El ricino es una planta muy "inteligente", tanto que desde su lugar de origen, el África tropical, con la ayuda del hombre ha conseguido expandirse y adaptarse a climas mucho más fríos y se ha asilvestrado con gran éxito en prácticamente todas las regiones de la Tierra con un clima templado-mediterráneo hasta convertirse en una plaga. Hoy mismo he dado una vuelta por las carreteras circundantes de mi pueblo y he podido ver numerosos ricinos en cunetas y escombreras. Sólo le teme a las heladas intensas y acepta cualquier tipo de suelo, desde ácido a alcalino, desde nitrificado a muy pobre en nutrientes, desde arenoso a calcáreo-arcilloso.
Aunque venenoso, el ricino de la variedad roja, Ricinus communis var. sanguineus, siempre se me ha antojado muy bonito. Alcanza un porte subarbóreo de hasta 7 metros de altura. Los tallos jóvenes y los pecíolos de las hojas lucen un vistoso e intenso color rosado-rojizo. Este ejemplar vive feliz en mi jardín. Procede de una semilla de un viejo ricino silvestre que crece esplendoroso en la grieta de una roca de arenisca en el sur de Mallorca prácticamente sin nutrientes y con poquísima agua.
La otra variedad, Ricinus communis var. minor, es verde-cenicienta en todas sus partes y su porte es más bajo y menos vigoroso.
Esta planta es muy parecida al hombre. Ambas especies, la vegetal y la
humana, son originarias de África tropical y ambas han expandido sus
poblaciones al resto del planeta, adaptándose a los variados climas con
los que se han ido encontrando en su expansión. Como el mismo hombre el
ricino es, pues, un campeón de la supervivencia. Es una especie
vencedora.
Inflorescencia de ricino rojo con las flores femeninas en su extremo distal y las masculinas en la parte inferior. Para evitar la autopolinización las flores femeninas se abren unos días antes que las masculinas, lo que recibe el nombre de protoginia, de manera que una vez fecundadas por el polen de otra planta, su estigma se cierra y seca, momento en que se abren las flores masculinas con sus numerosos estambres cargados de polen, que el viento lleva lejos en busca de los estigmas receptivos de otra planta.
Flores femeninas, algunas de ellas con el estigma ya seco tras la fecundación. Las seis ramas del estigma en forma de estrella de mar o de pulpo tienen una superficie verrugosa y pegajosa para facilitar la adherencia de los granos de polen arrastrados por el viento.
Flor masculina con numerosos estambres ramificados en forma de coliflor.
Las inflorescencias se desarrollan en el extremo de los tallos. Tras la fecundación de las flores femeninas y el engorde de los ovarios maduran los frutos que están cubiertos de espinas poco punzantes.
Detalle de los frutos y sus espinas. Si os fijáis, las puntas de las espinas están recurvadas en forma de gancho diminuto, cuya misión consiste en engancharse al pelo de los grandes mamíferos africanos, como si de velcro se tratase, para utilizarlos inteligentemente como mulas de carga, consiguiendo así ser llevados lejos de la planta madre para conquistar nuevos territorios. Además de este medio de dispersión, la ligereza de los frutos permite que el viento los arrastre con facilidad. Y por último, la estructura suberosa de las paredes de los frutos permite que floten sobre el agua de los torrentes y ríos. Así pues, su inteligencia le permite aprovechar tres medios de dispersión de sus semillas: la animal (zoocoria), la aérea (anemocoria) y la acuática (hidrocoria).
Cada flor femenina cuenta con un ovario trilocular. Tras la fecundación a través del viento por el polen de las flores masculinas de otra planta de ricino, el ovario se transforma en un fruto con tres cavidades o lóculos, en cada uno de los cuales se desarrolla una semilla.
En este fruto maduro se pueden ver los restos del estigma rojizo en forma de pulpo de la flor femenina.
Sus genes ancestrales de adaptación al frío,
a pesar de su origen tropical, le han facilitado el éxito en su supervivencia. Sin duda en
algún momento de su evolución africana consiguió superar un cambio
climático con un enfriamiento más o menos rápido de su hábitat mediante
mutaciones e hibridaciones adaptativas, que posteriormente dejaron de
serle útiles al volver a calentarse la Tierra con un nuevo cambio
climático cálido. Los genes de resistencia al frío no desaparecieron de
su genoma, simplemente quedaron bloqueados, inactivados. Cuando con la
ayuda del hombre fue llevado a regiones más frías, los genes durmientes
fueron nuevamente activados para que pudiera adaptarse y soportar las
heladas suaves del clima mediterráneo.
Los tres lóculos de un fruto abierto.
Semillas de ricino con un diseño cromático bellísimo.
Cada semilla cuenta con una carúncula reniforme, es decir, en forma de pequeño riñón blanquecino, de consistencia esponjosa y muy rica en nutrientes, para aprovechar un cuarto medio de dispersión: las grandes hormigas africanas con fuerza suficiente para transportar las semillas con sus mandíbulas. Tras alimentarse de la carúncula comestible, desechan el resto de la semilla por su toxicidad. De esta manera, regalando una golosina a las hormigas, el ricino consigue que lleven sus hijos, sus semillas, lo más lejos posible, lo que en botánica recibe el nombre de mirmecocoria (dispersión por las hormigas).
Las semillas del ricino son tan bonitas que metidas en un frasco lucen como pequeñas joyas.
Al aplastar entre los dedos una semilla de ricino nos damos cuenta de la untuosidad de sus cotiledones por su riqueza en aceite, hasta el 50% de su composición.
El aceite de ricino es purgante en pequeñas dosis y llega a ser letal en altas dosis. Fue usado hace décadas en farmacopea como laxante en estreñimiento y como crecepelo para la calvicie. En nuestra fratricida guerra civil fue utilizado como método de tortura de los prisioneros y de los opositores políticos, obligándoles a ingerir fuertes dosis de aceite de ricino, que les provocaba vómitos y diarreas incoercibles, con la intención de hacerles hablar o simplemente de humillarles y denigrarles.
En la actualidad, además de sus aplicaciones en la industria química y farmacéutica (ya no se usa como laxante, aunque sí como escipiente de algunos medicamentos), se está utilizando como lubricante en aeronáutica y dada la carencia energética se está sopesando su uso como biocombustible. El ricino tiene pues su futuro asegurado de la mano del hombre.
Interesante reportaje. A mi hija le encanta, este año he plantado uno en el jardín, tendré que estar pendiente de arrancar todas las plantas que salgan al rededor. Besitos.
ResponderEliminarA mi también me gusta la variedad roja. Un saludo.
EliminarBuenísima entrada, como siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias, dr. ramsés.
EliminarSiempre se aprende muchísimo con tus artículos.
ResponderEliminarGracias Joan!
Matilde
Muchas gracias a ti, Matilde.
EliminarAlgo he leído que la ricina, contenida en la piel de las semillas, es uno de los venenos mas potentes y peligrosos, debido a que, hasta al menos dos años, no había antídoto conocido. También se comentaba que las dosis letales se medían en micro gramos.
ResponderEliminarVaya, pues resulta ser más tóxico de lo que se creía. Gracias por la información, José.
EliminarUna información muy muy interesante y gracias por identificarme un ejemplar que lo tenía algo desubicado. Un abrazo desde Plantukis.
ResponderEliminarGracias a ti, Raúl.
EliminarUn abrazo.
Todo muy interesante. Coincido contigo en que la variedad roja es ciertamente hermosa
ResponderEliminarMuchas gracias, joaquín.
EliminarUn saludo.
A la belleza del árbol se suma la de las semillas; como bien dices, parecen joyas.Nada que ver con sus usos denigrantes para los que se utilizó en épocas pasadas de triste recuerdo.
ResponderEliminarSaludos
Así es, Pini. Son como joyas.
EliminarSaludos.
Tengo entendido que la cocción desactiva la toxina.
ResponderEliminarPrecioso el artículo, Joan.
Muchas gracias, Anónimo.
Eliminarhaaa siempre me trae recuerdos el fruto y la semilla de ricino, nunca supe de niño como se llamaba esa planta. si las ensartas con un hilo y le pones una resina, laca o algun pegamento transparente obtendras un bonito collar de semilas.
ResponderEliminarsaludos desde Lima Peru
Una buena sugerencia, ricardosos.
EliminarIncreíble yo de niña jugaba con esta planta tanto tallo, hoja y semilla hasta obtener una masa de las semillas sin saber que jugaba con un enemigo. Hoy en día tengo 3 hijas las que juegan con ella no de la misma manera pero si en ocasiones e visto que la hoja la cortan en tiras cuadros y a mi papá le gusta mucho hablare con el y quitaremos todo rastro de este magnifico ejemplar y gracias por la informacion
ResponderEliminarGracias a ti, Leyla.
EliminarDeja a la planta en paz, asesina.
EliminarMe gusta cuando podan la planta de ricino y se hace tan grande como un arbol
ResponderEliminarSus ramas son tan frágiles que raramente alcanza mucha altura.
EliminarEntonces, mejor, lo quitamos del jardín?
ResponderEliminarSi tienes niños pequeños que puedan comerse las semillas, mejor si.
EliminarEs uno de los venenos mas potentes y no hay antidoto. Cuidado.
ResponderEliminarAsí es, Unknown.
EliminarEl aceite de ricino es venenoso o tóxico??
ResponderEliminarSi te lees el texto, hallarás la respuesta.
EliminarGenial tu aporte. Cuidadito con las semillas, que he leído lo peligrosas que pueden ser
ResponderEliminarGracias, Unknown.
EliminarSiento ternura por la planta la conservaré
ResponderEliminarHola Juan me gustaría que me respondas la siguiente pregunta ¿todas las variedades de ricino son venenosas?
ResponderEliminarPor desgracia sí.
EliminarGracias por aclarar mi duda ¿entonces las variedades verdes también son venenosas?
EliminarTODAS.
EliminarUn saludo para ti también
ResponderEliminar