Sí, amigos, como dedos de sangre surgiendo de la tierra, así son los brotes primaverales de la bellísima Paeonia cambessedesii, la única paeoniácea endémica de Mallorca, Menorca y Cabrera, cuya madre vino de Europa, su abuela de Anatolia y sus dos bisabuelas de las mesetas del Asia Central.
En febrero, con el aumento de las horas de luz, el rizoma de la Paeonia cambessedesii brota vigorosamente con unos tallos de un intenso color granate muy brillante que parecen los dedos ensangrentados de una mano surgiendo de la tierra, como si de un enterrado en vida se tratase. Su llamativo color se debe a su riqueza en antocianos, cuyo color oscuro absorbe los rayos solares y evita la congelación de los brotes tiernos por las temibles heladas del invierno balear. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor su belleza.
Hábitat de la Paeonia cambessedesii en el Parc Natural de Llevant situado en el nordeste de Mallorca. El rosado luminoso de sus pétalos rompe la monotonía verdigrís de las montañas baleares.
Una de las paeonias de la foto anterior. Crece en una ladera rocosa con una gran pendiente a pocos metros del mar, muy cerca de Cala Mesquida.
Bellísima imagen de Cala Mesquida al amanecer. En este lugar paradisíaco crece la pequeña población de Paeonia cambessedesii de las fotos anteriores.
Maravillosa flor de una de las paeonias anteriores.
Contemplando tanta belleza, uno se imagina cómo debían ser las primaveras de las laderas costeras y los altiplanos de las montañas de Mallorca y Menorca hace varios milenios, justo antes de la llegada de los primeros humanos talayóticos, con inmensas alfombras de peonias endémicas iluminando el paisaje y manadas de antílopes Myotragus balearicus, por desgracia extinguidos por el hombre, ramoneando las coriáceas hojas de los espinosos arbustos redondeados de las cimas de la Serra de Tramuntana y de las suaves lomas de Menorca, llamados cojinetes de monja. El impresionante silencio de la naturaleza en su estado puro, sólo roto por el murmullo sibilante del viento jugando con las caprichosas formas de las rocas calcáreas y las ramas de los tejos, acebuches, enebros y encinas y por el graznido de algún halcón peregrino, un milano, un cuervo o un buitre negro, completaba la escena maravillosa de aquel paraíso. Se me encoje el corazón y mi espíritu se entristece ante la dolorosa realidad actual. Aquel edén de ensueño jamás volverá a ser lo que fué. Se ha perdido para siempre.
Los brotes ensangrentrados de febrero se despliegan en marzo y se transforman en hojas y capullos. Los tallos alcanzan los 60 centímetros de altura. El envés de las hojas permanece teñido de rojo, al igual que el pecíolo, el raquis y las nerviaciones principales del limbo, mientras que el haz adquiere un intenso color verde azulado con brillo metalizado.
Como todas las paeoniáceas la paeonia balear es muy venenosa. Su rareza actual en la naturaleza no se debe pues al ramoneo de las ovejas y las cabras asilvestradas, sino a la mala costumbre de la gente de arrancar las plantas enteras, al verlas tan hermosas, para llevárselas a su casa y sembrarlas en macetas, lo cual siempre acaba matándolas, o bien arrancar las flores para hacer un ramo y meterlo en un jarrón, impidiendo así la formación de las semillas de la siguiente generación.
Joven Paeonia cambessedesii de cuatro años con su primera flor de seis pétalos a principios de abril.
Flor de una joven Paeonia cambessedesii el día 25 de marzo en su segundo año de floración.
Flor de una joven Paeonia cambessedesii el día 25 de marzo en su segundo año de floración.
Magnífica flor de Paeonia cambessedesii adulta a finales de marzo. Cada brote acaba en una única flor en su extremo.
Misma flor anterior con sus ocho pétalos de un intenso color rosado casi transparente. Las flores miden entre 6 y 12 centímetros de diámetro y suelen llevar entre 5 y 10 pétalos, aunque en general la mayoría de flores llevan ocho. El color va desde un rosado muy pálido hasta un rosado purpúreo.
Otra flor de Paenia cambessedesii a finales de marzo. La belleza de los pétalos con su textura de papel de seda transparente y la retícula de sus nerviaciones más oscuras es impresionante.
Como os decía al principio la madre de la Paeonia cambessedesii vino de Europa durante el período Messiniense del Mioceno tardío. Hace unos años unos prestigiosos botánicos realizaron un estudio genético de todas las paeonias europeas y asiáticas. Tras analizar los resultados y comparar las variaciones en los distintos marcadores genéticos concluyeron que todas las paeonias del Mediterráneo proceden de un híbrido ancestral asiático, que se formó hace millones de años por la hibridación entre dos paeonias de las mesetas del Asia central. Desde allí este híbrido antediluviano fué colonizando las tierras de toda Asia y Japón, llegando hasta Oriente próximo, y luego prosiguió su expansión por todos los países ribereños del Mediterráneo y toda Europa. En cada nuevo territorio conquistado se iba diferenciando en distintas especies por sucesivas mutaciones adaptativas.
Cuando uno de sus descendientes llegó a la región Tirrénica en pleno período Messiniense colonizó una tras otra las entonces montañas de Córcega y Cerdeña y desde allí saltó a Menorca y Mallorca. Tras la posterior subida del nivel del mar, las montañas baleares se convirtieron en islas y la paeonia tirrénica quedó aislada y sufrió diversas mutaciones adaptativas hasta transformarse en nuestra bellísima Paeonia cambessedesii, que en la actualidad solamente vive en Mallorca, Menorca y Cabrera. A pesar de haber cientos de especies de paeonia en Europa y Asia, todas ellas tienen los dos mismos ancestros asiáticos.
El aparato reproductor está formado por numerosos estambres con los filamentos purpúreos y las anteras amarillas cargadas de polen. En el centro se encuentran entre 3 y 9 carpelos femeninos, también purpúreos, con los estigmas circinados receptores del polen en sus extremos. Cada estigma se une a su ovario a través de un grueso estilo.
El aparato reproductor de la Paeonia cambessedesii tiene una fase femenina y una masculina. Durante el primer día maduran los estigmas femeninos que esperan la visita de los insectos polinizadores con sus cuerpos impregnados del polen de otras flores. Si los estigmas no son fertilizados el primer día siguen receptivos uno o dos días más. Mientras tanto las anteras masculinas de los estambres permanecen cerradas para evitar la autopolinización. Cuando la planta detecta que sus ovarios ya han sido fecundados, madura los estambres y las anteras masculinas se abren para que los insectos se impregnen con el polen y lo lleven a otras flores.
Flor en fase masculina con los estambres maduros liberando el polen.
Flor en fase masculina con los estambres maduros liberando el polen.
Dos flores de Paeonia cambessedesii de un bellísimo color rosado muy pálido. Se ve un insecto polinizador impregnándose de polen, lo cual significa que el aparato reproductor de las flores está en fase masculina y sus ovarios ya han sido fecundados.
Ovarios ya fecundados iniciando la maduración de las semillas.
A finales de agosto las semillas ya están maduras y los frutos se abren para dispersarlas.
Infrutescencia a mediados de septiembre.
Infrutescencia a mediados de septiembre.
Frutos ya completamente abiertos con las llamativas semillas de un brillante color negro azabache.
Un detalle curioso del contenido de los frutos son las semillas abortadas que no llegan a madurar dentro de los ovarios por no haber sido fecundadas, quedando reducidas a unos cuerpos rojos y blandos de caras aplanadas.
En esta imagen se ven muy bien las semillas abortadas unidas a la pared interna del ovario por un pequeño pedúnculo nutricio exactamente igual al de las semillas negras fecundadas.
Detalle de las semillas viables de color negro y las abortadas de color rojo.
Un detalle curioso del contenido de los frutos son las semillas abortadas que no llegan a madurar dentro de los ovarios por no haber sido fecundadas, quedando reducidas a unos cuerpos rojos y blandos de caras aplanadas.
En esta imagen se ven muy bien las semillas abortadas unidas a la pared interna del ovario por un pequeño pedúnculo nutricio exactamente igual al de las semillas negras fecundadas.
Detalle de las semillas viables de color negro y las abortadas de color rojo.
Las semillas de Paeonia cambessedesii deben soportar varios inviernos con fuertes heladas para superar el letargo interno que impide su germinación. Una manera de acelerar el proceso consiste en estratificar las semillas en tierra vegetal humedecida dentro de un envase cerrado e introducirlas luego en un frigorífico durante tres o cuatro meses. El frío despierta al embrión de su letargo invernal. A principios de la primavera se siembran las semillas en su lugar definitivo y suelen germinar sin problemas a las pocas semanas. Si no germinan en la primera primavera lo hacen en la siguiente.
Pequeña Paeonia cambessedesii recien nacida con su intenso color granate que impide que las heladas la congelen. Su infancia durará cuatro o cinco largos años y una primavera dará su primera flor, la más bella de las montañas baleares.
Que belleza, es preciosa.Saludos.
ResponderEliminarEsplendida estrada, las fotos son magnificas y las flores de Paeonia realmente bellas, solo falta el perfume.
ResponderEliminarGracias por tu visita, y por descubrirnos tu interesante blog.
ResponderEliminarLas peonías son bellas en todas sus fases... Una verdadera alegría para el alma encontrar un bosquete lleno de estas flores...
ResponderEliminarSaludos.
Los brotes nuevos surgiendo de la tierra son como una sobrecogedora metáfora del vigor y el deseo de vivir. Abrazos.
ResponderEliminarGracias Joan. Otro artículo genial y las fotos... impresionantes.
ResponderEliminarMatilde.
Una preciosidad de principio a fin, felicidades, un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Conchita. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Oh qué bonito! Las fotos, las detalladas descripciones...es una gozada la floración de las peonías, que convierten nuestros montes en bellísimos jardines. Aquí crece la P. broteroi muy numerosa en algunas de nuestras sierras calizas y cada primavera paso un día entre ellas. Bonito. Gracias Juan.
ResponderEliminarGracias a tí, Carmela.
ResponderEliminarMe encantan la peonias pero no consigo tenerlas, se mueren... debe ser que no les gusta mi jardín...
ResponderEliminarMuy interesante blog.
Un abrazo
Dorisalon, las paeonias sólo viven de media entre 7 y 10 años. Tras la germinación de la semilla tardan entre 3 y 4 años en florecer por primera vez. Luego van floreciendo cada primavera durante varios años y finalmente mueren tras 3 a 7 floraciones. Por lo tanto si quieres tener siempre estas plantas en tu jardín debes sembrar cada año varias semillas que sustituirán a las que se vayan muriendo. Un abrazo.
ResponderEliminarUna gozada, felicidades.
ResponderEliminarGracias a tí, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarImpecable explicación, tanto por las excelentes imágenes como por un texto correctísimo!. Gracias Juan por compartirlo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Alicia. Un abrazo desde el Mediterráneo.
EliminarHola Joan, justo ahora están brotando en Cáceres las nuestras,aunque sin ese impresionante color rojizo. Me llama la atención en ambiente tan abierto en el que vive, aquí son plantas de bosque. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Alberto: Es curioso lo que dices de vuestras Paeonias. Aquí siempre las he visto en lugares bien despejados y en general a pleno sol. Un abrazo.
EliminarHOLA ES VERDAD QUE EL TE DE PEONIA SILBE PARA LIMPIAR LOS PULMONES
ResponderEliminarPues no sé responder a tu pregunta. A ver si alguien lo sabe.
EliminarTraje a mi jardin de la Sierra de Gata unas cuatro plantas hace unos dieciocho años. Hoy tendré unas 200, y eso que son bien "jodías" de reproducir por semillas. Suelo recoger ya unas 150 de estas semillas por año y regalo cantidad, lo que hace que muchos de mis vecinos y amistades las tengan. No lo comentéis, pero a mis mejores amigos les regalo ya hasta las "raices" cuando divido alguna planta que sobrepasa las doce o catorce flores. Se ahorran 4 ó 5 años de arduo trabajo.
ResponderEliminarVivo en Cáceres ciudad.
Gracias por la información, Anónimo.
EliminarHola Juan. Soy el anónimo anterior de Cáceres. Mi nombre es Manuél. Aunque también te escribo esta de paso, quiero darte las gracias por todo... hasta por las preciosas las fotos. En la Sierra de Gata, transición entre S. Gredos y S. Estrella hay dos variedades a mi entender: la broteris, apagada de color rosa y la oficinalis, de un rojizo que te puede algo. Son las que tengo en mi.casa. Te voy a dar a salto de mata otros datos: Nunca permito que se corte una flor. Algunas plantas tenían cuando las traje a casa unos diez años y ahí siguen. Quieren tierra muy esponjosa y profunda, con excremento de caballo y serrín; es decir paja y madera en descomposición. Si les añades boñigas de vaca, ya hasta te cantan. Les va muy bien tambien, a las semillas, una capa de hojas de encinas. Los dedos de sangre me salen tanto en diciembre, enero como febrero. Las flores las visitan tanto abejas, como "bombas hispanas" como moscas verdes y como ese bichillo exactamente igual al de tu fotografía, y que pienso que es su polinizador base y endémico de las peonias. Venga, perdona mis tonterías. Un abrazo.
EliminarMuchas gracias por tu valiosa y muy interesante información, Manuel. Un abrazo.
EliminarInteresante artículo. Gracias.
ResponderEliminarSon folículos sus frutos..?
Gracias, Marcelo. Así es, los botánicos llaman folículos a los frutos de las Paeonias.
EliminarEstá protegida,no se deberían recolectar semillas sin un permiso del gobierno balear. Aunque toda ayuda para aumentar los efectivos de una especie siempre viene bien.
ResponderEliminarAsí es, Carles.
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