Suponemos que las plantas no piensan por carecer de cerebro, pero cuando observamos a las que se aprovechan de los humanos para proliferar y extender su población, entonces nos damos cuenta de que las plantas de tontas no tienen nada. Siempre calladitas y quietecitas nos ofrecen sus flores, sus frutos, sus tubérculos, su madera y nos tientan como a los niños con una golosina. Seguro que sonríen a su manera cuando caemos en la tentación, cuando picamos el anzuelo y sembramos sus semillas, tubérculos, rizomas y esquejes, cuidamos con mimo sus retoños, las exhibimos en viveros para que sean compradas, las dispersamos en coches y trenes, las transportamos allende los mares en barcos mercantes y aviones, las compramos online por internet, las intercambiamos con desconocidos en foros de plantas, las plantamos, regamos, abonamos, fumigamos para que sus enemigos no puedan hacerles daño, arrancamos las "malas hierbas" de su alrededor para que no tengan competidoras.... y al final, sin ser conscientes de ello, sencillamente hacemos lo que ellas quieren: ayudarlas a proliferar, expandir sus poblaciones y en definitiva perpetuar su especie. Nos utilizan descaradamente y su extrategia es más que exitosa. ¿Se puede considerar a esto inteligencia? Yo diría que sí.
La alcaparrera, Capparis spinosa, es un ejemplo de inteligencia vegetal. Puede que la palabra inteligencia no nos guste hablando de plantas. La podemos sustituir por estrategia, que al final viene a ser lo mismo. Hablaríamos entonces de estrategia vegetal.
Las flores de la alcaparrera vistas de cerca son bellísimas. Sus pétalos de un blanco inmaculado brillan con luz propia. Tienen un diseño perfecto para atraer a sus polinizadores: las abejas, abejorros, avispas y otro insectos, que acuden golosos a libar el abundante néctar del fondo de la flor. También ellos son utilizados a cambio de la golosina del néctar. Sin ser conscientes de ello, mientras se dan el atracón, los granos de polen de las anteras de sus largos estambres se pegan a sus cuerpos y son transportados hasta otra flor, donde uno de los granos de polen se pegará al estigma del pistilo y fertilizará el ovario. A la izquierda de la imagen se ve un estigma ya fecundado iniciando el crecimiento del ovario.
La vida de la alcaparrera tiene dos estaciones. En otoño e invierno duerme, descansa, hiberna, parece muerta sin hojas y con sus tallos medio secos. En primavera despierta de su letargo y brota vigorosamente largos sarmientos, en cuyos extremos aparecen los capullos florales, las alcaparras, que son uno de los condimentos más valorado por los humanos, pues con ellas, una vez encurtidas en agua salada y/o vinagre, se elaboran deliciosas recetas de cocina y exquisitas salsas.
Alcaparras de distintos tamaños recolectadas a principios de septiembre. Si las abrimos nos encontramos con todos los componentes de la flor.
Alcaparras de distintos tamaños recolectadas a principios de septiembre. Si las abrimos nos encontramos con todos los componentes de la flor.
Tras la polinización, el ovario fecundado empieza a aumentar de tamaño. Al principio se mantiene erguido, pero con el aumento de peso adopta una posición pendular. El fruto de la alcaparrera se llama alcaparrón y se suele recolectar cuando aún está tierno.
En Mallorca los alcaparrones son muy apreciados y se encurten como las alcaparras, en general en vinagre de buena calidad al que algunas personas añaden una pizca de sal para favorecer la conservación y acrecentar su peculiar sabor.
Los alcaparrones crudos sin encurtir tienen un sabor muy amargo. En la foto los tres más pequeños son ideales para conservar. Los dos más grandes están llenos de semillas duras que los hacen incomibles.
Tradicionalmente en Mallorca las alcaparreras se plantan en campos de secano con escasa tierra pedregosa y calcárea entre almendros, higueras y algarrobos. Les gusta el sol directo y no soportan ni la sombra ni el más mínimo riego, el cual les pudre las raíces. Durante los largos, resecos y tórridos veranos mallorquines viven de las reservas de agua y nutrientes acumulados en su grueso rizoma subterráneo. En estas condiciones extremas sus sarmientos superan los dos metros de longitud y se extienden de forma radial, cubriendo la planta varios metros cuadrados de terreno. Desde mayo hasta septiembre cada madrugada cuando ya clarea pero todavía no ha salido el sol los campesinos recogen las alcaparras una a una, cuanto más pequeñas mejor, pues se cotizan a mejores precios. Se recolectan de madrugada por varios motivos: por una parte para evitar el sol y el calor tórrido y por otra parte porque con las frescas temperaturas de las primeras horas del día el pecíolo de las alcaparras está más turgente y quebradizo y con un simple movimiento de torsión de los dedos se rompe con facilidad. La foto está hecha en el municipio de Llubí en pleno agosto.
Aunque el hombre las plante en el suelo, no es ésta la forma de crecer predilecta de las alcaparreras. A ellas les gustan los muros y los edificios verticales a pleno sol y con poquísima tierra, ya que en estado silvestre son plantas rupícolas. En la foto vemos varias alcaparreras nacidas de alguna semilla defecada por un pájaro que comió un alcaparrón, creciendo felices sobre las murallas que rodean la catedral de Palma de Mallorca junto al mar Mediterráneo. Parecen largas cabelleras.
Estas magníficas alcaparreras palmesanas sufren una enfermedad fúngica que atormenta sus hojas provocada por el hongo oomyceto Albugo capparidis. En la imagen se ven los grupos de esporas blancas ya maduras que han levantado la cutícula de la hoja para poder salir y ser dispersadas con la ayuda del viento.
En estas hojas la dispersión de las esporas está más avanzada.
Bellísima imagen del Río Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba. En el muro de la ladera que mira hacia el sur crecen varias alcaparreras cubiertas de flores blancas. La foto fue tomada a mediados de mayo.
Frondosa Capparis spinosa creciendo sobre el muro del foso que rodea al Castillo de Bellver en Palma de Mallorca.
Misma alcaparrera anterior vista de frente.
Atalaya de Sa Torre Picada situada sobre un acantilado en la costa noroeste de Mallorca. Entre sus piedras crecen numerosas alcaparreras silvestres. Su distribución sobre la torre es muy curiosa. La mayoría de alcaparreras están situadas en la cara este y unas pocas en la cara oeste, mientras que en la cara sur y en la cara norte no crece ninguna. La foto fue tomada al mediodía. El sol iluminaba la cara sur.
Mismas alcaparreras anteriores vistas desde más cerca. Están enraizadas en la argamasa de cemento yesoso que une las piedras. La humedad que reciben durante el año es muy escasa. Estas alcaparreras proceden de las semillas de las plantas silvestres que crecen entre las rocas de un vertiginoso acantilado que hay al lado de la torre.
Esta hermosa imagen de la estatua en bronce del hondero balear de S'Hort del Rei de Palma de Mallorca nos permite ver la vigorosa alcaparrera que crece sobre el arco de la muralla que tiene detrás. Recomiendo agrandar la foto con un doble click para ver mejor los detalles.
Aunque la gran mayoría de alcaparreras tienen los sarmientos protegidos por estípulas leñosas y afiladas en forma de temibles espinas, Capparis spinosa subsp. spinosa, tampoco es raro encontrar alguna alcaparrera sin espinas, Capparis spinosa subsp. rupestris o inermis. Hace treinta y cinco años se me ocurrió sembrar las semillas de unos alcaparrones que cogí de una vieja planta silvestre que crece en unas rocas rodeadas de acebuches y lentiscos. Germinaron casi todas con gran facilidad y las plantas que surgieron de ellas tuvieron una variabilidad fenotípica extraordinaria. Unas tenían espinas, otras eran inermes, otras tenían las hojas alargadas, otras redondeadas, unas tenían tendencia a crecen de forma ascendente con sarmientos gruesos y cortos como pequeños arbustos de unos 60 cms.de altura, mientras que otras crecían de forma pendular con largos sarmientos en forma de cabellera. Todavía viven tres de ellas. Sus diferencias son tan llamativas que nadie diría que proceden de la misma madre.
Una de las alcaparreras que sembré de semilla hace treinta y cinco años. Tiene largos sarmientos rastreros de más de 2 metros de longitud con gruesas estípulas espinosas. Sus hojas son ovadas y escasamente coriáceas.
Estípulas espinosas de unos 5 milímetros de la alcaparrera anterior. Son duras y punzantes.
Otra alcaparrera hermana de la anterior con sarmientos cortos y gruesos ligeramente ascendentes que crece como un pequeño arbusto. Sus hojas son redondeadas y coriáceas. Es inerme con diminutas estípulas blandas.
Pequeñísimas estípulas espinosas de la alcaparrera anterior con una consistencia semejante a un pelo ralo y unos 2 milímetros de longitud. Al pasar la mano se doblan y no pinchan.
La alcaparrera es originaria del Mediterráneo donde ha sido cultivada profusamente desde la antiguedad. En todos los países de la cuenca mediterránea es muy valorada, y con ella se elaboran deliciosas salsas y magníficos platos. Su éxito entre los humanos ha sido tan grande que en la actualidad se cultiva en todas las regiones de la Tierra con un clima semejante al mediterráneo. En Australia y Sudamérica se ha asilvestrado sin llegar a comportarse como una plaga y en países que no la conocían y nunca la habían consumido se está cultivando cada vez más, en parte a través de los chefs de cocina que la descubren en sus viajes por el Mediterráneo y luego la incorporan a sus nuevos platos para el regocijo de los comensales de sus restaurantes a los que se les antoja deliciosa.
Tradicionalmente en Mallorca las alcaparreras se plantan en campos de secano con escasa tierra pedregosa y calcárea entre almendros, higueras y algarrobos. Les gusta el sol directo y no soportan ni la sombra ni el más mínimo riego, el cual les pudre las raíces. Durante los largos, resecos y tórridos veranos mallorquines viven de las reservas de agua y nutrientes acumulados en su grueso rizoma subterráneo. En estas condiciones extremas sus sarmientos superan los dos metros de longitud y se extienden de forma radial, cubriendo la planta varios metros cuadrados de terreno. Desde mayo hasta septiembre cada madrugada cuando ya clarea pero todavía no ha salido el sol los campesinos recogen las alcaparras una a una, cuanto más pequeñas mejor, pues se cotizan a mejores precios. Se recolectan de madrugada por varios motivos: por una parte para evitar el sol y el calor tórrido y por otra parte porque con las frescas temperaturas de las primeras horas del día el pecíolo de las alcaparras está más turgente y quebradizo y con un simple movimiento de torsión de los dedos se rompe con facilidad. La foto está hecha en el municipio de Llubí en pleno agosto.
Aunque el hombre las plante en el suelo, no es ésta la forma de crecer predilecta de las alcaparreras. A ellas les gustan los muros y los edificios verticales a pleno sol y con poquísima tierra, ya que en estado silvestre son plantas rupícolas. En la foto vemos varias alcaparreras nacidas de alguna semilla defecada por un pájaro que comió un alcaparrón, creciendo felices sobre las murallas que rodean la catedral de Palma de Mallorca junto al mar Mediterráneo. Parecen largas cabelleras.
Estas magníficas alcaparreras palmesanas sufren una enfermedad fúngica que atormenta sus hojas provocada por el hongo oomyceto Albugo capparidis. En la imagen se ven los grupos de esporas blancas ya maduras que han levantado la cutícula de la hoja para poder salir y ser dispersadas con la ayuda del viento.
En estas hojas la dispersión de las esporas está más avanzada.
Bellísima imagen del Río Guadalquivir a su paso por la ciudad de Córdoba. En el muro de la ladera que mira hacia el sur crecen varias alcaparreras cubiertas de flores blancas. La foto fue tomada a mediados de mayo.
Frondosa Capparis spinosa creciendo sobre el muro del foso que rodea al Castillo de Bellver en Palma de Mallorca.
Misma alcaparrera anterior vista de frente.
Atalaya de Sa Torre Picada situada sobre un acantilado en la costa noroeste de Mallorca. Entre sus piedras crecen numerosas alcaparreras silvestres. Su distribución sobre la torre es muy curiosa. La mayoría de alcaparreras están situadas en la cara este y unas pocas en la cara oeste, mientras que en la cara sur y en la cara norte no crece ninguna. La foto fue tomada al mediodía. El sol iluminaba la cara sur.
Mismas alcaparreras anteriores vistas desde más cerca. Están enraizadas en la argamasa de cemento yesoso que une las piedras. La humedad que reciben durante el año es muy escasa. Estas alcaparreras proceden de las semillas de las plantas silvestres que crecen entre las rocas de un vertiginoso acantilado que hay al lado de la torre.
Esta hermosa imagen de la estatua en bronce del hondero balear de S'Hort del Rei de Palma de Mallorca nos permite ver la vigorosa alcaparrera que crece sobre el arco de la muralla que tiene detrás. Recomiendo agrandar la foto con un doble click para ver mejor los detalles.
Aunque la gran mayoría de alcaparreras tienen los sarmientos protegidos por estípulas leñosas y afiladas en forma de temibles espinas, Capparis spinosa subsp. spinosa, tampoco es raro encontrar alguna alcaparrera sin espinas, Capparis spinosa subsp. rupestris o inermis. Hace treinta y cinco años se me ocurrió sembrar las semillas de unos alcaparrones que cogí de una vieja planta silvestre que crece en unas rocas rodeadas de acebuches y lentiscos. Germinaron casi todas con gran facilidad y las plantas que surgieron de ellas tuvieron una variabilidad fenotípica extraordinaria. Unas tenían espinas, otras eran inermes, otras tenían las hojas alargadas, otras redondeadas, unas tenían tendencia a crecen de forma ascendente con sarmientos gruesos y cortos como pequeños arbustos de unos 60 cms.de altura, mientras que otras crecían de forma pendular con largos sarmientos en forma de cabellera. Todavía viven tres de ellas. Sus diferencias son tan llamativas que nadie diría que proceden de la misma madre.
Una de las alcaparreras que sembré de semilla hace treinta y cinco años. Tiene largos sarmientos rastreros de más de 2 metros de longitud con gruesas estípulas espinosas. Sus hojas son ovadas y escasamente coriáceas.
Estípulas espinosas de unos 5 milímetros de la alcaparrera anterior. Son duras y punzantes.
Otra alcaparrera hermana de la anterior con sarmientos cortos y gruesos ligeramente ascendentes que crece como un pequeño arbusto. Sus hojas son redondeadas y coriáceas. Es inerme con diminutas estípulas blandas.
La alcaparrera es originaria del Mediterráneo donde ha sido cultivada profusamente desde la antiguedad. En todos los países de la cuenca mediterránea es muy valorada, y con ella se elaboran deliciosas salsas y magníficos platos. Su éxito entre los humanos ha sido tan grande que en la actualidad se cultiva en todas las regiones de la Tierra con un clima semejante al mediterráneo. En Australia y Sudamérica se ha asilvestrado sin llegar a comportarse como una plaga y en países que no la conocían y nunca la habían consumido se está cultivando cada vez más, en parte a través de los chefs de cocina que la descubren en sus viajes por el Mediterráneo y luego la incorporan a sus nuevos platos para el regocijo de los comensales de sus restaurantes a los que se les antoja deliciosa.
Magnifico artículo y muy bien ilustrado. Un saludo
ResponderEliminarMagnífico Juan, pa no variar. La flor de alcaparra me parece de las mas bellas de nuestra región y la alcaparra me encanta en algunas salsas, aunque aún no me he decidido a conservarlas.
ResponderEliminarCarmela
Gracias, Carmelita. La podrías cultivar en un macetón a pleno sol y cada año te daría un par de kilos de alcaparras. Felices Fiestas.
ResponderEliminarmagnifico articulo, me has echo recordar mi infancia, cuando iba a llubi a ver a mis abuelos, se levantavan a las 4 de la mañana, se tomaban un mesclat , palo con cazalla, enganchaban el carro al mulo y mi abuelo se dormia hasta llegar a la finca, el mulo se sabia el camino, y ha cojer alcaparras hasta las 10 de la mañana, un saludo de sebastian
ResponderEliminarGracias, Sebastián. Efectivamente, así se recogían las alcaparras. Con el frescor de la madrugada el pecíolo de los capullos (alcaparras) era muy frágil y se rompía con una simple torsión de los dedos. Cuando empezaba el calor el pecíolo dejaba de ser frágil y se volvía elástico y difícil de romper, lo que obligaba a cortarlo con las uñas y hacía muy penosa la recolección. Un cordial saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias por el artículo +Juan Bibiloni. Hace una semana encontramos una alcaparrera y sus llamativas flores nos hicieron coger una ramita con la intención de plantarla en nuestro jardín. Ahora sé algo más de ellas. Gracias también a +M.Casanova por recomendarme este artículo.
ResponderEliminarMuchas gracias por el artículo +Juan Bibiloni. Hace una semana encontramos una alcaparrera y sus llamativas flores nos hicieron coger una ramita con la intención de plantarla en nuestro jardín. Ahora sé algo más de ellas. Gracias también a +M.Casanova por recomendarme este artículo.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Susanna. Suerte con tu ramita.
EliminarEste año en la costa sureste Almería-Málaga hemos tenido plaga de mosca de la alcaparra (Capparimyia sp.) y las pocas que hemos podido coger estaban agusanadas. Esperemos que sea una plaga pasajera, que ya hemos sufrido bastante al quedarnos sin chumbos.
ResponderEliminarLa forma de preparar las alcaparras y alcaparrones que mejor me ha funcionado es dejarlas fermentar en salmuera hasta que pierdan el amargor, y después pasarlas a una salmuera más ligera con vinagre.
Saludos y gracias por compartir tus historias, son muy interesantes.
Gracias a ti, Victor.
EliminarSaludos.
Gracias por esta publicación. Yo estaría interesado en comprar plantines de alcaparra, si alguien sabe con certeza donde puedo comprar.
ResponderEliminarGracias a ti, Felipe.
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