Os presento a la Cosentinia vellea, una especie de helecho heliófilo y termófilo que junto a la Notholaena marantae y algunas Cheilanthes está adaptado a vivir a pleno sol, siendo por tanto una excepción dentro del mundo de los helechos. Pertenece a la familia de las Hemionitidaceae y puede tener una dotación cromosómica diploide con 58 cromosomas (2n= 58, n= 29), Cosentinia vellea subsp. bivalens o tener el genoma duplicado por apomeiosis con una dotación cromosómica autotetraploide con 116 cromosomas (2n= 116, n= 58), Cosentinia vellea subsp. vellea. Dado que el fenotipo de ambas subespecies es prácticamente idéntico, para diferenciarlas hay que hacer un estudio cromosómico o bien medir el tamaño de las esporas, algo más pequeñas en la subespecie diploide.
Vigorosa Cosentinia vellea a principios de mayo creciendo a pleno sol con un calor abrasador y una luz intensa y cegadora. Está enraizada entre unas piedras volcánicas que retienen las cenizas del Volcán Teneguía al sur de la isla canaria de La Palma. Me sorprendió su buen aspecto contra toda lógica, pues eran las 13 horas del mediodía y calculé una temperatura superior a los 40ºC. A pesar de ello sus frondes estaban bien extendidas y turgentes, prueba inequívoca de su excelente hidratación. Arrodillado sobre la ceniza haciéndole fotos descubrí su secreto. Si hacéis doble click sobre la imagen para ampliarla observaréis que la ceniza donde la Cosentinia hunde sus raíces está muy húmeda. A la izquierda se ven incluso pequeñas hepáticas y un poco de musgo, algo increible con el calor tórrido y la intensa sequía que castiga el sur semidesértico de la Isla Bonita.
Cuando volvía hacia el coche comprendí el misterio de aquella humedad que permite vivir muy a gusto a esta plantita vestida de lana blanca. Las laderas del Volcán Teneguía que bajan hacia el mar están cubiertas de viñas cultivadas inteligentemente por los palmeros aprovechando la misma estrategia que la Cosentinia, la porosidad de la lava y las cenizas volcánicas, que absorben como esponjas la humedad de la brisa marina que cada madrugada sube desde el Océano Atlántico, empapa la superficie de la lava y, gracias a su porosidad, el agua dulcísima venida del mar se filtra hacia la profundidad del subsuelo, donde tienen sus raíces la Cosentinia vellea y las viñas. Aunque pasen meses sin llover estas plantas no padecen sed y se mantienen lozanas durante todo el largo verano canario. Es el mismo fenómeno de la Lluvia horizontal de los bosques de Laurisilva, sustituyendo las copas de los árboles por la lava volcánica, ya que en ambos casos la humedad de la brisa marina se condensa sobre las hojas en los bosques y sobre la lava en las zonas costeras semidesérticas, dejando miles de toneladas de agua dulcísima, sin necesidad de que llueva.
Cuando volvía hacia el coche comprendí el misterio de aquella humedad que permite vivir muy a gusto a esta plantita vestida de lana blanca. Las laderas del Volcán Teneguía que bajan hacia el mar están cubiertas de viñas cultivadas inteligentemente por los palmeros aprovechando la misma estrategia que la Cosentinia, la porosidad de la lava y las cenizas volcánicas, que absorben como esponjas la humedad de la brisa marina que cada madrugada sube desde el Océano Atlántico, empapa la superficie de la lava y, gracias a su porosidad, el agua dulcísima venida del mar se filtra hacia la profundidad del subsuelo, donde tienen sus raíces la Cosentinia vellea y las viñas. Aunque pasen meses sin llover estas plantas no padecen sed y se mantienen lozanas durante todo el largo verano canario. Es el mismo fenómeno de la Lluvia horizontal de los bosques de Laurisilva, sustituyendo las copas de los árboles por la lava volcánica, ya que en ambos casos la humedad de la brisa marina se condensa sobre las hojas en los bosques y sobre la lava en las zonas costeras semidesérticas, dejando miles de toneladas de agua dulcísima, sin necesidad de que llueva.
Otros bellísimos ejemplares en las laderas del Volcán Teneguía, que en las Islas Canarias pertenecen a la subespecie diploide, Cosentinia vellea subsp. bivalens. Compartiendo el mismo hábitat se encuentran ejemplares de Notholaena marantae de la subespecie canaria subcordata, que utiliza la misma estrategia que la Cosentinia, incluida la vellosidad que las protege de los rayos del sol y la deshidratación.
Aquí vemos los dos helechos que aman el sol y visten abrigo de lana: a la izquierda una Cosentinia vellea con su abrigo de lana blanca y a la derecha una Notholaena marantae subsp. subcordata con su abrigo de lana pardo-anaranjada. (Doble click encima de la foto para ampliarla)
Aquí vemos los dos helechos que aman el sol y visten abrigo de lana: a la izquierda una Cosentinia vellea con su abrigo de lana blanca y a la derecha una Notholaena marantae subsp. subcordata con su abrigo de lana pardo-anaranjada. (Doble click encima de la foto para ampliarla)
En un clima bastante diferente al canario, aunque utilizando estrategias similares, aquí podemos ver un ejemplar de Cosentinia vellea creciendo entre las piedras de un bancal orientado hacia el sur en el Valle de Sóller de la Isla de Mallorca. En las islas mediterráneas, al no tener el aporte de la humedad de la brisa marina, durante el verano este helechito velludo entra en estivación, deshidrata, encoge y enrolla sus frondes, adopta el aspecto de una bolita de algodón y espera pacientemente a que lleguen las primeras lluvias del otoño, de manera que en 24 horas sus frondes salen del letargo estival, se rehidratan, reverdecen, se expanden, se desenrollan y vuelven a tener el mismo aspecto que unos meses antes, como si nada hubiera pasado.
Haz de una fronde de Cosentinia vellea cubierta de vellosidad que deja ver la superficie verde de las pinnas. Las frondes de la Cosentinia tienen el pecíolo mucho más corto que la lámina, que es bipinnada y oblongo-lanceolada, con pínnulas de ovadas a suborbiculares, de enteras a profundamente lobadas con lóbulos redondeados y cubiertas por ambas caras de pelos lanosos pluricelulares, en un principio blanquecinos que al envejecer se vuelven ferrugíneos.
Tupida vellosidad blanca del envés de la misma fronde anterior, que cubre incluso el raquis, como si de un abrigo de lana se tratase.
Los soros se desarrollan bajo la pilosidad del envés de las frondes. Ampliando la imagen se ven los esporangios maduros como bolitas negras a punto de dispersar las esporas.
Esporangio de gran tamaño de Cosentinia vellea ya desplegado tras la dispersión de las esporas. Se ven algunas esporas que han quedado retenidas dentro de la bolsa transparente.
Bellísimas esporas de un intenso color rojo oscuro. En este caso no superan las 60 micras y pertenecen a la subespecie bivalens.
Las esporas de Cosentinia vellea germinan con gran facilidad si se cultivan en una fiambrera. En esta imagen se ven varios esporofitos de Cosentinia vellea que ya muestran la vellosidad típica de la especie.
Es siempre milagrosa la resurrección. Abrazos.
ResponderEliminarJuan, magnífico reportaje, como siempre; estamos intentando introducir Cosentinia vellea en el Jardín Botánico El Castillejo. Es un helecho que me parece espectacular por su pilosidad. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Manolo. Si sembrais este helecho en el Jardín botánico El Castillejo es importante que respeteis sus preferencias: a pleno sol, orientación sur y con bastante humedad en el sustrato, sin encharcarlo. No lo sembreis en el suelo, siempre en una pared o grieta vertical, tal como vive en la naturaleza. Un saludo.
ResponderEliminarExcelente apunte sobre Cosentinia.
ResponderEliminarPor esta zona (Cartagena) hay laderas en que resulta bastante abundante y no deja de llamarme la atención que suelen ser ladera orientadas al mar y con muy buena exposición (solar). Teniendo en cuenta lo que llueve por aqui (-350 mm/año), con 300 dias de sol/año y temperaturas estivales comunmente por encima de 35º, pues no deja de ser impresionante lo que aguantan estos helechos e incluso lo que parecen "buscar" :)
Saludos