Un refugio para los pajarillos en invierno
y un chalecito para anidar en primavera
El carbonero común es un pajarito insectívoro de nombre científico Parus major que en Mallorca llamamos ferrerico. Se trata de una de las pocas aves capaces de alimentarse de las urticantes orugas de la procesionaria del pino y también una de las que más agradecen la ayuda de las cajas-nido que podamos instalar en el bosque o en nuestro propio jardín.
Hace varias semanas compré estos tres nidos para periquitos y diamantes australianos con la intención de instalarlos en mi jardín para que sirvan de refugio en invierno y luego nido de cría en primavera a los pajarillos silvestres que visitan los frutales de mi jardín. No me parecieron caros a sólo 3 euros la unidad.
Para protegerlos de la lluvia y mantenerlos secos les he añadido un techo de hule imitación madera. Cada caja cuenta con medio techo levadizo donde he clavado un clavo que facilitará la abertura para inspeccionar el contenido y/o limpiar el nido tras la temporada de cría.
Entrada de una de las cajas-nido con un palito que sirve de posadero. La entrada al nido mide 4 centímetros de diámetro.
Parte posterior donde he clavado varios ganchos metálicos que facilitarán su fijación en el tronco o rama del árbol..
Primera caja-nido fijada al tronco de un piño canario, Pinus canariensis, de 14 años de edad, que conseguí a partir de un piñón cogido en lo alto del Pico del Teide.
Segunda caja-nido fijada al tronco y apoyada sobre una rama de un Pino de Norfolk, Araucaria heterophylla, conífera endémica de la isla australiana del mismo nombre, que compré a finales de septiembre del año 1985. En Mallorca lo llamamos "arbre de pisos" por su curioso crecimiento a razón de un piso de ramas cada año. Cuando lo compré medía 70 cms. y tenía 9 pisos. Así pues después de 31 años cuenta en la actualidad con 40 años de edad y mide unos 5 metros de altura. En la imagen se ven tres pisos de ramas, que se corresponden con otros tantos años.
Tercera caja-nido fijada sobre un aguacate, Persea americana, de unos 15 años de edad. Nació de una semilla extraida de un fruto que compré en un comercio. Hace 8 años lo injerté por el método de Corona bajo bolsa de plástico con dos estaquitas de un aguacate Hass y desde entonces cada año me da una gran cosecha de frutos deliciosos. En la imagen se aprecia bien el punto del doble injerto sobre el tallo principal.
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Edito esta entrada cinco días después para añadir las cuatro cajas-nido adicionales que he colocado en el jardín. Éstas tienen el agujero de entrada de sólo 3 centímetros. Con las anteriores suman en total siete cajas-nido. A ver si hay suerte y alguna pareja de pajarillos se anima a criar en ellas.
He situado la cuarta caja-nido sobre un aladierno, Rhamnus alaternus, que nació de una semilla defecada por un ave hace 26 años. Lo dejé crecer sin eliminarlo porque estaba en un sitio que no molestaba. A lo largo de estos años se ha convertido en un árbol bellísimo. Es macho y no produce semillas.
Por su situación en un rincón muy tranquilo esta caja-nido tiene muchas probabilidades de llegar a estar habitada.
Este oscuro tronco de un Quercus cerrioides de 34 años de edad, que sembré de una bellota en el año 1982, se me ha antojado un buen lugar para situar la quinta caja-nido.
La tupida maraña de ramillas de este ciprés, Cupressus sempervirens, de 15 años de edad, va a albergar la sexta caja-nido. Es la que ha quedado mejor camuflada.
Y por último aquí tenéis a la séptima y última caja-nido que he situado sobre esta rama de un zapote blanco de México, Casimiroa edulis, de 23 años de edad, que adquirí en un vivero de Sóller. Se trata de un cultivar de frutos sin semillas seleccionado en Israel para que soporte el clima traicionero del Mediterráneo.
La rama casi horizontal del zapote blanco será una estupenda plataforma de aterrizaje para las avecillas que lo escojan como su hogar.
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Edito esta entrada cinco días después para añadir las cuatro cajas-nido adicionales que he colocado en el jardín. Éstas tienen el agujero de entrada de sólo 3 centímetros. Con las anteriores suman en total siete cajas-nido. A ver si hay suerte y alguna pareja de pajarillos se anima a criar en ellas.
He situado la cuarta caja-nido sobre un aladierno, Rhamnus alaternus, que nació de una semilla defecada por un ave hace 26 años. Lo dejé crecer sin eliminarlo porque estaba en un sitio que no molestaba. A lo largo de estos años se ha convertido en un árbol bellísimo. Es macho y no produce semillas.
Por su situación en un rincón muy tranquilo esta caja-nido tiene muchas probabilidades de llegar a estar habitada.
Este oscuro tronco de un Quercus cerrioides de 34 años de edad, que sembré de una bellota en el año 1982, se me ha antojado un buen lugar para situar la quinta caja-nido.
La tupida maraña de ramillas de este ciprés, Cupressus sempervirens, de 15 años de edad, va a albergar la sexta caja-nido. Es la que ha quedado mejor camuflada.
Y por último aquí tenéis a la séptima y última caja-nido que he situado sobre esta rama de un zapote blanco de México, Casimiroa edulis, de 23 años de edad, que adquirí en un vivero de Sóller. Se trata de un cultivar de frutos sin semillas seleccionado en Israel para que soporte el clima traicionero del Mediterráneo.
La rama casi horizontal del zapote blanco será una estupenda plataforma de aterrizaje para las avecillas que lo escojan como su hogar.
Y tras el "arduo trabajo" me he zampado una ración de Chop Suey de cerdo con chayote mexicano, pimiento rojo, zanahorias, cebolletas, un trozo de rizoma de jengibre, tres ajos, aceite de girasol, un chorrito de aceite de sésamo, vinagre de manzana, salsa de soja y pimienta blanca en polvo. ¡¡¡Delicioso!!!