viernes, 25 de marzo de 2011

Fossombronia caespitiformis, se atrevió a salir del agua

Hoy os voy a hablar de una planta muy primitiva perteneciente al grupo de las Hepáticas, la Fossombronia caespitiformis. Hace millones de años su ancestro acuático, un alga, se atrevió a asomarse al mundo terrestre y colonizó las rocas bañadas por el agua dulce de algun lago, río, torrente o balsa temporal. Poco a poco se fue acostumbrando a cortos períodos de sequía con pequeñas mutaciones adaptativas que en la actualidad le permiten sobrevivir deshidratada durante gran parte del año. Tal es su grado de deshidratación en los largos meses de verano que prácticamente no se ve.

Con las primeras lluvias del otoño sus hojitas diminutas parecidas a una lechuga se rehidratan, se expanden, reverdecen y reinician su ciclo vital acumulando nutrientes, agua y energía con la fotosíntesis.

 A principios del invierno desarrolla sus cuerpos fructíferos, esporofitos, como bolitas negras repletas de esporas dispuestas en el extremo de largos talos transparentes, en un intento de elevarlas al máximo para así dispersar mejor y más lejos las esporas para colonizar nuevos territorios.

Fossombronia caespitiformis en febrero sobre una roca calcárea orientada hacia el noroeste, creciendo como una alfombra verde y blanca cubierta de cuerpos fructíferos en distintos grados de maduración.

 
Fossombronia caespitiformis con vigorosos esporofitos maduros a principios de febrero a punto de iniciar la dispersión de las esporas.

Los esporofitos cambian de color a medida que van madurando. Al principio tienen un intenso color negro, posteriormente van adquiriendo una tonalidad parda cada vez más clara, hasta que las esporas están maduras y el cuerpo fructífero se desgarra explosivamente arrojando lo más lejos posible las esporas.

Detalle de los esporofitos en distintos grados de maduración. Haciendo doble click sobre la foto para ampliarla se pueden ver las diminutas esporas marrones que han quedado pegadas a la membrana desgarrada de los cuerpos fructíferos y también a los talos transparentes.

Microfotografía a 40 aumentos de un esporofito de Fossombronia caespitiformis con sus medidas en micras.

Microfotografía del mismo esporofito anterior en el preciso momento de desgarrar la bolsa del cuerpo frutífero y dispersar las esporas. (Doble click encima de la foto para ampliarla)


 Esporas de Fossombronia caespitiformis fotografiadas a 400 aumentos. Tienen un gran parecido a los erizos de mar. Sus medidas permiten identificar con total certeza la especie.





sábado, 19 de marzo de 2011

Ama el sol y viste abrigo de lana

Os presento a la Cosentinia vellea, una especie de helecho heliófilo y termófilo que junto a la Notholaena marantae y algunas Cheilanthes está adaptado a vivir a pleno sol, siendo por tanto una excepción dentro del mundo de los helechos. Pertenece a la familia de las Hemionitidaceae y puede tener una dotación cromosómica diploide con 58 cromosomas (2n= 58, n= 29), Cosentinia vellea subsp. bivalens o tener el genoma duplicado por apomeiosis con una dotación cromosómica autotetraploide con 116 cromosomas (2n= 116, n= 58), Cosentinia vellea subsp. vellea. Dado que el fenotipo de ambas subespecies es prácticamente idéntico, para diferenciarlas hay que hacer un estudio cromosómico o bien medir el tamaño de las esporas, algo más pequeñas en la subespecie diploide.

Vigorosa Cosentinia vellea a principios de mayo creciendo a pleno sol con un calor abrasador y una luz intensa y cegadora. Está enraizada entre unas piedras volcánicas que retienen las cenizas del Volcán Teneguía al sur de la isla canaria de La Palma. Me sorprendió su buen aspecto contra toda lógica, pues eran las 13 horas del mediodía y calculé una temperatura superior a los 40ºC. A pesar de ello sus frondes estaban bien extendidas y turgentes, prueba inequívoca de su excelente hidratación. Arrodillado sobre la ceniza haciéndole fotos descubrí su secreto. Si hacéis doble click sobre la imagen para ampliarla observaréis que la ceniza donde la Cosentinia hunde sus raíces está muy húmeda. A la izquierda se ven incluso pequeñas hepáticas y un poco de musgo, algo increible con el calor tórrido y la intensa sequía que castiga el sur semidesértico de la Isla Bonita.

Cuando volvía hacia el coche comprendí el misterio de aquella humedad que permite vivir muy a gusto a  esta plantita vestida de lana blanca. Las laderas del Volcán Teneguía que bajan hacia el mar están cubiertas de viñas cultivadas inteligentemente por los palmeros aprovechando la misma estrategia que la Cosentinia, la porosidad de la lava y las cenizas volcánicas, que absorben como esponjas la humedad de la brisa marina que cada madrugada sube desde el Océano Atlántico, empapa la superficie de la lava y, gracias a su porosidad, el agua dulcísima venida del mar se filtra hacia la profundidad del subsuelo, donde tienen sus raíces la Cosentinia vellea y las viñas. Aunque pasen meses sin llover estas plantas no padecen sed y se mantienen lozanas durante todo el largo verano canario. Es el mismo fenómeno de la Lluvia horizontal de los bosques de Laurisilva, sustituyendo las copas de los árboles por la lava volcánica, ya que en ambos casos la humedad de la brisa marina se condensa sobre las hojas en los bosques y sobre la lava en las zonas costeras semidesérticas, dejando miles de toneladas de agua dulcísima, sin necesidad de que llueva.

Otros bellísimos ejemplares en las laderas del Volcán Teneguía, que en las Islas Canarias pertenecen a la subespecie diploide, Cosentinia vellea subsp. bivalens. Compartiendo el mismo hábitat se encuentran ejemplares de Notholaena marantae de la subespecie canaria subcordata, que utiliza la misma estrategia que la Cosentinia, incluida la vellosidad que las protege de los rayos del sol y la deshidratación.

Aquí vemos los dos helechos que aman el sol y visten abrigo de lana: a la izquierda una Cosentinia vellea con su abrigo de lana blanca y a la derecha una Notholaena marantae subsp. subcordata con su abrigo de lana pardo-anaranjada. (Doble click encima de la foto para ampliarla)

En un clima bastante diferente al canario, aunque utilizando estrategias similares, aquí podemos ver un ejemplar de Cosentinia vellea creciendo entre las piedras de un bancal orientado hacia el sur en el Valle de Sóller de la Isla de Mallorca. En las islas mediterráneas, al no tener el aporte de la humedad de la brisa marina, durante el verano este helechito velludo entra en estivación, deshidrata, encoge y enrolla sus frondes, adopta el aspecto de una bolita de algodón y espera pacientemente a que lleguen las primeras lluvias del otoño, de manera que en 24 horas sus frondes salen del letargo estival, se rehidratan, reverdecen, se expanden, se desenrollan y vuelven a tener el mismo aspecto que unos meses antes, como si nada hubiera pasado.

Haz de una fronde de Cosentinia vellea cubierta de vellosidad que deja ver la superficie verde de las pinnas. Las frondes de la Cosentinia tienen el pecíolo mucho más corto que la lámina, que es bipinnada y oblongo-lanceolada, con pínnulas de ovadas a suborbiculares, de enteras a profundamente lobadas con lóbulos redondeados y cubiertas por ambas caras de pelos lanosos pluricelulares, en un principio blanquecinos que al envejecer se vuelven ferrugíneos.

Tupida vellosidad blanca del envés de la misma fronde anterior, que cubre incluso el raquis, como si de un abrigo de lana se tratase.

Los soros se desarrollan bajo la pilosidad del envés de las frondes. Ampliando la imagen se ven los esporangios maduros como bolitas negras a punto de dispersar las esporas.

Esporangio de gran tamaño de Cosentinia vellea ya desplegado tras la dispersión de las esporas. Se ven algunas esporas que han quedado retenidas dentro de la bolsa transparente.

Bellísimas esporas de un intenso color rojo oscuro. En este caso no superan las 60 micras y pertenecen a la subespecie bivalens.

Las esporas de Cosentinia vellea germinan con gran facilidad si se cultivan en una fiambrera. En esta imagen se ven varios esporofitos de Cosentinia vellea que ya muestran la vellosidad típica de la especie.




domingo, 13 de marzo de 2011

Davallia canariensis, la macaronésica rizomatosa

Es un helecho amante de la luz, las temperaturas suaves sin heladas y la tierra ácida más bien seca. No soporta la sombra ni la humedad excesiva. Sus rizomas suculentos llenos de agua y nutrientes le permiten soportar largos períodos de sequía. Le gusta vivir sobre rocas cubiertas de musgos y líquenes y también como epifita, especialmente sobre robles, encinas, alcornoques y árboles de laurisilva, como los garoés, barbusanos, viñátigos y laureles. Su adaptabilidad también le permite colonizar muros y claros de faial-brezal. Su distribución abarca Galicia, Asturias, norte de Portugal, Cádiz, Málaga, Madeira e Islas Canarias. Pertenece a la família de las Davalliaceae y su dotación cromosómica es 2n = 80.

Varios ejemplares de Davallia canariensis creciendo a pleno sol entre las piedras de un muro de la Villa de Mazo en la Isla de La Palma.

En Andalucía la Davallia canariensis está protegida por la ley y los descorchadores de los alcornoques la respetan cuando la encuentran creciendo como epifita sobre el corcho. La de la imagen tiene sus raices metidas entre las rugosidades del corcho. Foto realizada en el Parque natural de Los Alcornocales en la província de Cádiz cerca del municipio de Jimena de la Frontera.

Grupo de Davallia canariensis sobre un muro de piedras volcánicas de Los Llanos de Aridane en la Isla de La Palma. Se ven varias frondes del endémico Polypodium cambricum ssp. macaronesicum.

Davallia canariensis creciendo como epifita sobre una palmera canaria, Phoenix canariensis, en el municipio de Barlovento al norte de la Isla de La Palma.

Davallia canariensis creciendo como epifita sobre una altísima rama de garoé, til o arbol-fuente, Ocotea foetens, en el exuberante Bosque de Los Tiles de la Isla de La Palma.

Este helecho también vive en los claros de los bosques de faial-brezal, como el de la foto que fué tomada en el municipio palmero de Los Llanos de Aridane.

Joven Davallia canariensis con el rizoma enraizado sobre el musgo de una roca del Monte Poíso de la isla de Madeira. El rizoma de este helecho crece siempre superficial sobre el sustrato, nunca cubierto, ya que no soporta la humedad. Necesita que le toque el aire y la luz. Puede llegar a medir hasta 2 centímetros de diámetro. De su parte inferior, la que está en contacto con el suelo, brotan raíces que fijan el rizoma, el cual va creciendo y ramificándose de manera que llega a formar una pequeña colonia con múltiples brotes, todos ellos de un único individuo.

Detalle del rizoma anterior cubierto de páleas de hasta 12 milímetros de longitud, lanceoladas, brillantes, de margen hialino y ciliado. A medida que crece y se ramifica forma yemas de las que brotan las frondes, que pueden llegar a medir 50 centímetros de longitud, con el pecíolo tan largo como la lámina, castaño rojizo, paleáceo, más oscuro en la base. El pecíolo que se ve en la foto es verde porque pertenece a una fronde tierna. Irá oscureciéndose con el tiempo.

Frondes de Davallia canariensis con lámina 3-4 pinnada, subdeltoidea, glabra, con los segmentos de último orden lanceolados u ovado-oblongos, de color verde intenso, más claro en las frondes tiernas.

Soros de Davallia canariensis, apicales, submarginales, en el extremo de los nervios, con el indusio en forma de copa.

Esporangio de Davallia canariensis ya vacío tras la dispersión de las esporas.

Largo esporangióforo de un esporangio de Davallia canariensis, que hace las funciones de cordón umbilical. Está formado por varias células tubulares y une el esporangio a la pínnula, la cual suministra el agua y los nutrientes que el esporangióforo lleva al anillo del esporangio, el cual tiene una función semejante a la placenta de los mamíferos y alimenta a las esporas mientras están creciendo en el interior de la bolsa del esporangio.

Esporas de Davallia canariensis, oblongo-reniformes, hialinas, grandes, de un bonito color amarillo-limón.



domingo, 6 de marzo de 2011

Phyllitis scolopendrium, lengua de ciervo

La lengua de ciervo, Phyllitis scolopendrium, sinónimo de Asplenium scolopendrium, debe su nombre popular a la forma de sus frondes que se parecen a la lengua larga y estrecha de los ciervos. Su nombre científico se compone de una palabra de origen griego "Phyllitis", de Phyllon, que significa hoja, por sus frondes simples no pinnadas y una palabra de origen latino "scolopendrium", que hace referencia a la forma de escolopendra de sus frondes, que suelen presentar ondulaciones parecidas a los segmentos del cuerpo de este gusano. Pertenece a la gran família de las Aspleniaceae. Su dotación cromosómica es diploide con 2n = 72, n = 36.

Ejemplar de lengua de ciervo cultivado en el Jardín Botánico de Sóller en la Isla de Mallorca. En esta isla el helecho Phyllitis scolopendrium es extremadamente escaso. La madre del ejemplar de la foto, de la que se obtuvieron las esporas para su cultivo, vive en una sima profunda en forma de cueva vertical llamada en mallorquín "Sa Cova des Cero" ( La cueva del ciervo) que está en la Serra de Na Burguesa. Para acceder a los helechos hay que bajar con cuerdas de escalada. Solamente en estas condiciones de humedad y sombra permanentes consigue sobrevivir a los veranos tórridos y resecos de Mallorca.

Al contrario que el ejemplar mallorquín, esta vigorosa Phyllitis scolopendrium vive a plena luz en un claro de un bosque de Laurisilva de la Isla de Faial del Archipiélago de las Azores. Estas islas atlánticas gozan de un clima templado y húmedo durante todo el año gracias al permanente aporte de humedad de la Lluvia horizontal, típica de la Macaronesia. Llama la atención la impronta de los soros en el haz de las frondes, que les da un aspecto segmentado o estriado.

Otros dos ejemplares en una pendiente del crater del volcán llamado Caldeira do Faial en las Azores. A la izquierda se ven varias hojas del endemismo azoriano Hedera azorica y a la derecha abajo varias frondes de la alóctona invasora Deparia petersenii.

La Phyllitis scolopendrium vive en Europa, la región mediterránea, las Islas Azores y Madeira. Cuanto más al sur más rara se hace su presencia. Su hábitat preferido son los bosques, simas, cuevas, barrancos, roquedos y muros umbrosos y frescos con humedad constante durante todo el año.

Una de las características de la Phyllitis scolopendrium es la base cordada con dos aurículas redondeadas no divaricadas y el pecíolo más corto que la lámina, la cual es lanceolada en ejemplares adultos y oblongo-lanceolada en los jóvenes y puede llegar a medir hasta 60 cms. La aurículas redondeadas no divaricadas de la base le diferencian de la Phyllitis sagittata, que en ejemplares adultos  las tiene generalmente agudas y divaricadas.

Envés de una fronde con los grandes soros maduros, dispuestos en forma paralela a cada lado del nervio central de la lámina.

Detalle de los soros lineares, paralelos entre sí y desiguales que pueden llegar a medir hasta 3 cms. Indusio de margen entero que en la foto no se ve porque ya se ha abierto y los esporangios se han desplegado, sobresaliendo por encima del indusio.

Esporangio de Phyllitis scolopendrium ya desplegado con la bolsa vacía, tras la dispersión de las esporas.

Esporas pequeñas de lengua de ciervo. Su tamaño no suele sobrepasar las 33 micras, lo cual indica que es un helecho diploide.

Diminutos esporofitos de Phyllitis scolopendrium con su primera fronde, que ha brotado de una oósfera fecundada de un gametofito.

Exuberante población de gametofitos de Phyllitis scolopendrium, tras la germinación masiva de las esporas dispersadas por los esporangios de un viejo ejemplar que está unos metros por encima. Foto realizada en la Caldeira do Faial de las Azores. Se ven algunos esporofitos con frondes en distintos estadíos de crecimiento.