Las fibras de lignina del árbol Acrocarpus fraxinifolius, una leguminosa forestal de Asia tropical, crecen en sentido dextrógiro como las manecillas de un reloj.
Su estructura se asemeja a las fibras de una cuerda que, retorcidas, confieren más resistencia.
Si a ello le añadimos una amplia base de sustentación con las raíces abiertas en forma de pata de garza, tendremos un diseño ideal para soportar sin problemas el embate de vientos huracanados.
La naturaleza se las sabe todas.
Cada especie es un mundo. La evolución ha puesto a nuestro servicio técnicas que siempre nos han sido útiles.
ResponderEliminarSaludos.
Así es, Marcelo.
EliminarUn saludo.
Me encanta Juan. Un beso.
ResponderEliminar¡Qué interesante!
ResponderEliminarLa naturaleza sabe adaptarse perfectamente para sobrevivir a cualquier contratiempo, es parte de su encanto.
Un abrazo.
Así es, Montse.
EliminarUn abrazo.
La naturaleza no deja de sorprendernos con cosas como ésta, para deleite de la especie humana, siempre dispuesta a copiar lo mejor que nos ofrece la naturaleza y a la que no empeñamos en destruir en vez de agracerle todo lo que nos da.
ResponderEliminarSaludos
Así es Pini.
EliminarSaludos.
¡Qué guay!
ResponderEliminarSí, Guillermo.
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