Sus genes continuaron en Europa y África en su hija híbrida
Los genes de la Cheilanthes pulchella no estaban preparados para soportar el frío y la sequía del Mioceno tardío. Antes de empezar el último millón de años de esta era geológica vivía feliz en Europa occidental y norte de África con un clima subtropical cálido y húmedo. Allí se había hibridado con la Cheilanthes maderensis y de su unión había surgido un híbrido alotetraploide más resistente y mejor adaptado al clima cambiante, la Cheilanthes guanchica.
Cheilanthes pulchella fotografiada a pleno sol sobre las rocas volcánicas del municipìo tinerfeño de Santiago del Teide a principios del mes de mayo. Junto a ella compartiendo su mismo hábitat había numerosas Notholaena marantae y Cosentinia vellea, dos helechos que también aman el calor y el sol.
La Cheilanthes pulchella es una de las Sinopteridaceae mejor adaptadas al calor (termofilia) y a la luz directa del sol (heliofilia). Sus raíces están profundamente enraizadas en la grava volcánica que con su estructura porosa absorbe y retiene la humedad de la brisa marina y proporciona a la Cheilanthes pulchella toda el agua que necesita.
Grupo de Cheilanthes pulchella en el Puerto de Izaña de Tenerife a unos 2000 msnm. junto a la carretera que va del Pico del Teide hacia el municipio de Arafo. Los rayos del sol inciden sobre las frondes que se extienden hacia la luz sin miedo a ser abrasadas, pues se saben protegidas por la excelente hidratación proporcionada por las raíces.
Cuando se inició la Gran Crisis Salina del Messiniense a finales del Mioceno, el clima cambió drásticamente haciéndose más árido y frío y el Mar Mediterráneo se seco casi por completo convirtiéndose en un desierto salobre con algunos lagos muy salados. Durante aquel millón de años tan adversos la Cheilantes pulchella se fue extinguiendo del norte hacia el sur y del este hacia el oeste al no poder soportar el frío estepario y la ausencia de lluvias. Los fondos marinos habían emergido fuera del agua al descender el nivel de mares y océanos en unos 100 metros y habían convertido la Europa Occidental, el norte de África y las islas de la Macaronesia en un todo contínuo que facilitó el intercambio de especies animales y vegetales.
La Cheilanthes pulchella aprovechó esta circunstancia para propagar sus esporas hacia la región macaronésica donde sus descendientes hallaron un clima cálido y húmedo más adecuado para su supervivencia. En el Mediterráneo occidental y especialmente en el sur de la Península Ibérica quedaron sus genes en su hija híbrida, la Cheilanthes guanchica, mientras su progenitora huía hacia el paraíso subtropical de Madeira y las Islas Canarias. La adaptabilidad, rusticidad y vigor híbrido de la Cheilanthes guanchica le permitieron colonizar no solamente el Mediterráneo occidental sino también la Macaronesia, acompañando a su madre en su huída hacia el suroeste.
Fronde estrechamente ovado-oblonga y tripinnatisecta con su llamativo raquis rojo. El pecíolo, también rojo, es algo más largo que la lámina.
Ápice de una fronde con sus típicas pinnas linear-lanceoladas e integérrimas, es decir, enteras o indivisas con el borde bien liso sin dientes ni escoturas ni lobulaciones. A estas pinnas apicales les siguen otras algo lobuladas en su base.
Envés de una fronde con los soros protegidos por un llamativo pseudoindusio contínuo y amplio que cubre casi completamente el envés de las pínnulas. El raquis de la lámina, de las pinnas y de las pínnulas tiene un bonito color rojo sangre.
Detalle del pseudoindusio de Cheilanthes pulchella formado por una lámina de células transparentes que nace en el borde de cada pínnula, se dobla hacia dentro y cubre los esporangios que se encuentran a cada lado del raquis de la pínnula. Cuando las esporas están maduras, el pseudoindusio se levanta para permitir que los esporangios se desplieguen como pequeñas catapultas y dispersen las esporas lo más lejos posible de su madre.
En esta imagen el pseudoindusio ya está completamente levantado, dejando ver los esporangios maduros que parecen bolitas negras. Cada esporangio rodea como un útero un grupo de esporas.
Los helechos del género Cheilanthes contienen diversas sustancias tóxicas, especialmente ptaquilósido y tiaminasa, que provocan en el ganado que los consume enfermedades graves que van desde incoordinación y somnolencia hasta polioencefalomalacia y hematuria enzoótica que suelen acabar causando la muerte al animal. Su toxicidad es un mecanismo de defensa para protegerse de la depredación de los herbívoros.
Felicidades
ResponderEliminarMagnifico y educativo artículo.
Esplendidas fotos.
Ay qué me gusta leerte! Siempre aprendo!... es una gozada! Gracias!
ResponderEliminarMuchas gracias, Jesús y Carmela. Un abrazo.
ResponderEliminarEstimado Joan,... sinceramente, aunque ganas no me falta, no estoy ya para hacer "otra" tesis doctoral, sencillamente, me sonaba muy raro esto que comentas del Mioceno tardío ..."Los fondos marinos habían emergido fuera del agua al descender el nivel de mares y océanos en unos 100 metros y habían convertido la Europa Occidental, el norte de África y las islas de la Macaronesia en un todo contínuo que facilitó el intercambio de especies animales y vegetales. " me sonaba un poco extraño, además de bióloga, también soy canaria (mallorquina de adopción), y este detalle de que las islas hubieran sido un contínuo .. me sonaba raro, vamos, que no recuerdo yo haber estudiado algo así, pero tampoco soy especialista en paleogeografía, consulté algunos libros (p.e. Natura y Cultura de la islas Canarias - ed. Tafor - 7a edición 1999) y observé que los yacimientos más antiguos son marinos y de la época del Mioceno tardío (25 m.a.) con lo cual en esta época que comentas, las Canarias por lo menos todavía estaban bajo el nivel del mar o casi, los edificios volcánicos recién emergían, en el caso de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria. Desconozco en el caso de Madeira, por eso te pedía que me indicaras la referencia porque me parece interesante, teniendo en cuenta que el helecho de marras sólo se conoce para Madeira y Canarias. Con respecto al término Macaronesia, debo contarte que, entre la comunidad científica hay dos vertientes, unos biogeógrafos consideran éste término sólo para Madeira y Canarias excluyendo Cabo Verde y Azores, y otros aún sostienen que existen suficientes argumentos para considerarlas a todas. Los datos climatológicos actuales tanto de Azores como de Cabo Verde, desde luego difieren en gran medida de los maiderenses y canarios, sin embargo, existen registros fósiles en Cabo Verde y Azores que acercan más la flora que actualmente se distribuye por dichos archipiélagos. Soy de la primera opinión. Salut!.
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