Hace tres años volé hasta Tenerife con la intención de darme un atracón de naturaleza,
si, tal como suena, un atracón, un hartazgo de vida todavía en
estado puro. Me hacía falta para recargar las baterías de mi mente, alma, espíritu o como queráis llamarlo. Mis reservas de esperanza estaban agotadas.
Paseando por el interior de un exuberante bosque de Laurisilva me encontré de súbito con este majestuoso pino canario. Caminaba cabizbajo mirando los pequeños helechos del sotobosque y de pronto se obscureció la escasa luz filtrada por las copas de los gigantescos brezos Erica arborea, los más altos que jamás había visto. Esto me sorprendió y levanté la mirada para conocer la causa. Me encontraba a menos de tres metros del tronco del pino y no me había dado cuenta de su presencia. Las primeras milésimas de segundo tuve la impresión de encontrarme ante un gigante ciclópeo y me asusté. Estaba muy oscuro bajo la inmensa copa de aquel pino descomunal, y sus ramas como largos brazos ascendentes me espantaron. Si ampliáis la imagen con un doble click veréis que no exagero. Tuve que hacer la foto con flash, y no se aprecia la oscuridad de este bosque maravilloso que se encuentra a unos 1.800 msnm en la ladera norte del cráter del Teide. Un poco a ojo le calculé un grosor de tronco de un metro y medio y una altura de unos 20 metros.
Por suerte todavía quedan pequeños reductos de naturaleza salvaje sin corromper, sin humanizar, sin destruir. Estos pequeños paraísos son mis destinos predilectos a la hora de viajar. No me interesan los museos llenos de cosas muertas o inertes, ni las ciudades, ni las grandes obras arquitectónicas, me interesa la vida.
Por suerte todavía quedan pequeños reductos de naturaleza salvaje sin corromper, sin humanizar, sin destruir. Estos pequeños paraísos son mis destinos predilectos a la hora de viajar. No me interesan los museos llenos de cosas muertas o inertes, ni las ciudades, ni las grandes obras arquitectónicas, me interesa la vida.
La disposición tan ascendente de las ramas principales hace pensar que nació bajo la copa de otros pinos y para conseguir el máximo
de luz tuvo que crecer con las ramas verticales hacia arriba. Le
quise hacer una foto de lejos pero no pude. El bosque era demasiado tupido. Ante aquella maravilla de la naturaleza no pude evitar pensar que
tal vez los guanches lo vieron nacer y que sus espíritus estaban allí
mismo flotando eternamente entre sus ramas o que incluso su grueso tronco albergaba el alma de uno de ellos, tal vez la del último de sus reyes. La paz que se respiraba bajo su imponente copa se podía casi
tocar, se sentía, se notaba. Su tronco me atrajo como un imán y os puedo asegurar que irradiaba una extraña energía que serenaba el alma.
Los guanches bereberes, felices hasta entonces en sus amadas islas
volcánicas, sufrieron un ataque despiadado y aniquilador hace unos 600 años. La soberbia y la codicia de los europeos que
consideraban a los nativos y/o aborígenes del resto de la Tierra como
seres inferiores, salvajes, no humanos, o sea, animales sin derechos y
sin alma, les llevó a robarles la vida, la cultura, la lengua y las
tierras en nombre y con la bendición de sus dioses y sus reyes. Los
pocos nativos que sobrevivieron a las matanzas fueron denigrados al estatus de esclavos en su propia tierra y obligados a "convertirse" a
la religión de los genocidas. Los isleños canarios actuales son una
mezcla esquizofrénica entre genocidas y masacrados. En los rostros de muchos de ellos se adivinan los rasgos bereberes de sus antepasados guanches.
Otra curiosidad del pino canario, un verdadero fósil viviente del Jurásico, son sus hojas con tres acículas. Ningun otro pino de Europa y África tiene las hojas como el canario. Todos tienen sólo dos acículas en sus hojas. El pino con tres acículas más cercano, Pinus roxburghii, se encuentra en el Himalaya. El siguiente en distancia, el Pinus ponderosa, está al otro lado del Atlántico, en la costa oeste del continente norteamericano y es una de las coníferas predominantes en las Black Hills y las Montañas Rocosas. Se hibrida con gran facilidad con el Pinus arizonica que tiene las hojas con 5 acículas, dando lugar a híbridos que se identifican con mucha facilidad pues tienen las hojas muy variables con 3, 4 y 5 acículas sobre el mismo árbol. Algo más lejos, en la costa oceánica de California con un clima similar al mediterráneo, está el Pinus radiata o pino de Monterrey, también con 3 acículas en sus hojas. Esta lejanía con los demás pinos de 3 acículas hace pensar que el origen del pino canario es antiquísimo y que sus antepasados genéticos poblaron hace muchos millones de años el supercontinente Pangea, diferenciándose en distintas especies a medida que se desintegraba el supercontinente en subcontinentes más pequeños.
Las tres acículas se unen por su base mediante una vaina membranosa formada por escamas secas con una textura papirácea.
Borde finamente dentado de una acícula de pino canario vista al microscopio a 40 aumentos. Llaman la atención las cuatro hileras de puntitos formados por pequeños estomas, que se abren o cierran según el grado de humedad ambiental.
En las dos acículas del pino mediterráneo por excelencia, el Pinus halepensis, el borde es liso sin dentículas y sólo tienen dos hileras de estomas.
Se han encontrado fósiles de pinos similares en Europa, desde donde seguramente colonizaron las Islas Canarias tras su nacimiento en medio del Océano Atlántico por sucesivas erupciones volcánicas. Las glaciaciones extinguieron a los ejemplares europeos y sólo sobrevivieron en las Canarias gracias a su benévolo clima subtropical. Recientemente han sido encontrados restos fósiles de un pino muy parecido al canario en tierras de Murcia. Aquí teneis la noticia: Interesante hallazgo de una piña fosilizada de pino canario
Inflorescencias masculinas de Pinus canariensis, muy parecidas a los estróbilos de los helechos de la familia Equisetaceae. El parecido con estas pteridofitas es tan llamativo que incluso las acículas tienen la misma forma y disposición que las ramificaciones de los Equisetum.
Frondes estériles de Equisetum telmateia con un extraordinario parecido con pequeños pinos en su segundo año de vida. Y aquí surge una pregunta: ¿fueron los equisetum los antepasados evolutivos de las coníferas?
Inflorescencia femenina de pino canario esperando el polen llevado por el viento que la fecundará.
Piña de pino canario rodeada de inflorescencias masculinas.
Piña caída al suelo cubierta de manchas de resina.
Bellísima corteza de pino canario de un grosor considerable y una
composición ignífuga que impide que el fuego queme el tronco y las
ramas más gruesas, de manera que después de un fuego devastador los
pinos canarios rebrotan nuevamente directamente del tronco y las ramas.
En el mundo sólo hay cinco pinos con capacidad de rebrote, todos ellos
de ambientes subtropicales: los americanos Pinus leiophylla, Pinus echinata y Pinus rigida, el asiático Pinus merkusii y el macaronésico Pinus canariensis. Su secreto es la existencia de círculos
de tejido meristemático bajo la corteza capaz de generar nuevas yemas.
Otra curiosidad del pino canario, un verdadero fósil viviente del Jurásico, son sus hojas con tres acículas. Ningun otro pino de Europa y África tiene las hojas como el canario. Todos tienen sólo dos acículas en sus hojas. El pino con tres acículas más cercano, Pinus roxburghii, se encuentra en el Himalaya. El siguiente en distancia, el Pinus ponderosa, está al otro lado del Atlántico, en la costa oeste del continente norteamericano y es una de las coníferas predominantes en las Black Hills y las Montañas Rocosas. Se hibrida con gran facilidad con el Pinus arizonica que tiene las hojas con 5 acículas, dando lugar a híbridos que se identifican con mucha facilidad pues tienen las hojas muy variables con 3, 4 y 5 acículas sobre el mismo árbol. Algo más lejos, en la costa oceánica de California con un clima similar al mediterráneo, está el Pinus radiata o pino de Monterrey, también con 3 acículas en sus hojas. Esta lejanía con los demás pinos de 3 acículas hace pensar que el origen del pino canario es antiquísimo y que sus antepasados genéticos poblaron hace muchos millones de años el supercontinente Pangea, diferenciándose en distintas especies a medida que se desintegraba el supercontinente en subcontinentes más pequeños.
Las tres acículas se unen por su base mediante una vaina membranosa formada por escamas secas con una textura papirácea.
En las dos acículas del pino mediterráneo por excelencia, el Pinus halepensis, el borde es liso sin dentículas y sólo tienen dos hileras de estomas.
Se han encontrado fósiles de pinos similares en Europa, desde donde seguramente colonizaron las Islas Canarias tras su nacimiento en medio del Océano Atlántico por sucesivas erupciones volcánicas. Las glaciaciones extinguieron a los ejemplares europeos y sólo sobrevivieron en las Canarias gracias a su benévolo clima subtropical. Recientemente han sido encontrados restos fósiles de un pino muy parecido al canario en tierras de Murcia. Aquí teneis la noticia: Interesante hallazgo de una piña fosilizada de pino canario
Inflorescencias masculinas de Pinus canariensis, muy parecidas a los estróbilos de los helechos de la familia Equisetaceae. El parecido con estas pteridofitas es tan llamativo que incluso las acículas tienen la misma forma y disposición que las ramificaciones de los Equisetum.
Frondes estériles de Equisetum telmateia con un extraordinario parecido con pequeños pinos en su segundo año de vida. Y aquí surge una pregunta: ¿fueron los equisetum los antepasados evolutivos de las coníferas?
Inflorescencia femenina de pino canario esperando el polen llevado por el viento que la fecundará.
Piña de pino canario rodeada de inflorescencias masculinas.
Piña caída al suelo cubierta de manchas de resina.
El
Teide nevado a principios de mayo. En sus laderas crece una
exuberante vegetación antediluviana llena de endemismos únicos. En la cima, sobre la lava reciente de las últimas erupciones, sólo crecen hierbas y arbustos, como el maravilloso Tajinaste rojo.
Bajando un poco dominan los inmensos pinares de Pinus canariensis, más adaptados al clima subalpino. Más abajo los pinares van siendo substituidos por los bosques de Laurisilva, cuyos árboles planifolios reciben la humedad de la brisa marina y la condensan en sus hojas, de las que gotea un agua dulcísima que riega la gruesa capa de hojarasca del sotobosque. Este mantillo de hojas en descomposición actúa como una esponja, absorbe y retiene el agua de la lluvia horizontal y permite la existencia de una exultante vegetación paradisíaca. Un poco más abajo la Laurisilva es substituida por el Fayal-brezal formado por árboles y arbustos más bajos y más resistentes a la sequía. Y finalmente ya cerca del mar hay una vegetación casi predesértica formada por plantas muy resistentes a la aridez y a la fuerte insolación, el llamado Tabaibal-cardonal, con las lechetreznas carnosas como plantas más representativas.
Pinos canarios en el maravilloso Parque Nacional de La Caldera de Taburiente en la isla de La Palma,
Las Cañadas de la cara sur del Teide, con una insolación cegadora y una aridez extrema, están cubiertas de inmensos pinares, cuyos pinos, enraizados sobre una gruesa capa de grava volcánica, son casi la única planta arbórea que se atreve a vivir en un hábitat tan inhóspito. Paseando entre estos antiquísimos árboles que un día cubrieron Europa, tuve la sensación de estar en otro mundo. Se respiraba una paz maravillosa y el aroma a resina del aire inundaba mi rinencéfalo de sensaciones placenteras, como el más delicioso de los perfumes. El suelo negro desprovisto de vegetación de sotobosque contrastaba con el verde intenso de las acículas y la combinación cromática era el summum de la belleza.
Bajando un poco dominan los inmensos pinares de Pinus canariensis, más adaptados al clima subalpino. Más abajo los pinares van siendo substituidos por los bosques de Laurisilva, cuyos árboles planifolios reciben la humedad de la brisa marina y la condensan en sus hojas, de las que gotea un agua dulcísima que riega la gruesa capa de hojarasca del sotobosque. Este mantillo de hojas en descomposición actúa como una esponja, absorbe y retiene el agua de la lluvia horizontal y permite la existencia de una exultante vegetación paradisíaca. Un poco más abajo la Laurisilva es substituida por el Fayal-brezal formado por árboles y arbustos más bajos y más resistentes a la sequía. Y finalmente ya cerca del mar hay una vegetación casi predesértica formada por plantas muy resistentes a la aridez y a la fuerte insolación, el llamado Tabaibal-cardonal, con las lechetreznas carnosas como plantas más representativas.
Pinos canarios en el maravilloso Parque Nacional de La Caldera de Taburiente en la isla de La Palma,
Las Cañadas de la cara sur del Teide, con una insolación cegadora y una aridez extrema, están cubiertas de inmensos pinares, cuyos pinos, enraizados sobre una gruesa capa de grava volcánica, son casi la única planta arbórea que se atreve a vivir en un hábitat tan inhóspito. Paseando entre estos antiquísimos árboles que un día cubrieron Europa, tuve la sensación de estar en otro mundo. Se respiraba una paz maravillosa y el aroma a resina del aire inundaba mi rinencéfalo de sensaciones placenteras, como el más delicioso de los perfumes. El suelo negro desprovisto de vegetación de sotobosque contrastaba con el verde intenso de las acículas y la combinación cromática era el summum de la belleza.
En la corteza ennegrecida de los pinos se adivinaban las cicatrices de numerosos incendios, a los que habían sobrevivido gracias a su corteza ignífuga y a la capacidad de rebrote de sus troncos.
Una curiosa simbiosis con un líquen en forma de larga cabellera colgante, la Usnea articulata, le permite sobrevivir a la despiadada sequía que martiriza con frecuencia a la vegetación canaria. El líquen absorbe la brisa marina cargada de humedad, que casi a diario asciende desde el océano Atlántico, como si de una nube a ras del suelo se tratase, y la condensa como agua dulcísima que cae gota a gota sobre la hojarasca del sotobosque que, cual esponja, retiene la preciada humedad y la transfiere a las sedientas raíces del sufrido pino canario, permitiéndole sobrevivir y crecer exuberante a pesar de la ausencia de lluvias. Es la llamada lluvia horizontal.
Usnea articulata arrancada por el viento. Su estructura en forma de cabellera es ideal para retener y condensar la niebla oceánica.
Al igual que ocurre en Tenerife, en la Isla de La Palma el sur es muy seco, casi desértico, especialmente alrededor de los volcanes San Antonio y Teneguía. En este último tuvo lugar la última erupción volcánica en suelo español en el año 1971. Prueba de ello es la lava de la imagen, muy negra y relativamente joven, que no obstante ya ha sido colonizada por la vegetación pionera, entre la que destaca el pino canario. El ejemplar de la imagen, de unos 40 años de edad, debió nacer de un piñon arrastrado hasta allí por el viento procedente de una piña requemada por los incendios que provocó la erupción. Como ya sabéis los pinos necesitan los incendios para propagarse, de ahí que ellos mismos sinteticen grandes cantidades de resina altamente inflamable, como en un maquiavélico programa suicida grabado en sus genes, y ante un simple rayo, una chispa surgida en el choque entre dos rocas en un desprendimiento o en este caso una erupción volcánica, los pinos arden con gran facilidad. Aunque aparentemente un incendio devastador se nos antoje como algo dramático para los pinos, en realidad ellos están adaptados a esta circunstancia, su supervivencia no corre ningún peligro. Sus piñas dependen tanto de los incendios que necesitan el fuego para abrirse y dispersar los piñones. Sólo al recibir un golpe de calor intenso sus escamas se abren y permiten que los piñones salgan volando con la ayuda del ala de la que van provistos, la cual ante la más insignificante de las brisas gira como el aspa de un helicóptero y lleva la semilla del pino canario a la conquista de nuevos territorios. El hermoso pino de la imagen es, pues, un pionero en la colonización de la nueva lava surgida del cráter del volcán Teneguía.
En esta bellísima imagen del Volcán San Antonio vemos un pino solitario a la izquierda y otro a la derecha, dos verdaderos campeones, dos pioneros que en un alarde de valentía se han atrevido a colonizar esta negrísima lava requemada por el sol del sur de La Palma.
Y para acabar el artículo quiero compartir con vosotros esta foto de postal tomada desde las Cañadas del Teide, en la que podemos ver la brumosa Isla de la Gomera recortándose en el horizonte, como si estuviera recostada sobre una mullida cama formada por las copas de los pinos tinerfeños. Tras ella, como flotando sobre las aguas oceánicas, se puede adivinar la silueta de la diminuta Isla de El Hierro.
Al igual que ocurre en Tenerife, en la Isla de La Palma el sur es muy seco, casi desértico, especialmente alrededor de los volcanes San Antonio y Teneguía. En este último tuvo lugar la última erupción volcánica en suelo español en el año 1971. Prueba de ello es la lava de la imagen, muy negra y relativamente joven, que no obstante ya ha sido colonizada por la vegetación pionera, entre la que destaca el pino canario. El ejemplar de la imagen, de unos 40 años de edad, debió nacer de un piñon arrastrado hasta allí por el viento procedente de una piña requemada por los incendios que provocó la erupción. Como ya sabéis los pinos necesitan los incendios para propagarse, de ahí que ellos mismos sinteticen grandes cantidades de resina altamente inflamable, como en un maquiavélico programa suicida grabado en sus genes, y ante un simple rayo, una chispa surgida en el choque entre dos rocas en un desprendimiento o en este caso una erupción volcánica, los pinos arden con gran facilidad. Aunque aparentemente un incendio devastador se nos antoje como algo dramático para los pinos, en realidad ellos están adaptados a esta circunstancia, su supervivencia no corre ningún peligro. Sus piñas dependen tanto de los incendios que necesitan el fuego para abrirse y dispersar los piñones. Sólo al recibir un golpe de calor intenso sus escamas se abren y permiten que los piñones salgan volando con la ayuda del ala de la que van provistos, la cual ante la más insignificante de las brisas gira como el aspa de un helicóptero y lleva la semilla del pino canario a la conquista de nuevos territorios. El hermoso pino de la imagen es, pues, un pionero en la colonización de la nueva lava surgida del cráter del volcán Teneguía.
En esta bellísima imagen del Volcán San Antonio vemos un pino solitario a la izquierda y otro a la derecha, dos verdaderos campeones, dos pioneros que en un alarde de valentía se han atrevido a colonizar esta negrísima lava requemada por el sol del sur de La Palma.
Y para acabar el artículo quiero compartir con vosotros esta foto de postal tomada desde las Cañadas del Teide, en la que podemos ver la brumosa Isla de la Gomera recortándose en el horizonte, como si estuviera recostada sobre una mullida cama formada por las copas de los pinos tinerfeños. Tras ella, como flotando sobre las aguas oceánicas, se puede adivinar la silueta de la diminuta Isla de El Hierro.