viernes, 27 de junio de 2014

Lotus berthelotii, llamaradas de fuego volcánico

Como en el caso de la Lysimachia minoricensis, endémica de la Isla de Menorca, que se ha extinguido en la naturaleza y prospera en cambio magníficamente cuando se la cultiva en los jardines botánicos de numerosos países del mundo con climas muy distintos al de su isla natal, los Lotus canarios del grupo Heinekenia, llamados Pico de paloma, Pico de cernícalo o Hierba de plata, están en peligro crítico de extinción con poblaciones reducidas a unos pocos ejemplares, mantenidas artificialmente a base de repoblaciones de ejemplares cultivados a partir de esquejes, ya que su producción de frutos es tan escasa que resulta casi milagroso encontrar alguna legumbre con semillas viables.

 Las flores del híbrido Lotus berthelotii x maculatus son espectaculares, como llamaradas de fuego volcánico.

Básicamente las especies del grupo Heinekenia endémicas de las Islas Canarias son tres:

-Lotus berthelotii, endémico de Tenerife, de flores escarlatas.
-Lotus maculatus, endémico de Tenerife, de flores amarillas con tintes anaranjados.
-Lotus eremiticus, endémico de La Palma, de flores de color ocre.

Mediante cultivo se han logrado seleccionar diversas variedades mutantes y algunos híbridos interespecíficos que difieren entre sí principalmente por el color de sus flores.

Lotus berthelotii x maculatus cultivado en un jardín de la Serra de Tramuntana de Mallorca.

Detalle del Lotus berthelotii x maculatus anterior con las últimas flores de la temporada, ya que suele florecer desde mediados de la primavera hasta principios del verano.

 
 Flores del híbrido anterior.

 
 Detalle del diseño y los colores de estas fantásticas flores.

Una de las flores anteriores del híbrido Lotus berthelotii x maculatus, cuya combinación de colores es claramente intermedia entre la de sus dos progenitores tinerfeños.

Mismo Lotus híbrido unos meses después, dia 1 de mayo de 2015. Recomiendo ampliar la foto con un doble click.

Hojas de Lotus berthelotii x maculatus, idénticas a las de sus dos progenitores, que presentan un color verde grisáceo por estar recubiertas de un polvillo ceroso, dando a la planta un aspecto plateado, de ahí su nombre de Hierba de plata.

 Lotus berthelotii cultivado en Mallorca, idéntico a la forma silvestre tinerfeña, con sus flores de un intenso color escarlata.

Detalle de las flores de Lotus berthelotii.

Ramilla del Lotus berthelotii anterior con una legumbre llena de semillas viables, con toda probabilidad fruto de la polinización cruzada con un Lotus berthelotii x maculatus cultivado a su lado. En Mallorca no vive ningún ave canaria especializada en polinizar las flores de estas leguminosas, cuyos pétalos tienen la típica forma y disposición de las flores polinizadas por aves. Supongo que el polinizador de la flor no ha sido una abeja  sino más bien un abejorro, pues se necesita una larga trompa y bastante fuerza para separar los largos pétalos y llegar así al néctar del fondo de la flor. Cabría también la posibilidad de que el polinizador hubiera sido un pajarillo, como los que polinizan las flores de mi gigantesco árbol Mundani, Sylvia atricapilla y Parus major. (Ver---> Acrocarpus fraxinifolius, un árbol para el futuro.)

Legumbre de Lotus berthelotii x maculatus llena de semillas viables. Al ser todos estos Lotus autoestériles, forzosamente necesitan el polen de otra planta para que sus flores sean fecundadas. Por lo tanto a la inversa que en la legumbre de la foto anterior, ésta ha sido polinizada con el polen del Lotus berthelotii cultivado a su lado. Se sospecha, aunque no existe ninguna prueba al respecto, que estas tres especies de Lotus endémicos de Canarias se han visto abocados a la casi extinción debido a la desaparición/extinción de su avecilla polinizadora y a la cada vez menor variabilidad genética de los escasísimos ejemplares que sobreviven en un espacio muy reducido sobre unos pocos peñascos volcánicos rodeados de pinos canarios.

La legumbre de la foto anterior al cabo de dos días cayó al suelo.

Al separar las dos valvas del fruto aparecieron siete semillas negras bien desarrolladas y con aspecto viable.

 
Hermoso ejemplar en forma de cabellera de Lotus maculatus var. Gold flame, una variedad cultivada de la especie silvestre, que fotografié hace unos años en un jardín de la Playa de Los Cancajos en la Isla de La Palma.

 Las flores son bellísimas con unos colores muy vivos.

 Detalle de las flores anteriores.

La inmensa mayoría de ejemplares cultivados proceden de la reproducción mediante esquejes de unas pocas plantas silvestres. Son por tanto clones idénticos entre sí con la misma dotación genética, de ahí la casi nula producción de semillas viables en las plantas cultivadas, ya que estos Lotus son autoestériles. En la media docena de poblaciones silvestres que suman en total las tres especies canarias también es casi nula la producción de semillas, de ahí que cada vez se acerque más su total extinción en la naturaleza. En varias de estas poblaciones ya no existe ninguna planta verdaderamente silvestre y todos los ejemplares proceden de repoblación a partir de plantas clónicas reproducidas por esquejes. 

¿Se extinguirán como la Lysimachia minoricensis y sólo será posible verlos cultivados en parques y jardines? 


sábado, 7 de junio de 2014

UN ATRACÓN DE ENDEMISMOS

Pasen ustedes y sírvanse. Barra libre. Open bar. Free entrance. Self service. Bon appétit!

Sí, amigos, había tantos endemismos y estaban tan accesibles que tuve la sensación de entrar en un self service lleno de tentadores platos al alcance de la mano. Sólo tuve que elegir y servirme, mirando bien donde pisaba para no aplastar los cientos de diminutos ejemplares que cubrían el suelo como una gran alfombra llena de vida y color. Lo he constatado muchas veces: las cunetas de las carreteras son un paraíso de biodiversidad. A las plantas les encanta vivir en ellas. Tienen toda la luz y la humedad que necesitan.

Hypericum balearicum, endémico de las Islas Baleares. Sus flores tienen un luminoso color dorado que brilla con luz propia.

Aquella mañana de domingo, día 1 de junio, tras desayunar un tazón de café con leche y unas galletas de Inca, me pregunté a mi mismo: ¿Y hoy qué hago? De pronto me entró el deseo de subir a la montaña. Cogí mi vieja cámara Canon PowerShot SX200, excelente para sacar buenos macros, me metí en mi pequeño Hyundai i10 y en quince minutos estuve a unos 900 msnm, aparcado en un mirador con unas vistas fantásticas a los inmensos encinares, que visten de verde las montañas de la Serra de Tramuntana. Recordaba que en las rocas que bordean la carretera crecen el Hypericum balearicum y el Galium crespianum. Confiaba en que estarían en flor. Lo que ignoraba es que allí hubiera tal cantidad de endemismos. Logré identificar unos diecisiete, alguno de ellos minúsculo como veréis a continuación.

Ejemplar de Hypericum balearicum a dos metros del asfalto.

Sus cinco pétalos se disponen como las aspas de un molino.

Parte posterior de la flor anterior. Las hojas no están enfermas. Son simplemente así.

Tanto las hojas como los tallos están cubiertos de vesículas llenas de resina. Me imagino que son un mecanismo de defensa contra la depredación de los herbívoros. Incluso las cabras asilvestradas, cuyo estómago es capaz de digerir cualquier cosa, no se atreven a comerlas. Deben tener un sabor repugnante o bien son altamente tóxicas.

La Aetheorhiza bulbosa subsp. willkommii, otro endemismo balear, no tiene tanta suerte o todavía no ha desarrollado mecanismos de defensa eficaces contra el hocico famélico de las cabras. Es una pequeña compuesta que crece como una alfombra a través de largos estolones subterráneos.

La mayoría de sus pequeñas hojas estaban ramoneadas por las cabras.

Joven Helichrysum ambiguum en la grieta de una roca. Había otros ejemplares ya adultos pero estaban a varios metros de altura sobre las rocas verticales y no pude sacarles ninguna foto decente.

Esta plantita minúscula, casi invisible entre la hojarasca, con sus extrañas hojas en abanico, el Lotus tetraphyllus, es uno de los endemismos más bonitos y más pequeños de las Baleares. Lo conocía de la costa del Cap de Formentor, pero nunca lo había visto en la Serra de Tramuntana. En aquellos 500 metros de cuneta había miles de ejemplares, muchos de ellos a escasos centímetros del asfalto. Es un verdadero trébol de cuatro hojas.


En esta imagen se ven bien las hojitas que le dan el nombre. Sus florecillas son como pepitas de oro que relucen bajo los poderosos rayos del sol.

Fijaos como esta florecilla mira al sol. Es su dios, el que le da la vida. Sólo así la pueden ver sus insectos polinizadores.

 ¡Qué bonita!, ¿verdad?

Parte posterior de una florecilla recién abierta que se va irguiendo poco a poco para encararse al sol y poder así ser vista por los insectos. Al mismo tiempo el pétalo va pasando de rojo-sangre a amarillo intenso.

El cambio del color se aprecia muy bien en la florecilla de la izquierda que todavía no se ha erguido del todo. Detrás de las flores del Lotus tetraphyllus se ven las de otro endemismo, el Bellium bellidioides.

A diferencia de los anteriores, el Bellium bellidioides es un endemismo tirrénico, ya que vive en lo que hace 6 millones de años era la Región Tirrénica, que abarcaba el sur de Francia, la Costa Brava, las islas de Córcega y Cerdeña y el Archipiélago Balear, en un momento en que el Mar Mediterráneo se había secado casi por completo y toda esta región era un todo contínuo, permitiendo así el intercambio de especies.

Sus florecillas son las margaritas más pequeñas de las islas.

En esta imagen se ven sus hojas en forma de raqueta de tenis. Sus raíces emiten estolones subterráneos, de manera que una sola planta puede llegar a formar una pequeña alfombra de florecillas.

Un bellísimo endemismo, con el rango de variedad de la especie tipo, que crece en las montañas adaptado a las pendientes rocosas, es el Rosmarinus officinalis var. palaui con su porte rastrero y péndulo como una cabellera.

Mismos romeros anteriores. La mata más elevada del centro a la izquierda es un Hypericum balearicum.

Otro romero péndulo de la variedad palaui, con sus tallos aplicados al sustrato rocoso.

Tallos péndulos del romero anterior.

En esta imagen se ve muy bien como los tallos se aplican a la superficie donde enraizan con gran facilidad.

Sus hojas son algo más finas, más filiformes, que las de la especie tipo.

También muy abundante aquí y allá se veían las hojitas manchadas de blanco del endemismo tirrénico Cyclamen balearicum, que sólo crece en las Islas Baleares, en el sur de Francia y en la provincia de Girona.

La superficie inferior de sus hojas tiene una capa de antocianos morados que actuan como un espejo, de manera que los rayos solares inciden sobre el anverso, penetran en la hoja y su energía lumínica activa la fotosíntesis en los cloroplastos. Los rayos que no son aprovechados y que de todas formas se perderían tras atravesar la hoja chocan contra la capa de antocianos, que los reflejan como un espejo, y entonces vuelven atrás, atraviesan los cloroplastos por su cara inferior y activan por segunda vez la fotosíntesis, aprovechando así con una eficiencia sorprendente la escasa luz que consigue penetrar en los sombríos encinares de la Serra de Tramuntana.

Este cojinete de monja, el Teucrium balearicum, es un endemismo tirrénico como el anterior, aunque su distribución difiere un poco, ya que sólo vive en Cerdeña y en las islas más orientales de las Baleares, es decir, Mallorca, Menorca y Cabrera, las llamadas Gimnésicas. No vive ni en las Pitiusas ni en tierras continentales europeas. A su lado, a la izquierda de la imagen, crece una joven Euphorbia characias.

Otro Teucrium balearicum algo más joven junto a una pequeña encina, Quercus ilex subsp. ilex, que ha sido ramoneada numerosas veces por las cabras y ha adoptado la forma de cojinete de monja cubriéndose de hojas muy espinosas para defenderse de la depredación y lograr así sobrevivir.

Detalle de las pequeñas hojas algo carnosas del cojinete de monja anterior y de sus falsas espinas que son simples tallos muy adelgazados y lignificados en su extremo.

Vigorosa Phlomis italica en un claro sin encinas a tres metros de la carretera. Esta labiada es un endemismo balear que sólo crece en Mallorca y Menorca. Le gusta vivir a plena luz como se aprecia en la imagen.

Otra Phlomis italica acompañada en la parte inferior de la imagen por un Helleborus foetidus tumbado por el peso de sus frutos y un Hypericum balearicum en la parte superior.

Últimas flores de Phlomis italica, que suele florecer en abril, mayo y junio.
 
Phlomis italica al lado de un grueso tronco de pino en descomposición en el que ha crecido un hongo de la especie Enteridium lycoperdon. A la izquierda de la Phlomis se ve un joven Hypericum balearicum.

Mismo Enteridium lycoperdon anterior con un trozo del peridio levantado, que es la membrana blanca que cubre las esporas.

Detalle de las esporas marrones que empiezan a dispersarse con la ayuda del viento.

Otra labiada endémica que crece en abundancia en esta paradisíaca cuneta es el Teucrium asiaticum, endémico de Mallorca y Menorca. Algunos ejemplares estaban a punto de abrir sus primeras flores.

Numerosos Teucrium asiaticum a medio metro del asfalto. En el centro de la imagen se ve un largo tallo de un ejemplar de la orquídea Epipactis microphylla.

 Teucrium asiaticum con el tallo de la Epipactis microphylla.

Capullos florales de la Epipactis microphylla a punto de florecer.

 Detalle de los capullos anteriores.

La endémica Crepis triasii es una compuesta rupícola que en estos días, a principios de junio, está en plena floración. Como la Phlomis italica y el Teucrium asiaticum anteriores sólo crece en las Gimnésicas, es decir, en Mallorca, Menorca y Cabrera.

Roseta de hojas basales de la Crepis triasii anterior. Se pueden ver varios tallos florales comidos por las cabras. Esta plantita esconde un as en la manga, tal vez como estrategia de supervivencia al ramoneo del extinto antílope enano Myotragus balearicus. Si los primeros tallos florales sucumben a la depredación de los herbívoros, desde la base de la roseta brotan nuevos tallos y la Crepis triasii produce una segunda floración, como se aprecia en la imagen. Todo un esfuerzo titánico de esta plantita que casi sin tierra ni agua consigue sobrevivir y producir semillas para asegurar la siguiente generación.

Detalle de las pequeñas bracteas radiales que rodean el involucro del capítulo floral.

La luminosa flor de la Crepis triasii en realidad es una inflorescencia formada por muchas flores creciendo juntas. Cada pétalo se corresponde con una flor. Se ven muy bien los largos pistilos con el estigma bifurcado.

Esta fue tal vez la planta más minúscula que logré encontrar, la Arenaria balearica, un endemismo tirrénico con una distribución curiosa. Crece en Mallorca, donde es abundante en la Serra de Tramuntana, y en las islas de Córcega, Cerdeña, Capraia, Tavolara y Montecristo. Se ha naturalizado en Francia y Gran Bretaña.  Como se puede ver en la imagen elige las grietas de las rocas más sombrías y húmedas. Sus diminutas florecillas, sin embargo, saben que deben mostrarse a los insectos polinizadores para que las puedan ver y fecundar y por eso crecen sobre un largo tallo buscando la luz. 

Hojitas de Arenaria balearica como granitos de mijo de sólo uno o dos milímetros.

La florecilla ya no puede ser más bonita.

φ = AB / BC = 1'61803.
Como en todas las cosas bellas de la naturaleza la flor de la Arenaria balearica tiene un diseño matemático perfecto. Sigue escrupulosamente el Número Áureo Phi ( φ ), el que define la estética y el equilibrio en la naturaleza.

Otra endémica minúscula es la Micromeria filiformis, que vive en todas las islas Baleares, tanto Gimnésicas como Pitiusas. Hasta hace unos años se la consideraba un endemismo tirrénico, pero finalmente los botánicos se han puesto de acuerdo y sus supuestas poblaciones en Córcega y Cerdeña han sido identificadas como Micromeria cordata. Nuestra diminuta Micromeria filiformis es pues un endemismo 100% balear.

Otra Micromeria filiformis con sus florecillas de un blanco intenso. Comparando la planta con las hojas secas de encina uno puede hacerse una idea de su minúsculo tamaño.

Este Galium balearicum endémico de Mallorca ya no puede ser más diminuto. Se parece mucho al Galium parisiense subsp. parisiense, pero su hábitat rupícola y montañoso y su intenso color rojo lo diferencian claramente. El Galium parisiense vive en tierras bajas y sus hojas tienen un color verde grisáceo. (Según el Herbario Virtual del Mediterráneo Occidental)

Como en todos los Galium las hojas son verticiladas, es decir, se disponen por grupos sobre el tallo. En el Galium balearicum en cada verticilo suele haber entre 4 y 6 hojas acabadas en una pequeña arista en la punta.

 Detalle de las hojas intensamente rojas.

Se aprecia claramente el borde de las hojas con aculéolos antrorsos, es decir, pelitos de menos de 0'1 mm dirigidos hacia delante, hacia la punta de la hoja donde se ve la diminuta arista.

Detalle de las infrutescencias. Ruego a los expertos en la família de las Rubiaceae que si consideran incorrecta mi identificación no duden en decírmelo.

Más detalles que pueden servir para su correcta identificación.

El Galium crespianum, endémico de las islas de Mallorca y Dragonera, es mucho más fácil de identificar. No se parece a ningún otro galium y su hábitat es claramente montañoso y rupícola.

Crece muy tupido, a veces formando una gran bola.

 Florecillas de color amarillo-limón del Galium crespianum.

 Este gran cojinete de monja es una zarzaparrilla endémica de todas las Baleares, la Smilax aspera subsp. balearica.  El ramoneo durante millones de años del antílope enano Myotragus balearicus, el intenso viento que azota las montañas, la fuerte insolación y la sequía de los veranos mediterráneos esculpieron su forma redondeada y tupida, con las diminutas hojas y flores protegidas por las espinas. De esta protección sabe mucho el vigoroso Helleborus foetidus que crece estrategicamente rodeado por el abrazo espinoso de la Smilax.

Misma Smilax aspera subsp. balearica y su inseparable amigo.

Pequeño Helleborus foetidus protegido por los enmarañados tallos espinosos de la Smilax.

Brotes tiernos ricos en antocianos rojos que evitan que una helada tardía los congele al absorber el calor del sol. Se aprecia muy bien como las hojas crecen protegidas dentro de la maraña.

Helleborus foetidus compañero de viaje de la Smilax.

Frutos del Helleborus foetidus.

 
En esta imagen se ve el hábitat donde crecen tres endemismos: a la izquierda un vigoroso Galium crespianum, en el centro un joven Teucrium balearicum y a la derecha, acompañada por una Euphorbia pithyusa, una pequeña Digitalis minor iniciando la floración.

La Digitalis minor es una de las plantas más bonitas de las Baleares más orientales, las Gimnésicas Mallorca, Menorca y Cabrera.

Misma Digitalis minor anterior.

La pequeñísima planta que crece en esta grieta es el endemismo número diecisiete, uno de mis preferidos, la Sibthorpia africana, que debe su nombre  a un error del botánico que recibió la muestra y la creyó originaria de Africa.

Otra Sibthorpia africana muy ramificada. Sus largos tallos llegan a cubrir grandes superficies como si fueran una alfombra.

Lo que parecen dos ejemplares seguramente son la misma planta.

Hojas peluditas y algo carnosas de la Sibthorpia africana.

Florecilla amarilla dirigida hacia la luz.

Otra florecilla de Sibthorpia africana mirando al sol para que la vean sus polinizadores.

 Espero que les haya gustado el surtido buffet de endemismos.

¡Buen provecho, amigos!