Una inmensa alfombra verde flotando en el Atlántico
Los poderosos rayos del sol del atardecer algarvense conseguían atravesar la gruesa capa de nubes grises que ensombrecían la maravillosa alfombra verde de plantas halófilas de esta inmensa ría que se interpone entre la ciudad portuguesa de Faro y el Océano Atlántico.
Llevaba tres días en el Algarve en visita botánica con la ilusión de ver en directo la población más occidental del helecho del Mioceno Asplenium azomanes, descubierta por el fotógrafo de la naturaleza portugués Valter Jacinto. Este helecho de origen híbrido pobló lo que hace 6 millones de años era el Macizo Bético-Rifeño, que iba desde las Islas Baleares en el Mediterráneo hasta el Algarve portugués. Ya conocía las poblaciones de Mallorca y Cádiz. Me faltaba ver la población portuguesa y aquel sábado día 11 de mayo la conseguí encontrar en lo alto del Cerro da Cabeça, gracias a las indicaciones y las fotos de google maps que con tanta paciencia me mandó Valter Jacinto por email. Muchas gracias, Valter.
Ya había visto lo que me había traido hasta el Algarve. Después de almorzar de un delicioso bacalao al estilo de Faro, acompañado de una excelente cerveza portuguesa y de postre una ración de melón rematado con un aromático y contundente café corto, como a mí me gusta, me fui a descansar un rato al Hotel Dom Bernardo, un establecimiento encantador con unas habitaciones de lujo, un trato exquisito a los clientes y una limpieza que lo hacen merecedor de dos estrellas más de las que tiene. Por supuesto cuenta con internet wifi gratis en todas las habitaciones, gracias al cual pude contactar con Valter y empezar a escribir este artículo. Tras una corta siesta me dije: ¿y ahora qué hago, a donde voy?.
Me asomé a la ventana de la habitación para ver cómo seguía la parejita de cigueñas enamoradas que anidaba sobre el campanario de una pequeña iglesia rusa ortodoxa situada justo enfrente del hotel. Disfrutaba observándolas pues aquella estampa tan entrañable en plena ciudad era algo nuevo para mí. Estas aves no viven en Mallorca. El macho acababa de llegar con lo que parecían algas verdes en el pico y, tras el preceptivo y sonoro saludo mutuo, la hembra cogió las algas y las fue colocando sobre el nido.
Fue entonces cuando me vino a la mente la Ria Formosa. Bajé a la recepción y le pregunté a la joven que hacía el turno de fin de semana, simpatiquísima por cierto, cómo podía visitar este parque natural. Me lo explicó en un perfecto español dibujándome con un rotulador sobre un plano de Faro el trayecto a pie hasta el embarcadero donde se encuentra la empresa Formosamar que organiza visitas en barca al parque.
La recepcionista me había asegurado que no quedaba lejos y tenía razón. En veinte minutos estuve allí. No me costó mucho encontrar el embarcadero con la ayuda de un joven farense que en un español bastante bueno me indicó el lugar exacto de la empresa.
Entré y me atendió una chica. Me dijo que la siguiente salida sería a las 18'30h, pero que si no había más clientes, como el mínimo eran dos, me tendría que cobrar dos billetes, o sea 20 €. Le dije que como faltaban 45 minutos me lo pensaría y ya volvería. La verdad es que no me preocupaba el precio de la excursión, lo que me daba corte era ser el único cliente, que tuvieran que salir para mí solo. Me fui a dar una vuelta por el puerto de Faro, siempre con mi querida cámara digital Canon PowerShot SX200, que me ha acompañado en tantos viajes. Confiaba que durante aquellos minutos alguien más se animaría a hacer la excursión.
Me llamó la atención este pequeño monumento a pocos metros del agua. Parece que los habitantes de la ciudad de Faro están muy orgullosos de su pasado musulmán, tal vez por la sangre mora que corre por sus venas de los miles de farenses islámicos que quedaron como esclavos en su propia tierra tras la reconquista por los cristianos hace unos 800 años y que con el tiempo se fueron mezclando con los nuevos dominadores. Dicen que es de bien nacidos venerar a los antepasados, a todos, sin olvidarse de los vencidos.
Durante mi paseo me llamaron la atención las abundantes plantas de Limoniastrum monopetalum con sus diminutas florecillas rosadas y sus raíces enraizadas en el lodo salobre de la parte del Parque Natural da Ria Formosa que toca el puerto de Faro.
Flores de Limoniastrum monopetalum.
Sobre el hormigón del muelle del puerto, a pocos metros del agua, me encontré con esta arañita de nombre científico Nomisia sp. (Identificada por el experto en arácnidos José Carrillo, de la magnífica plataforma Biodiversidad Virtual).
Haciendo fotos a la arañita y a las plantas, casi todas desconocidas para mí, me fue pasando el tiempo y cuando me di cuenta faltaban 10 minutos para las 18'30h. Me dirigí ya decidido a hacer la excursión hacia el embarcadero de la empresa. Seguía sin haber ningún cliente. Entré en la pequeña oficina y le dije a la chica que quería hacer la excursión. Ella me volvió a explicar que me tendría que cobrar dos billetes, pero que si en el último minuto aparecía alguien más me devolvería 10 €.
Pagué los 20 €, me dió este billete y me dijo que esperase un poco fuera, que llamaría al capitán. ¿Capitan?, ufff. ¿Iban a movilizar a un capitán sólo para mi? No dije nada pero la verdad es que me daba mucho corte y mucha verguenza. No estoy acostumbrado a tanto lujo ni a tantas atenciones por tan sólo 20 €, teniendo en cuenta los elevados precios de Mallorca. Siempre me ha gustado pasar desapercibido, ser uno más.
Llevaba tres días en el Algarve en visita botánica con la ilusión de ver en directo la población más occidental del helecho del Mioceno Asplenium azomanes, descubierta por el fotógrafo de la naturaleza portugués Valter Jacinto. Este helecho de origen híbrido pobló lo que hace 6 millones de años era el Macizo Bético-Rifeño, que iba desde las Islas Baleares en el Mediterráneo hasta el Algarve portugués. Ya conocía las poblaciones de Mallorca y Cádiz. Me faltaba ver la población portuguesa y aquel sábado día 11 de mayo la conseguí encontrar en lo alto del Cerro da Cabeça, gracias a las indicaciones y las fotos de google maps que con tanta paciencia me mandó Valter Jacinto por email. Muchas gracias, Valter.
Ya había visto lo que me había traido hasta el Algarve. Después de almorzar de un delicioso bacalao al estilo de Faro, acompañado de una excelente cerveza portuguesa y de postre una ración de melón rematado con un aromático y contundente café corto, como a mí me gusta, me fui a descansar un rato al Hotel Dom Bernardo, un establecimiento encantador con unas habitaciones de lujo, un trato exquisito a los clientes y una limpieza que lo hacen merecedor de dos estrellas más de las que tiene. Por supuesto cuenta con internet wifi gratis en todas las habitaciones, gracias al cual pude contactar con Valter y empezar a escribir este artículo. Tras una corta siesta me dije: ¿y ahora qué hago, a donde voy?.
Me asomé a la ventana de la habitación para ver cómo seguía la parejita de cigueñas enamoradas que anidaba sobre el campanario de una pequeña iglesia rusa ortodoxa situada justo enfrente del hotel. Disfrutaba observándolas pues aquella estampa tan entrañable en plena ciudad era algo nuevo para mí. Estas aves no viven en Mallorca. El macho acababa de llegar con lo que parecían algas verdes en el pico y, tras el preceptivo y sonoro saludo mutuo, la hembra cogió las algas y las fue colocando sobre el nido.
Fue entonces cuando me vino a la mente la Ria Formosa. Bajé a la recepción y le pregunté a la joven que hacía el turno de fin de semana, simpatiquísima por cierto, cómo podía visitar este parque natural. Me lo explicó en un perfecto español dibujándome con un rotulador sobre un plano de Faro el trayecto a pie hasta el embarcadero donde se encuentra la empresa Formosamar que organiza visitas en barca al parque.
La recepcionista me había asegurado que no quedaba lejos y tenía razón. En veinte minutos estuve allí. No me costó mucho encontrar el embarcadero con la ayuda de un joven farense que en un español bastante bueno me indicó el lugar exacto de la empresa.
Entré y me atendió una chica. Me dijo que la siguiente salida sería a las 18'30h, pero que si no había más clientes, como el mínimo eran dos, me tendría que cobrar dos billetes, o sea 20 €. Le dije que como faltaban 45 minutos me lo pensaría y ya volvería. La verdad es que no me preocupaba el precio de la excursión, lo que me daba corte era ser el único cliente, que tuvieran que salir para mí solo. Me fui a dar una vuelta por el puerto de Faro, siempre con mi querida cámara digital Canon PowerShot SX200, que me ha acompañado en tantos viajes. Confiaba que durante aquellos minutos alguien más se animaría a hacer la excursión.
Durante mi paseo me llamaron la atención las abundantes plantas de Limoniastrum monopetalum con sus diminutas florecillas rosadas y sus raíces enraizadas en el lodo salobre de la parte del Parque Natural da Ria Formosa que toca el puerto de Faro.
Flores de Limoniastrum monopetalum.
Sobre el hormigón del muelle del puerto, a pocos metros del agua, me encontré con esta arañita de nombre científico Nomisia sp. (Identificada por el experto en arácnidos José Carrillo, de la magnífica plataforma Biodiversidad Virtual).
Haciendo fotos a la arañita y a las plantas, casi todas desconocidas para mí, me fue pasando el tiempo y cuando me di cuenta faltaban 10 minutos para las 18'30h. Me dirigí ya decidido a hacer la excursión hacia el embarcadero de la empresa. Seguía sin haber ningún cliente. Entré en la pequeña oficina y le dije a la chica que quería hacer la excursión. Ella me volvió a explicar que me tendría que cobrar dos billetes, pero que si en el último minuto aparecía alguien más me devolvería 10 €.
Pagué los 20 €, me dió este billete y me dijo que esperase un poco fuera, que llamaría al capitán. ¿Capitan?, ufff. ¿Iban a movilizar a un capitán sólo para mi? No dije nada pero la verdad es que me daba mucho corte y mucha verguenza. No estoy acostumbrado a tanto lujo ni a tantas atenciones por tan sólo 20 €, teniendo en cuenta los elevados precios de Mallorca. Siempre me ha gustado pasar desapercibido, ser uno más.
Y este muchacho era el capitán, un excelente guía del parque natural y a la vez un magnífico patrón de barca llamado Pedro Malaia. Antes de aparecer Pedro habían pasado por delante de la oficina varios señores vestidos con uniforme, pero ninguno era el capitán. En cuanto me vio supo que yo era el cliente y se dirigió hacia mí con una amplia sonrisa. Me dió un fuerte apretón de manos y me dijo en broma que la excursión iba a ser como un servicio privado de lujo para mí solo. Yo casi me sonrojé. Mientras íbamos hacia el embarcadero quiso saber de dónde era. Yo le dije de Mallorca y él me respondió que nunca había estado allí. Luego quiso saber a qué me dedicaba. Yo le contesté que era médico y él me contó que hacía pocos días que había superado un fuerte lumbago. Viendo la superficie curva sobre la que está sentado en la barca se entiende que su columna vertebral sufra mucho al apoyar casi todo el peso sobre su cadera izquierda. Pedro, si algún dia lees este artículo, te recomiendo que pongas algo que aplane la superficie sobre la que te sientas para manejar el motor y el timón de la barca, pues evidentemente no puedes sentarte en el centro, donde sí estaría más equilibrada tu columna.
Os aseguro que contemplar la belleza de este fantástico lugar, incluso con el cielo cubierto, es una experiencia impactante e inolvidable. El aire nos soplaba de cara. Era muy cálido y agradable con un fuerte aroma a mar que hacía la experiencia todavía más placentera. Con razón se la considera una de las siete maravillas naturales de Portugal.
Plano informativo del parque natural.
Pedro me fue explicando cosas del parque. Me señaló en el plano dónde empezaba y dónde acababa la excursión. Se le notaba su amor y su pasión por este lugar mágico, este paraíso prácticamente intacto que la ciudad de Faro conserva celosamente como su gran tesoro natural. Yo no paraba de hacer fotos pensando en el artículo que iba a escribir y se lo dije a Pedro. Entonces me pidió que le hiciera una foto a él también y que la pusiera en mi blog. Ahí la tienes. Tus admiradoras la podrán compartir en su facebook.
Ria Formosa es un paraíso para las aves. En esta foto, ampliándola con un doble click, podéis ver una garceta común, Egretta garzetta, de un llamativo color blanco inmaculado sobre la hierba de esta parte emergida de la ría. Pedro conoce por su nombre todas las aves del parque. Sabe cuáles están sólo de paso en su migración hacia el norte de Europa o hacia África y cuáles viven permanentemente en la ría. Sabe incluso cuántos días permanece allí cada especie migratoria.
Misma garceta común anterior que no emprendió el vuelo hasta que no nos tuvo muy cerca.
En la barca había una cartulina informativa con el nombre de cada ave.
Un grupo de zarapitos trinadores, Numenius phaeopus, emprendieron el vuelo al acercarnos.
Imagen ampliada de la foto anterior.
Ficha informativa del zarapito trinador.
Pedro identificó enseguida este grupo de cinco vuelvepiedras, Arenaria interpres, que pasaron volando sobre nuestras cabezas.
Ficha del vuelvepiedras.
Me explicó que hay islas permanentemente secas como la de la foto donde se han construido pequeñas casitas para que los turistas ornitólogos que acuden de todo el mundo puedan alquilarlas para pasar unos días estudiando las aves del parque.
En esta isla permanente vive una planta extraordinaria con unas flores bellísimas, la Cistanche phelypaea. En la imagen está señalada con una flecha. Es una planta parásita sin clorófila que se alimenta absorbiendo el agua dulce y los nutrientes directamente de las raíces de la planta parasitada o huesped, la Salicornia ramosissima.
Con la subida del agua del mar por las mareas los ejemplares que crecen en las partes más bajas de la ría quedan casi completamente sumergidos. En la imagen se ven restos de algas sobre la Salicornia y sobre las inflorescencias de las Cistanche phelypaea.
Inflorescencia de un intenso color amarillo oro.
Impresionantes las flores, ¿verdad?.
Las islas que no son permanentes se cubren completamente de agua con las mareas, quedando las plantas sumergidas sin que les afecte en absoluto al estar perfectamente adaptadas a esta cirscunstancia. Para que los pescadores y mariscadores autorizados no queden encallados hay banderas repartidas por los bordes de estas islas de vegetación. En el centro de la imagen se ve una muy pequeñita.
Mirando hacia la costa se puede ver a lo lejos el Cerro de Sâo Miguel que está situado por detrás de la ciudad de Faro.
La bellísima ciudad de Faro y el canal en la ría que lleva hasta el embarcadero.
Ya de vuelta hacia el puerto Pedro me señaló la espectacular ciudad vieja de Faro.
Es la bellísima ciudad medieval primigenia que con el paso de los siglos se ha ido agrandando tierra adentro.
Finalizaba la excursión. Acabábamos de pasar por debajo de este puente y nos dirigíamos hacia el embarcadero.
Pedro, al comenzar la excursión me pediste una foto para que la pusiera en este artículo. Yo te regalo otra del final. Tu fuiste generoso conmigo. El trayecto tenía que durar 45 minutos exactos y tu lo alargaste 25 minutos más. Paraste o aminoraste la velocidad de la barca para que yo pudiera ver las cosas que me mostrabas y les pudiera sacar buenas fotos. En ningún momento dejaste de sonreir. Fue una experiencia de las que nunca se olvidan. Muchas gracias por tu profesionalidad, tu generosisdad y tu amor por la naturaleza.
He editado el artículo para añadir esta fantástica imagen de Ria Formosa vista desde la ventanilla del avión de vuelta a Mallorca.
Os aseguro que contemplar la belleza de este fantástico lugar, incluso con el cielo cubierto, es una experiencia impactante e inolvidable. El aire nos soplaba de cara. Era muy cálido y agradable con un fuerte aroma a mar que hacía la experiencia todavía más placentera. Con razón se la considera una de las siete maravillas naturales de Portugal.
Plano informativo del parque natural.
Pedro me fue explicando cosas del parque. Me señaló en el plano dónde empezaba y dónde acababa la excursión. Se le notaba su amor y su pasión por este lugar mágico, este paraíso prácticamente intacto que la ciudad de Faro conserva celosamente como su gran tesoro natural. Yo no paraba de hacer fotos pensando en el artículo que iba a escribir y se lo dije a Pedro. Entonces me pidió que le hiciera una foto a él también y que la pusiera en mi blog. Ahí la tienes. Tus admiradoras la podrán compartir en su facebook.
Ria Formosa es un paraíso para las aves. En esta foto, ampliándola con un doble click, podéis ver una garceta común, Egretta garzetta, de un llamativo color blanco inmaculado sobre la hierba de esta parte emergida de la ría. Pedro conoce por su nombre todas las aves del parque. Sabe cuáles están sólo de paso en su migración hacia el norte de Europa o hacia África y cuáles viven permanentemente en la ría. Sabe incluso cuántos días permanece allí cada especie migratoria.
Misma garceta común anterior que no emprendió el vuelo hasta que no nos tuvo muy cerca.
En la barca había una cartulina informativa con el nombre de cada ave.
Un grupo de zarapitos trinadores, Numenius phaeopus, emprendieron el vuelo al acercarnos.
Imagen ampliada de la foto anterior.
Ficha informativa del zarapito trinador.
Pedro identificó enseguida este grupo de cinco vuelvepiedras, Arenaria interpres, que pasaron volando sobre nuestras cabezas.
Ficha del vuelvepiedras.
Me explicó que hay islas permanentemente secas como la de la foto donde se han construido pequeñas casitas para que los turistas ornitólogos que acuden de todo el mundo puedan alquilarlas para pasar unos días estudiando las aves del parque.
Con la subida del agua del mar por las mareas los ejemplares que crecen en las partes más bajas de la ría quedan casi completamente sumergidos. En la imagen se ven restos de algas sobre la Salicornia y sobre las inflorescencias de las Cistanche phelypaea.
Inflorescencia de un intenso color amarillo oro.
Impresionantes las flores, ¿verdad?.
Las islas que no son permanentes se cubren completamente de agua con las mareas, quedando las plantas sumergidas sin que les afecte en absoluto al estar perfectamente adaptadas a esta cirscunstancia. Para que los pescadores y mariscadores autorizados no queden encallados hay banderas repartidas por los bordes de estas islas de vegetación. En el centro de la imagen se ve una muy pequeñita.
Mirando hacia la costa se puede ver a lo lejos el Cerro de Sâo Miguel que está situado por detrás de la ciudad de Faro.
La bellísima ciudad de Faro y el canal en la ría que lleva hasta el embarcadero.
Ya de vuelta hacia el puerto Pedro me señaló la espectacular ciudad vieja de Faro.
Es la bellísima ciudad medieval primigenia que con el paso de los siglos se ha ido agrandando tierra adentro.
Finalizaba la excursión. Acabábamos de pasar por debajo de este puente y nos dirigíamos hacia el embarcadero.
Pedro, al comenzar la excursión me pediste una foto para que la pusiera en este artículo. Yo te regalo otra del final. Tu fuiste generoso conmigo. El trayecto tenía que durar 45 minutos exactos y tu lo alargaste 25 minutos más. Paraste o aminoraste la velocidad de la barca para que yo pudiera ver las cosas que me mostrabas y les pudiera sacar buenas fotos. En ningún momento dejaste de sonreir. Fue una experiencia de las que nunca se olvidan. Muchas gracias por tu profesionalidad, tu generosisdad y tu amor por la naturaleza.
He editado el artículo para añadir esta fantástica imagen de Ria Formosa vista desde la ventanilla del avión de vuelta a Mallorca.
Juan, me encanto hacer el viaje contigo. Besitos.
ResponderEliminarUn viaje precioso, me ha gustado muchisimo que lo hayas compartido ¡tu también eres generoso, Juan!
ResponderEliminarUn abrazo.
Una crónica perfecta de tu viaje.
ResponderEliminarGracias por tu labor divulgativa.
Matilde. :-)
Muchas gracias, Montse y Matilde. Un abrazo.
ResponderEliminarFue un placer para mostrar la naturaleza de la Ría Formosa
ResponderEliminargracias juan
Muchas gracias a tí, Pedro. Un cordial abrazo.
ResponderEliminarFantastic post, beautiful photos:) Greetings
ResponderEliminarThank you very much, ZielonaMila. Greetings.
ResponderEliminarNo ibas solo en la barca, todos los que leemos tu artículo es como si también nosotros hubiéramos ido.
ResponderEliminarGracias por acompañarme, Manuel. Un cordial saludo.
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