lunes, 9 de mayo de 2011

Viola anagae, gotas de cielo en el Parque Rural de Anaga

Así la llamaría yo, pues ésta ha sido mi primera impresión al ver sus florecillas de un vivo y brillante color azul cielo cubriendo el suelo del maravilloso bosque de laurisilva del Parque Rural de Anaga, celosamente conservado por los tinerfeños como una reliquia del primigenio bosque húmedo subtropical que hace millones de años cubría todas las islas de la Macaronesia, la costa mediterránea y atlántica de África por encima del ecuador, toda la Península Ibérica, la mitad más meridional de Francia, la costa sur de Gran Bretaña y las islas del Mediterráneo occidental. Es endémica de Tenerife y sólo crece en la laurisilva de Anaga.

Viola anagae en el sotobosque de la pista forestal que sube desde el Mirador del Cabezo del Tejo hasta el impresionante Roque de Anambro.  Este pequeño tesoro botánico está protegido por la ley. Se incluye en la lista de plantas sensibles a la alteración de su hábitat del Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias y como planta vulnerable en la Lista Roja de la Flora Vascular Española.

Ampliando la foto con un doble click se aprecian mejor los detalles de esta bellísima violeta de Anaga de un luminoso color azul claro con tintes violáceos.

Algunas flores son más claras con los extremos de los pétalos casi blancos.

Un detalle característico de este endemismo tinerfeño es el espolón de un color blanco inmaculado en la parte posterior de la flor. Si os fijais las flores parecen antenas parabólicas dirigidas hacia la luz.

La violeta de Anaga es una planta perenne y estolonífera con largos sarmientos que echan raíces en cuanto tocan el suelo. De esta manera una sola planta llega a cubrir una gran superficie del sotobosque.

Y para acabar el detalle de las hojas que son suborbiculares como pequeños corazones verdes con el borde dentado y la parte posterior con dos aurículas muy juntas, a veces incluso superpuestas. Los frutos son cápsulas glabras.



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