Un genocidio botánico, como siempre a manos del hombre
El Senecio rodriguezii, una joya botánica extraordinariamente vulnerable, es la víctima indefensa de la letal Puccinia distincta, un hongo que el hombre introdujo en las Islas Baleares con la importación de plantas de jardín infectadas, probablemente Bellis perennis.
Como si de una placa de Petri de laboratorio de microbiología se tratase, esta pequeña colonia de Puccinia distincta crece sobre esta hojita peluda y crasa, del tamaño de la yema de mi dedo índice, de un diminuto ejemplar de Senecio rodriguezii que crece a pocos metros del mar en la costa noroeste de Mallorca.
Las rocas costeras de este pequeño paraíso, con un islote al fondo, S'Illeta, es el hábitat preferido del Senecio rodriguezii. Le encanta el mar, hasta el extremo que si se siembra de semilla lejos de él, las plántulas sólo sobreviven unos meses. Necesita enraizar entre las grietas de las rocas salpicadas por las olas marinas. Sólo así es feliz.
Sus florecillas diminutas, de no más de dos centímetros de diámetro, vistas de cerca son verdaderas joyas con un diseño y una combinación de colores de una belleza exquisita.
En sus hojitas gruesas y rugosas acumula agua y nutrientes para poder soportar largos períodos de sequía. Tienen un color verde pálido que adopta un tono grisáceo casi blanco cuando la planta crece a pleno sol. Están cubiertas de una finísima pilosidad, que les permite resistir la intensa insolación del verano de Mallorca y Menorca, su único hogar en todo el planeta.
Como en todos los senecios, los frutos son aquenios (semillas) con un vilano algodonoso en su extremo a modo de aspas de helicóptero, que les facilita volar lejos de la planta madre para colonizar nuevos territorios con la ayuda del viento (Anemocoria).
Y ahí tenéis el drama, la terrible infección fúngica que mata de una manera lenta e irreversible a los individuos contagiados. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles.
Este domingo pude comprobar con gran tristeza que afecta a más del 50% de las ejemplares en este reducido hábitat de los alrededores de S'Illeta.
La infección se inicia con una espora que cae sobre una hoja y empieza a crecer alimentándose de sus tejidos, y poco a poco se va extendiendo al resto de hojas, tallos, capullos y flores, hasta acabar con la planta.
En esta imagen podemos ver dos especies de Senecio enfermas, arriba el Senecio vulgaris y abajo el Senecio rodriguezii, compartiendo el mismo hábitat.
Los cuerpos fructíferos del hongo Puccinia distinta sobresalen en forma de microscópicas copitas amarillas, que desprenden millones de esporas. Éstas tanto pueden ser dispersadas por el viento (anemocoria) como por el agua del mar o de los torrentes que desembocan en él (hidrocoria).
Vi los primeros ejemplares infectados en la primavera de 2013. Anteayer la infestación había aumentado hasta límites peligrosos para la supervivencia de este bellísimo endemismo balear. Si no se producen varias mutaciones de resistencia en los ejemplares de las próximas generaciones, su futuro a corto plazo pinta muy negro. Ojalá consiga sobrevivir. Es una de las plantas endémicas más bonitas de nuestras islas.
¡Deseémosle suerte, amigos!
Las rocas costeras de este pequeño paraíso, con un islote al fondo, S'Illeta, es el hábitat preferido del Senecio rodriguezii. Le encanta el mar, hasta el extremo que si se siembra de semilla lejos de él, las plántulas sólo sobreviven unos meses. Necesita enraizar entre las grietas de las rocas salpicadas por las olas marinas. Sólo así es feliz.
Sus florecillas diminutas, de no más de dos centímetros de diámetro, vistas de cerca son verdaderas joyas con un diseño y una combinación de colores de una belleza exquisita.
En sus hojitas gruesas y rugosas acumula agua y nutrientes para poder soportar largos períodos de sequía. Tienen un color verde pálido que adopta un tono grisáceo casi blanco cuando la planta crece a pleno sol. Están cubiertas de una finísima pilosidad, que les permite resistir la intensa insolación del verano de Mallorca y Menorca, su único hogar en todo el planeta.
Como en todos los senecios, los frutos son aquenios (semillas) con un vilano algodonoso en su extremo a modo de aspas de helicóptero, que les facilita volar lejos de la planta madre para colonizar nuevos territorios con la ayuda del viento (Anemocoria).
Y ahí tenéis el drama, la terrible infección fúngica que mata de una manera lenta e irreversible a los individuos contagiados. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles.
Este domingo pude comprobar con gran tristeza que afecta a más del 50% de las ejemplares en este reducido hábitat de los alrededores de S'Illeta.
La infección se inicia con una espora que cae sobre una hoja y empieza a crecer alimentándose de sus tejidos, y poco a poco se va extendiendo al resto de hojas, tallos, capullos y flores, hasta acabar con la planta.
En esta imagen podemos ver dos especies de Senecio enfermas, arriba el Senecio vulgaris y abajo el Senecio rodriguezii, compartiendo el mismo hábitat.
Los cuerpos fructíferos del hongo Puccinia distinta sobresalen en forma de microscópicas copitas amarillas, que desprenden millones de esporas. Éstas tanto pueden ser dispersadas por el viento (anemocoria) como por el agua del mar o de los torrentes que desembocan en él (hidrocoria).
Vi los primeros ejemplares infectados en la primavera de 2013. Anteayer la infestación había aumentado hasta límites peligrosos para la supervivencia de este bellísimo endemismo balear. Si no se producen varias mutaciones de resistencia en los ejemplares de las próximas generaciones, su futuro a corto plazo pinta muy negro. Ojalá consiga sobrevivir. Es una de las plantas endémicas más bonitas de nuestras islas.
¡Deseémosle suerte, amigos!