lunes, 23 de noviembre de 2015

Sa Barraca Blanca, la Mallorca más auténtica

Si, amigos, auténtica, entrañable, un trocito de la Mallorca más íntima y desconocida, que don Llorenç y doña Catalina junto con su tercer hijo varón que, siguiendo la ancestral costumbre mallorquina, lleva el mismo nombre que su padre, son el alma de esta finca de ensueño ubicada en la Marina de Llucmajor a pocos kilómetros del mar.

Los anfitriones con su perrito Tilín nos recibieron con los brazos abiertos. 

 La casa de Sa Barraca Blanca tiene las paredes exteriores encaladas para que se mantenga fresca durante los largos y tórridos veranos del sur de Mallorca. Cuando los invitados llegamos sobre las 12h del mediodía los anfitriones ya lo tenían todo preparado para agasajarnos. 

 El cielo estaba nublado y el bellísimo reloj de sol que adorna la pared de la casa que mira al mediodía no marcaba ninguna hora.

 Estos relojes de sol sólo fallan cuando el astro rey está cubierto por nubarrones.

Varios bancos y una mesa-camilla ante la entrada de la casa. Cada año en noviembre Llorenç-hijo organiza una comida de amigos del Camino de Santiago, a la que invita también a otros amigos que nada tenemos que ver con el Camino. Este año nos hemos reunido unas treinta personas entre invitados y anfitriones.

Adornando la entrada hay varios "carretons de batre", piedras cilíndricas agujereadas a lo largo tiradas por una mula para trillar los cereales en la era, que se utilizaron hasta hace unos 50 años. Yo recuerdo a mis abuelos trillar el trigo con estas piedras. Ponían unas "clucales" (guarnición que cubría los ojos al animal para que no se marease) a una mula que tiraba del "carretó de batre" dando vueltas alrededor de mi abuelo, que la sujetaba con una cuerda larga y la azuzaba con una fusta de acebuche. Yo debía tener unos 6 ó 7 años y la imagen del animal jadeando por el duro trabajo durante horas bajo un sol de justicia, su pelo negro empapado en sudor y su hocico echando espumarajos quedó grabada para siempre en mi memoria de niño. Unos años después se abandonó la trilla con bestias y se empezaron a utilizar las novedosas máquinas trilladoras.

Antiguo engranaje de un molino para hacer harina.

Dos tinajas antiguas flanqueando la entrada de la casa y una cortina para ahuyentar a las moscas.

Sobre una mesa pudimos admirar este enorme "bisbe" (estómago del cerdo), relleno de sobrasada cien por cien ecológica elaborada por la familia con sus propios cerdos, alimentados con cereales, higos secos, higos chumbos, habas, algarrobas, palas de chumbera, hierba, etc..

 Tras saludar a los anfitriones nos metimos dentro de la cocina, donde Marilena y Marce estaban friendo deliciosos buñuelos de boniato.  A su lado, en la lumbre de la chimenea, doña Catalina y Fina, una amiga de la familia, estaban cocinando "arroç brut", un plato tradicional típico de las fiestas del campo mallorquín con el que nos chupamos los dedos. Entre sus ingredientes había carne troceada de cerdo, "quica" (gallina enana) y pichón, con tirabeques, judias tiernas, cebolla, tomate, perejil, "esclata sangs" (nízcalos), caracoles, etc... Como debe ser, el caldo estaba más sabroso que el arroz.

 Dos hondas con sus respectivas piedras, a ser posible cantos rodados, adornan el interior de la casa. Los antiguos honderos baleares eran famosos en todo el Mediterráneo. Los romanos los reclutaban para sus ejércitos. Las piedras lanzadas contra los barcos enemigos les agujereaban el casco de madera y provocaban su hundimiento.


 A unos metros de la casa hay este edificio antiguo construido con bloques del abundante "marès" (piedra de arenisca), que forma el subsuelo de esta zona de Mallorca próxima al mar.

Bajo su techumbre de tejas árabes hay un viejo horno de leña.

En estos hornos tanto se puede cocer un buen pan como asar un cabrito o una lechona.

La boca del horno se cierra con una tapa metálica con un asa.

Dicen que quien avisa no es traidor. Así que junto a la tapa metálica hay esta placa avisando del peligro de acercarse demasiado a la boca del horno.

Al lado del horno Llorenç guarda la leña perfectamente cortada y colocada aprovechando al máximo el espacio.

Más tarde nos mostró esta curiosa rama de pino carrasco, Pinus halepensis, con un crecimiento anormal en su extremo, donde la yema apical, bien por una mutación o por la acción de un virus o un phytoplasma, se transformó en 23 piñas apelotonadas, todas ellas perfectamente normales.

Parece una porra de guerra antigua. Si fuera de metal sería un arma temible.

La malformación es realmente bonita, ¿verdad?

Detalle de la inserción de las piñas en el extremo apical.

Algunos invitados platicando amistosamente esperando el aperitivo.

Llorenç nos mostró muy orgulloso su enorme tomatera trepadora, nacida de una semilla de un tomate que alguien echó en esta pila de piedra labrada. Ha crecido prácticamente sin tierra y sus largos sarmientos han trepado sobre las ramas de un alcornoque. Lleva produciendo tomates durante todo el verano y a finales de noviembre todavía tiene algunos sin madurar. Una verdadera campeona esta tomatera. En la misma pila se pueden ver varias colmenas antiguas hechas con arcilla cocida.

 Tomates verdes y maduros a finales de noviembre. Los todavía verdes madurarán en pleno diciembre. La cercanía del mar a sólo unos 4 kilómetros suaviza el clima de Sa Barraca Blanca y permite el cultivo de hortalizas de verano hasta principios del invierno.

A su lado crece un cactus centenario de la especie Cereus uruguayanus var. monstrosus, originario de Sudamérica, cuyas raíces han corroido (se han comido) no sólo la tierra sino también las paredes de arcilla cocida de la "alfàbia" (tinaja) donde está sembrado. Vive de la poca agua que llueve en la Marina de Llucmajor y del rocío matutino, que se condensa sobre sus tallos verrugosos procedente de la brisa marina cargada de humedad. Al igual que la tomatera es otro campeón de la supervivencia.

 Los líquenes que cubren sus tallos espinosos indican que el hábitat de Sa Barraca Blanca está libre de contaminación ambiental, pues estos extraños seres mitad alga mitad hongo sólo sobreviven en un medio totalmente limpio y puro. Son un indicador de ausencia de polución.

Estos líquenes pertenecen a dos especies diferentes: el amarillo es Xanthoria parietina y el gris ramificado Ramalina farinacea. Que me corrijan los expertos si el nombre no es correcto.

Detalle de los órganos reproductores de la mitad fúngica del líquen Xanthoria parietina, los llamados apotecios, que son como copitas anaranjadas en los que se forman las esporas del hongo. Para más información ---> Xanthoria parietina, el líquen de pan de oro.

Tras una corta espera la mesa-camilla quedó cubierta de ricos manjares, destacando sobre todos ellos la sobrasada gigantesca de un sabor y un aroma exquisitos y una deliciosa quiche cocinada por Marce, la esposa valenciana de Joan Bestard.

Era sólo el aperitivo, pero poco faltó para que nos lo acabásemos todo.

 Los invitados platicando distendidamente, mientras los nubarrones se iban alejando y el sol empezaba a brillar.

 Estábamos todos muy a gusto.

 Pedro Lorenzo, gran aficionado a la fotografía, le mostraba las que acababa de hacer a un amigo. .

Era evidente la sincera amistad y el buen ambiente entre los invitados.

El dia acompañó con una temperatura muy agradable.

A la izquierda con jersey granate el padre Jaume Alemany, el alma del Camino de Santiago, que cada año lo organiza todo para que el trayecto hacia la Ciudad Compostelana transcurra sin problemas. Es el capellán de la prisión de Palma y algunos años convence a unos cuantos presos para que se apunten a hacer el Camino. 

Mientras nos poníamos las botas con los aperitivos, el perrito Tilín se subió sobre el hombro de su amo y amigo inseparable.

Tilín es un miembro más de la familia. Le encanta subirse sobre el hombro de don Llorenç.

Jaume y Matilde de Bunyola trajeron a su perrita Fosca para que jugase con su amiguete Tilín.

Las dos cocineras del "arroç brut", doña Catalina y su amiga Fina, observadas por Matilde, salieron a avisarnos de que la comida estaba lista.

Antes de entrar en el comedor le hicimos una foto a don Llorenç con los dos novietes, que no paraban quietos y querían seguir jugando.

Aquí les vemos corriendo como locos hacia los cerdos.

Varios cerditos hozando en la tierra rojiza de Sa Barraca Blanca.

Llorenç es un gran profesional de la agricultura. Aquí podemos ver una plantación de higueras, todas perfectamente podadas.

Sus frutos son un alimento excelente tanto para los humanos como para los cochinos. Al igual que los cerdos de bellota de Extremadura y Andalucía, los mallorquines criados por el método tradicional se podrían llamar cerdos de higos. Su carne libre de hormonas y antibióticos y enriquecida con los ácidos grasos y los azúcares de los higos produce una sobrasada de una calidad extraordinaria.

Llorenç está muy orgulloso de las antiquísimas barracas construidas en varios puntos de la finca con piedras adosadas formando un techo con la misma técnica que los milenarios Talaiots de los primeros habitantes de las Islas Baleares.

Como os decía, Llorenç domina todos los trabajos del campo con maestría, sobretodo las complicadas técnicas de los injertos. En la imagen podéis ver una encina de bellotas amargas injertada exitosamente con estacas de encina de bellotas dulces. Este injerto es uno de los más difíciles de conseguir y Llorenç lo domina. Para más información ver este artículo ---> Un día de injertos en Son Vivot.

Otra encina injertada por Llorenç en Sa barraca Blanca. 

Detalle de uno de los injertos de la encina anterior.

Esta "arada amb rodes" (arado con ruedas) adorna la finca como si de una escultura metálica se tratase. Sustituyó al primitivo arado de madera romano y fue sustituida a su vez por los modernos tractores.

Esta barraca esconde una sorpresa.

Tanto las paredes como el techo están construidos con piedras adosadas sin cemento ni vigas.

Al asomarnos nos encontramos con una charca de agua. La llaman Sa Bassa de Sa Pleta y sirve para que los cerdos tomen baños de agua fresquita en pleno verano, algo que les encanta.

En toda la finca de Sa Barraca Blanca abundan las esparragueras de la especie Asparagus albus, que dan unos espárragos blancos y gruesos de excelente sabor.

Algunas de las esparragueras estaban cargadas de frutos. Tienen la forma y el tamaño ideal para ser tragados por las aves pequeñas, que tras digerir la pulpa defecan las semillas lejos de la planta madre, ayudando así a la dispersión de la especie.

Detalle de los frutos y de las hojas parecidas a las acículas de los pinos.

Como en el caso del cactus sudamericano, muchas de las esparragueras estaban también parcialmente cubiertas por el líquen Xanthoria parietina.

A unos 50 metros de la casa hay este antiguo abrevadero para los animales.

El abrevadero más bajo está destinado a los animales de pequeño a mediano tamaño: cerdos, ovejas, gallinas, pavos, ocas, etc...

El más grande y alto es para las bestias de carga: mulos, caballos, etc...

Otra planta que también abunda en Sa Barraca Blanca es el endemismo tirrénico Arum pictum subsp. sagittifolium, que sólo crece en Mallorca, Menorca, Cabrera, Córcega y Cerdeña.

La variedad típica tiene las hojas adornadas con un reticulado blanco más o menos marcado siguiendo las nervaduras de la hoja.

Aquí y allá también se puede ver algún ejemplar de hojas muy oscuras que carecen del dibujo blanco en las nervaduras, como se puede ver en esta imagen.

Comparación de las dos variedades de Arum pictum que crecen en Sa Barraca Blanca.

Las chumberas son americanas, pero tras 500 años entre nosotros ya las consideramos mallorquinas. Todas las "possessions" de la isla (cortijos) cuentan con su respectivo corral de chumberas. Sus palas tiernas, llamadas nopalitos en México donde la gente se las come como verdura, en Mallorca sirven de forraje para los animales, especialmente para los cerdos. Sus frutos, los higos chumbos, son un manjar tanto para los humanos como para los animales. A mi me gustan mucho.---> Pelar un higo chumbo, así lo hacía mi abuelo.

El corral de chumberas es el hogar de las aves de la finca, como esta media docena de ocas.

Y también para el pavo semental, que Llorenç ha bautizado como "Floquet de neu" (Copito de nieve).

Su pavoneo es todo un espectáculo.

Parece decir: "Soy el más guapo y más chulo de toda Sa Barraca".

Su pequeño harén de hembras son todas negras. Los pavos son originarios de los bosques de Norteamérica.

Entre las chumberas una de las pavas ha hecho este nido. Se ven algunos huevos más pequeños de alguna gallina despistada que ha aprovechado el nido para poner los suyos.

Una "gallina faraona" (pintada) se ha unido al harén al quedarse viuda y una oca macho, llamada Jaumet, que tiene un problema serio de identidad, pues cree ser un pavo, también prefiere pasear con las aves norteamericanas en lugar de sus congéneres. Se crió entre pavos desde recién nacido en la finca de Son Vivot de Jaume y Matilde y cuando estuvo grandecito se lo regalaron a Llorenç. Tal vez en primavera, cuando tenga la subida de hormonas, se interese por alguna oca hembra. De lo contrario intentará emparejarse con una pava.

Cabeza de pintada, un ave gallinácea originaria de África, que se ha aclimatado muy bien en los países mediterráneos.

Y por último os presento a Fletxa, la yegua inglesa de raza enana que vive a sus anchas en Sa Barraca Blanca.

Es un animalito muy dulce con un pelo anaranjado espectacular.

Aquí la vemos comiendo cebada con los cochinillos.

Un pequeño y entrañable paraíso Sa Barraca Blanca, ¿verdad?


16 comentarios:

  1. ¡Qué buen rato he pasado con esta entrada!
    Curiosas esas colmenas antiguas de arcilla, ya me gustaría saber algo más de ellas y si todavía se utilizan.
    Enhorabuena para esa familia por la casa, la finca y todo lo que contiene y por supuesto a tí, Juan ,por mostrarlo.
    Saludos

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  2. Todo envidiable, diría yo.
    Saludos

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  3. Es un deleite leer tus experiencias sobre sitios tan interesantes sobre espacios naturales y gastronómicos. Ademas acompañadas de estupendas fotografías. Saludos

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  4. Respuestas
    1. Moltes gràcies, Maria Bel. Saluda en Llorenç de part meva que fa un any que no el veig.
      Una abraçada a ton pare i ta mare.

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