como especie en el Terciario. Su máxima expansión tuvo lugar cuando Europa disfrutaba de un clima tropical cálido y húmedo con selvas exuberantes. El posterior enfriamiento progresivo del clima europeo fue extinguiendo a la Christella dentata del norte hacia el sur y la obligó a recluirse en los bosques de laurisilva de la provincia de Cádiz, semejantes a los de la Macaronesia, con un clima subtropical permanentemente húmedo.
La Christella dentata se originó como especie en el Terciario. Su máxima expansión tuvo lugar cuando Europa disfrutaba de un clima tropical cálido y húmedo con selvas exuberantes. El posterior enfriamiento progresivo del clima europeo fue extinguiendo a la Christella dentata del norte hacia el sur y la obligó a recluirse en los bosques de laurisilva de la provincia de Cádiz, semejantes a los de la Macaronesia, con un clima subtropical permanentemente húmedo.
Unos años antes ya se había dado por extinguida en Galicia la otra población peninsular conocida de Christella dentata, que crecía junto a surgencias termales sobre muros de granito en la província de Orense. El agua caliente termal le había permitido sobrevivir casi milagrosamente durante millones de años, mientras a su alrededor sus congéneres desaparecían fulminados por el frío y la sequía.
Así pues la Christella dentata ibérica ya no existía, se había extinguido irremediablemente. Sin embargo, tras la decepción inicial, los técnicos andaluces reaccionaron, no se dieron por vencidos y quisieron probar un último y desesperado recurso. En noviembre del año 2002 recogieron el sustrato superficial del terreno donde había vivido la última población gaditana y lo llevaron al Laboratorio de Propagación Vegetal del Vivero de San Jerónimo, cuyos técnicos, asesorados por científicos de la Universidad de Valencia, sembraron aquel sustrato en un medio y unas condiciones de temperatura y humedad ideales para la germinación de las hipotéticas esporas de Christella dentata que pudiera haber todavía viables.
La perspicacia de los técnicos andaluces dió sus frutos y al cabo de dos años, en septiembre del año 2004, se produjo el ansiado milagro. Unas diminutas Christellas brotaron entre la maraña de hongos, musgos, algas y otros helechos surgidos de las numerosas y variadas esporas contenidas en el sustrato. Eran tan pequeñas que tuvieron que esperar siete meses a que crecieran para coger unas muestras de sus frondes y analizarlas para confirmar su identidad.
La perspicacia de los técnicos andaluces dió sus frutos y al cabo de dos años, en septiembre del año 2004, se produjo el ansiado milagro. Unas diminutas Christellas brotaron entre la maraña de hongos, musgos, algas y otros helechos surgidos de las numerosas y variadas esporas contenidas en el sustrato. Eran tan pequeñas que tuvieron que esperar siete meses a que crecieran para coger unas muestras de sus frondes y analizarlas para confirmar su identidad.
Joven Christella dentata cultivada en el Jardín botánico del Aljibe situado en el municipio de Alcalá de los Gazules en la província de Cádiz.
Cuando alcanzaron la madurez, los técnicos cultivaron sus primeras esporas y obtuvieron numerosos ejemplares, de manera que en abril del año 2006 pudieron sembrar en su antiguo hábitat las diez primeras Christella dentata salvadas de la extinción. La repoblación fue un éxito rotundo. Actualmente los ejemplares sembrados suman varias docenas y para proteger tan preciado tesoro la ubicación exacta se mantiene en secreto. Se encuentran en una propiedad privada cuyo propietario colabora activamente en su conservación.
Una vez asegurada una población estable en su medio natural, el Gobierno andaluz procedió a mandar varios ejemplares de Christella dentata a todos los jardines botánicos de Andalucía, para que los cultivasen y guardasen las esporas en sus bancos de germoplasma, garantizando así aún más su supervivencia.
Fronde tierna de la Christella dentata anterior. Llama la atención su intenso color verde claro que es más oscuro en los ejemplares adultos.
En la parte baja de esta imagen se ve una Christella dentata adulta parcialmente cubierta por un Athyrium filix-femina. La foto fué tomada en el Monte Carneiro situado en la Isla de Faial del Archipiélago de las Azores. Junto a los dos helechos se puede ver una especie invasora, Hedychium gardnerianum, una planta de jardín originaria del Himalaya, que en las Azores se ha asilvestrado con tanto éxito que, al igual que en Nueva Zelanda y Hawai, ha acabado convertida en una incontrolable plaga vegetal.
Misma Christella dentata anterior vista de cerca. En la fronde se puede ver el detalle de las dos pinnas basales cuyos ápices se dirigen hacia arriba dibujando una V ancha, mientras que las demás pinnas están en un mismo plano horizontal. Llama también la atención la punta acuminada o caudada de la lámina, la cual se estrecha bruscamente y acaba en un largo y puntiagudo ápice. Las pinnas laterales también tienen el ápice acuminado o caudado. Otro detalle llamativo es el mayor tamaño de las pinnas centrales respecto a las basales. En las frondes de los ejemplares jóvenes estos detalles no están tan definidos.
Fronde de una joven Christella dentata de un vivo color verde claro. Llama la atención el raquis gris de la lámina que es verde en el ápice y se va oscureciendo progresivamente a medida que se acerca al pecíolo, el cual es casi negro. Se ven las dos pinnas basales más pequeñas y dispuestas en forma de V ancha. Las frondes pueden superar los 70 centímetros de longitud.
Raquis de color gris muy oscuro casi negro que se continúa con el pecíolo del mismo color. Como el resto de la fronde está cubierto de pelos o tricomas.
Pinnas linear-lanceoladas y acuminadas de Christella dentata. El margen está hendido de modo que las divisiones llegan a la mitad del semilimbo (pinnatífidas) o bien profundizan un poco más sin llegar al raquis (pinnatipartidas). Las pínnulas están dispuestas oblícuamente sobre el raquis de la pinna y tienen el ápice redondeado.
Raquis de color gris muy oscuro casi negro que se continúa con el pecíolo del mismo color. Como el resto de la fronde está cubierto de pelos o tricomas.
Pinnas linear-lanceoladas y acuminadas de Christella dentata. El margen está hendido de modo que las divisiones llegan a la mitad del semilimbo (pinnatífidas) o bien profundizan un poco más sin llegar al raquis (pinnatipartidas). Las pínnulas están dispuestas oblícuamente sobre el raquis de la pinna y tienen el ápice redondeado.
Fronde nueva de Christella dentata a principios de mayo.
Soros inmaduros a finales de octubre.
Detalle de los soros inmaduros anteriores cubiertos por un indusio reniforme.
Soros inmaduros a finales de octubre.
Detalle de los soros inmaduros anteriores cubiertos por un indusio reniforme.
Soros maduros a finales de diciembre.
Los soros de Christella dentata son orbiculares y están situados sobre los nervios de las pínnulas, equidistantes del margen y del nervio medio. El indusio está cubierto por microscópicos pelos rigidos. En la foto no se ve el indusio, pues ya se ha levantado para permitir que los esporangios se desplieguen y dispersen las esporas.
Soros anteriores en los que se ve el indusio ya seco y retraído y los llamativos esporangios como pequeñas bolitas negras. Se ven muy bien los pelos o tricomas, sobretodo sobre el raquis de la pinna y los nervios de las pínnulas.
Microfotografía de un soro maduro con los esporangios en plena dispersión de las esporas.
Esporangio de Christella dentata visto al microscopio a 400 aumentos. La bolsa transparente ya desgarrada todavía contiene las esporas.
Otro esporangio de Christella dentata con la bolsa transparente ya completamente desgarrada y vacía.
Los pelos o tricomas que cubren la lámina en toda su superficie pueden ser cortos y largos. En la foto se ve un tricoma largo visto al microscopio a 400 aumentos.
Tricoma corto de Christella dentata con una espora.
Esporas papilosas de Christella dentata medidas en micras.