Hijas blancas de la lava negra
Andaba yo obsesionado buscando el ancestral helecho Asplenium anceps por las montañas volcánicas de Madeira. Había viajado expresamente para verlo y fotografiarlo. Me quedaban sólo dos días para encontrarlo y no me resignaba a volver a Mallorca con las manos vacías, es decir, sin las tan ansiadas fotos de esta planta primitiva, progenitora de toda una saga de helechos cuyos descendientes híbridos pueblan las rocas de la Serra de Tramuntana de Mallorca. Con mi coche de alquiler circulando despacio por las empinadas y retorcidas carreteras del centro de Madeira me dirigía hacia la localidad de Curral das Freiras.
Flores de la endémica Saxifraga pickeringii dirigidas hacia la luz como pequeñas antenas parabólicas. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para ver mejor los detalles.
Como hacemos todos los aficionados a la botánica cuando circulamos por caminos y carreteras, iba con el ojo derecho mirando las plantas de la cuneta y las laderas rocosas y con el ojo izquierdo pendiente de la circulación. En Madeira la gente circula a gran velocidad y varios conductores ya me habían llamado la atención con el cláxon por ir despacio. Para no entorpecer tanto la circulación paraba el coche cada varios kilómetros y recorría a pié un buen trecho de carretera, una cuneta en la ida y la otra cuneta en la vuelta.
Por si no lo sabéis, las cunetas de las carreteras tienen una biodiversidad impresionante, son de fácil acceso y contienen una amplia muestra de las plantas de los bosques y campos por los que discurren. Las laderas de las montañas de Madeira suelen tener una gran pendiente y acceder a ellas es muchas veces imposible sin un equipo de escalada. Por eso son tan prácticas para los botánicos las carreteras y las típicas levadas que canalizan el agua de las montañas hacia las terrazas de los cultivos y hacia las poblaciones.
En una de mis paradas, ya un poco mareado de tanto escanear con la vista las laderas rocosas que bordeaban la carretera, de pronto ví una plantita a dos metros de altura cuyas florecillas blancas parecían farolillos luminosos en la oscuridad del bosque de laurisilva por el que discurría la carretera. Era una Saxifraga pickeringii, un raro endemismo maderense que visto de cerca emociona por la belleza de sus flores y sus hojas carnosas.
Saxifraga pickeringii sobre una pared rocosa con las raíces ancladas en una grieta rellena de musgos y líquenes descompuestos. Este endemismo crece en la alta montaña fresca y húmeda y soporta temperaturas que no bajen de 5ºC. Se diferencia de la Saxifraga maderensis, también endémica, por sus hojitas carnosas y por los tallos de las inflorescencias que en condiciones de mucha luz o sol directo adquieren un intenso color rojo por su riqueza en antocianos. Las hojas viejas también se vuelven rojas antes de secarse. Los pétalos de las flores son cortos, anchos y más redondeados que en la Saxifraga maderensis.
Frondosa Saxifraga pickeringii en la ladera rocosa de una montaña volcánica orientada hacia el noroeste. Su identificación es fácil por los pétalos redondeados de las flores y las hojas carnosas.
Hábitat de la Saxifraga pickeringii. Ampliando la foto con un doble click se ven mejor los detalles.
Bellísimas y luminosas florecillas de Saxifraga pickeringii con sus pétalos redondeados de un blanco inmaculado que brilla con luz propia. Las anteras de los estambres tienen un bonito color rojo-anaranjado.
Hojas carnosas de Saxifraga pickeringii con los tallos de las inflorescencias de color rojo y las hojas viejas también rojas.
Este día, el antepenúltimo de mi viaje a Madeira, tampoco encontré mi ansiado helecho Asplenium anceps, pero encontrar la pequeña saxifraga me alegró la mañana y mi dicha fué todavía mayor cuando en el camino de vuelta tuve que parar el coche repentinamente en la cuneta porque acababa de ver otro endemismo, el helecho híbrido Ceterach lolegnamense, una rareza botánica alohexaploide con tres genomas completos en el núcleo de sus células. Por suerte al día siguiente por fin pude ver el tesoro botánico que me había llevado a Madeira. En lo alto del Monte Poíso, a 2.000 msnm, encontré una numerosa población del macaronésico Asplenium anceps, abuelo de nuestro Asplenium azomanes y bisabuelo del Asplenium x tubalense que pueblan las paredes de los bancales del Valle de Sóller en Mallorca.
La otra saxifraga endémica de Madeira, Saxifraga maderensis, la encontré el último día de mi viaje en el magnífico Jardín botánico de Funchal. Los ejemplares que ví no eran cultivados. Crecían de manera natural entre las bellas plantas exóticas del jardín. Eran plantas diminutas, pero la belleza luminosa de sus florecillas blancas atraía la mirada hacia ellas como si de pequeños imanes se tratase.
Diminuta Saxifraga maderensis rodeada de otras plantas silvestres en una zona muy sombría del Jardín botánico de Funchal. Tuve que hacer la foto con flash.
Misma Saxifraga maderensis anterior vista desde más cerca. Sus florecillas tienen los pétalos más estrechos y alargados que la Saxifraga pickeringii.
Joven Saxifraga maderensis con sus hojitas de un vivo color verde claro que se diferencian de la Saxifraga pickeringii por no ser carnosas.
Flores de Saxifraga maderensis de pétalos estrechos y alargados. Como en la otra saxifraga, las anteras de los estambres tienen un vivo color rojo-anaranjado.
Y por último, para que se puedan distinguir fácilmente las dos especies, en esta imagen combinada se pueden ver las diferencias en las flores.
En la pequeña isla vecina de Porto Santo crece la endémica Saxifraga portosanctana, pero no dispongo de fotografías suyas. Tendré que volver un día a Madeira a mediados del mes de mayo y visitar en una escapada con el ferry la Isla de Porto Santo. Espero tener suerte y encontrar este raro endemismo para poderlo compartir con vosotros.