Le gusta asilvestrarse y conquistar nuevos territorios.
Arazá, guayabo-fresa, strawberry guava, guayaba china, son los nombres que recibe este arbusto americano de la familia de las Myrtaceae, originario del Brasil y Uruguay, donde puede vivir desde el nivel del mar hasta 900 msnm. Hay dos variedades, la de frutos amarillos y la de frutos rojos que es la más cultivada en todas las zonas del mundo con un clima subtropical o mediterráneo suave con escasas heladas. Se ha naturalizado en China donde es muy cultivada, recibiendo por ello el nombre erróneo de guayaba china. En Hawai ha encontrado un clima ideal y se ha asilvestrado ayudada por las aves, convirtiéndose en una planta invasora muy difícil de erradicar.
Frutos maduros de guayabo-fresa. (Recomiendo ampliar las fotos con un doble click).
Psidium cattleianum de 10 años de edad y 1´5 metros de altura cargado de frutos a principios de octubre.
Como ocurre en muchos frutales tropicales y subtropicales las hojas del Psidium cattleianum, para protegerse del frio y de las peligrosas heladas del invierno mediterráneo, sintetizan antocianos y se tiñen de rojo-morado al bajar la temperatura en otoño. De esta manera absorben los rayos solares y se calientan varios grados por encima del aire circundante evitando así la congelación. Para entenderlo mejor viene a ser lo mismo que ocurre cuando depositamos una moneda sobre la nieve, la cual se va hundiendo poco a poco al fundirse la nieve que hay justo debajo de ella. Las lagartijas, las tortugas, las serpientes, todas ellas de colores más o menos oscuros, calientan su sangre reptiliana tomando el sol. La naturaleza se sabe todos los trucos para ayudar a sobrevivir a sus hijos.
Bellísimas hojas de guayabo-fresa en marzo. Al ir subiendo la temperatura con la entrada de la primavera las hojas van perdiendo poco a poco los antocianos y se vuelven otra vez verdes.
En abril las hojas viejas ya están completamente verdes, mientras que las nuevas brotan teñidas de antocianos como prevención de un helada tardía. La naturaleza lo tiene todo previsto.
Primeras flores muy perfumadas de guayabo-fresa a principios de junio. Las hojas de este arbusto son coriáceas y lustrosas, lo cual le confiere un gran atractivo como planta de jardín.
Frutos de Psidium cattleianum iniciando la maduración a mediados de septiembre.
Frutos maduros de guayabo-fresa a finales de septiembre. Los frutos van madurando escalonadamente a lo largo de cuatro o cinco semanas, a veces hasta bien entrado el otoño.
Primeras guayabas-fresa del año 2012, recolectadas el día 30 de septiembre. Algunos años se adelanta o retrasa una semana el inicio de la maduración de los frutos, pero en general suelo comer las primeras guayabas en la última semana de septiembre.
Dos de las guayabas-fresa anteriores partidas por la mitad en sentido longitudinal y transversal.
Otra guayaba-fresa mostrando su fina piel roja, la pulpa blanca y las semillas.
Detalle de la pulpa blanca, dulce y jugosa con un delicioso punto ácido por su gran riqueza en ácido ascórbico (vitamina C), que le confiere un sabor afrutado y refrescante que recuerda a las fresas, de ahí el acertado nombre de guayaba-fresa.
Semillas de Psidium cattleianum rodeadas por un arilo translúcido que las separa de la pulpa. Las aves son muy aficionadas a estos frutos. Al consumirlos se tragan las semillas que son escarificadas por los jugos digestivos y, al defecar lejos de la planta madre, las dispersan con la cutícula escarificada, es decir, permeabilizada a la humedad de la tierra, de manera que el embrión de la semilla se hidrata enseguida y en pocos dias germina, acompañada y ayudada por un poco de abono natural de la deyección del ave. Así se entiende la facilidad de este arbusto para asilvestrarse y convertirse en una plaga.
Los frutos macerados en alcohol producen el licor de arazá de un apetitoso color rosado, ideal para beber como chupito. Con su pulpa sin semillas se puede preparar una deliciosa mermelada, helados, granizados y pasteles.
Yo me las suelo comer directamente del árbol o en ensalada de frutas otoñales, como en estas tres recetas que les muestro a continuación:
Frutos de Otoño en almibar de Hierbaluísa.
Sobre
la base de dos rodajas de pomelo Duncan he
colocado frutos de madroño, Arbutus unedo, trozos de guayaba de pulpa blanca, Psidium guajava y una
guayaba-fresa también a trozos, Psidium cattleianum, todo ello
regado con un almibar a base de zumo de pomelo,
hojas de hierbaluísa, Lippia
citriodora y azucar.
Ensalada de Otoño "Ave del Paraíso".
Les presento este postre de frutos otoñales que es una verdadera orgía de
sabores, colores y aromas, muy rico en vitaminas y antioxidantes. Está
elaborado con los gajos despepitados de una clementina, tres guayabas-fresa
partidas por la mitad, los granos de una granada y varias guayabas de pulpa
anaranjada también partidas por la mitad, todo ello regado con el zumo de
una naranja.
Ensalada de Otoño "El bocado con mueca".
En este
otro postre de frutos de Otoño he combinado la pulpa de higochumbos
de Opuntia linguiformis
de un intenso color granate, con
guayabas comunes de pulpa anaranjada y guayabas-fresa, todas ellas
partidas por la mitad y regadas con el zumo de dos clementinas. El comensal al comer esta ensalada no puede evitar hacer muecas, ya que los frutos de esta chumbera son intensamente ácidos, lo que acaba provocando la risa de todos los invitados a la mesa.