El Chayote de México es una cucurbitácea subtropical de nombre científico Sechium edule que crece como una liana trepadora sobre las ramas de los árboles cercanos. Se adapta perfectamente al clima mediterráneo hibernando durante los meses más fríos en forma de rizoma subterráneo que vuelve a brotar largos sarmientos en primavera. A finales de septiembre, aprovechando las primeras lluvias otoñales, florece abundantemente y madura sus frutos a las pocas semanas, dando una gran cosecha de enormes chayotes que suelen pesar entre 300 gramos y más de un kilo.
Plato ya preparado. A continuación os explico su elaboración. Os recomiendo ampliar las fotos con un doble click.
El pasado domingo mis amigos Jaime y Matilde me invitaron a comer en su fantástico y paradisíaco huerto-jardín.
Tras una agradable sobremesa llegó la hora de marcharme y Matilde me regaló estos dos chayotes. Esta mañana al ser un dia muy lluvioso y no poder salir al campo me he entretenido cocinando estos dos enormes y espinosos frutos americanos.
Cada uno de ellos ha pesado 450 gramos exactos.
Cada uno de ellos ha pesado 450 gramos exactos.
Las espinas protectoras son temibles, verdaderas agujas de acero.
Si un chayote se deja en un lugar iluminado durante los meses de invierno empieza a brotar y a echar raíces espontáneamente.
Aquí podéis ver un chayote de una variedad blanca brotando y echando raíces, lo cual facilita su reproducción, pues basta con situarlo sobre la tierra cuando ya no haya peligro de heladas y él sólo se enraíza sin necesidad de cubrirlo ni enterrarlo.
Como ocurre con este chayote, regalo de Matilde, que ha brotado en febrero con un mes de antelación debido a las altas temperaturas de un invierno anormalmente cálido por el cambio climático.
Aquí podéis ver un chayote de una variedad blanca brotando y echando raíces, lo cual facilita su reproducción, pues basta con situarlo sobre la tierra cuando ya no haya peligro de heladas y él sólo se enraíza sin necesidad de cubrirlo ni enterrarlo.
Como ocurre con este chayote, regalo de Matilde, que ha brotado en febrero con un mes de antelación debido a las altas temperaturas de un invierno anormalmente cálido por el cambio climático.
Hay muchas variedades de chayote: blancos, verdes, amarillos, con espinas, sin espinas, etc... El de esta imagen es blanco inmaculado y sin espinas.
Flor femenina del chayote blanco anterior.
Flores masculinas.
Chayotes partidos por la mitad. Cada fruto contiene una única semilla muy grande y tierna.
Semilla de Chayote de México extraída de su membrana pericárpica.
Con la ayuda de un pelador de patatas se eliminan fácilmente las espinas.
La pulpa puede extraerse con la ayuda de una cucharita de postre.
Es muy tierna y fácil de extraer.
Las dos mitades de un chayote ya vacías preparadas para el relleno. Para precocinarlas las he metido en el microondas a máxima potencia durante 4 minutos, luego les he dado la vuelta para que se acaben de reblandecer durante 4 minutos más.
La pulpa extraída de los dos chayotes.
La misma pulpa ya troceada.
Para dos chayotes he troceado tres ajos y una cebolla pequeña.
He pensado que al sofrito le irían bien unos taquitos de la deliciosa Sobrasada de Vic, un embutido antiguo de Mallorca que muy poca gente conoce parecido al Fuet catalán, sin duda herencia de los repobladores que vinieron de Cataluña hace ocho siglos. Los historiadores aseguran que la famosa sobrasada mallorquina actual no es más que sobrasada de Vic a la que se le añadió pimentón dulce y un poco de pimentón picante al empezarse a cultivar en las Islas Baleares los pimientos americanos tras el "descubrimiento" de América.
Hace 40 años los trozos de carne y tocino del relleno de la sobrasada de Vic eran más grandes, pero los gustos del consumidor han cambiado y ahora se pican más como en el Fuet, su primo hermano catalán.
Es muy práctico guardar perejil congelado en el frigorífico. He troceado unas cuantas hojas para añadir al sofrito.
He ido echando los ingredientes en una sartén con dos cucharadas de aceite de oliva, añadiendo una cucharadita (café) de tomillo en polvo, otra cucharadita de sal marina, media cucharadita de nuez moscada en polvo y otra media cucharadita de pimienta negra molida. Al final de la cocción con el fuego ya apagado he añadido al sofrito una cucharada de postre de pimentón dulce.
Y éste es el resultado. Huele tan bien y tiene tan buena pinta que dan ganas de comérselo tal cual.
He ido echando los ingredientes en una sartén con dos cucharadas de aceite de oliva, añadiendo una cucharadita (café) de tomillo en polvo, otra cucharadita de sal marina, media cucharadita de nuez moscada en polvo y otra media cucharadita de pimienta negra molida. Al final de la cocción con el fuego ya apagado he añadido al sofrito una cucharada de postre de pimentón dulce.
Y éste es el resultado. Huele tan bien y tiene tan buena pinta que dan ganas de comérselo tal cual.
Al sofrito anterior le he añadido un huevo para ligar el relleno.
Con la ayuda de una cucharita de postre he rellenado los chayotes ya precocinados en el microondas.
A continuación he cubierto el relleno con una capa generosa de almendra cruda en polvo, la misma que se vende para preparar helado.
Tras 20 minutos en el horno a 180ºC y cinco minutos más para gratinar la almendra aquí tenéis el resultado.
Uhmmm, qué buena pinta, ¿verdad?
Jugoso, sabroso, aromático, delicioso, un verdadero manjar de dioses.
Y como guarnición he completado el plato con dos batatas de Málaga asadas al horno y aliñadas con una pizca de sal marina y un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
¡Buen provecho, amigos!
Con la ayuda de una cucharita de postre he rellenado los chayotes ya precocinados en el microondas.
A continuación he cubierto el relleno con una capa generosa de almendra cruda en polvo, la misma que se vende para preparar helado.
Tras 20 minutos en el horno a 180ºC y cinco minutos más para gratinar la almendra aquí tenéis el resultado.
Uhmmm, qué buena pinta, ¿verdad?
Jugoso, sabroso, aromático, delicioso, un verdadero manjar de dioses.
Y como guarnición he completado el plato con dos batatas de Málaga asadas al horno y aliñadas con una pizca de sal marina y un chorrito de aceite de oliva virgen extra.
¡Buen provecho, amigos!