El pasado día 19 de octubre el arqueólogo Jaume Deià organizó una visita al yacimiento musulmán de Almallutx, a la que me apunté junto a un grupo de amigos. El nivel del agua del embalse que cubre los restos arqueológicos estaba más bajo que nunca, y habían quedado expuestos los muros derruidos de numerosas casas musulmanas e incontables fragmentos óseos y cerámicos.
La tierra se veía todavía muy húmeda por la reciente retirada estival del agua del embalse que la cubría.
Todos escuchábamos atónitos las explicaciones sobre la masacre de los mallorquines de Almallutx a manos de los piratas catalano-aragoneses, que Jaume nos relataba con contundente vehemencia.
Como ya expliqué en dos artículos anteriores, en Almallutx son tan abundantes los restos óseos que teníamos que ir con cuidado de no pisotear huesos humanos, como los de este pie que se conserva entero y que podría haber sido cercenado de un hachazo o golpe de espada por encima del tobillo durante la masacre. (Ver artículos anteriores: Almallutx fue su último refugio y Almallutx, el valle del genocidio).
El grupo de amigos ante los restos del yacimiento talayótico de Almallutx, unos milenios más antiguo que el yacimiento musulmán.
El biofísico Ernesto Nicola junto al monumento talayótico anterior con el embalse del Gorg Blau al fondo.
Otro monumento de la época talayótica.
Al finalizar la visita, Jaume Deià, con los ojos brillantes por la emoción de entusiasta arqueólogo enamorado de su trabajo, nos reveló un gran secreto: el hallazgo de un tesoro arqueológico todavía sin excavar, una tinaja prácticamente entera (que en la isla llamamos alfàbia en la variante mallorquina del catalán, palabra que procede directamente del árabe andalusí al-ẖābya, idioma que hablaban los mallorquines hace 800 años, ya que las islas pertenecían al Al-Andalus musulmán). Esta palabra y unas cuantas decenas más, junto con miles de topónimos, son los únicos vocablos andalusíes que conservamos los isleños de nuestros antepasados musulmanes, que lograron sobrevivir al genocidio y permanecieron en la tierra que les vio nacer, denigrados a la condición de esclavos al servicio de los asesinos de sus padres.
No se conoce con certeza el número exacto de moros, tal vez unos 3.000, sobre todo niñas, que sobrevivieron y con el tiempo tuvieron descendencia, ya fuera por violación o por matrimonio forzado con los invasores tras ser obligadas a convertirse al cristianismo. El estudio del genoma de los actuales isleños nos deparará muchas sorpresas, como el dato que ya se conoce sobre el cromosoma Y de los varones actuales con apellidos de probable origen musulmán y/o judío, según el cual entre un 7 y un 10% de ellos llevan un cromosoma Y norteafricano igual al de los actuales bereberes. Teniendo en cuenta que la mayoría de supervivientes fueron niñas, muy apreciadas como botín de guerra y fáciles de capturar y someter, si el cromosoma Y bereber representa el antedicho %, ¿cuantos isleños actuales llevamos un cromosoma X procedente de las niñas esclavas andalusíes?
Unos días después Jaume me mandó un whatsapp invitándome a la extracción de la tinaja. Cuando llegué al valle de Almallutx el joven arqueólogo, ayudado por el veterano arqueólogo Toni de Cúber, que 40 años atrás excavó el yacimiento talayótico de aquel paradisíaco altiplano, y media docena de voluntarios más, algunos de ellos estudiantes y otros simplemente entusiastas de la arqueología, habían limpiado de tierra el cuello de la vasija y las piedras planas que la protegían, colocadas 800 años atrás por los moradores de la casa para conservar sus preciados alimentos.
Cuello de la tinaja fragmentado por el enorme peso de la tierra depositada sobre ella durante ocho siglos.
Con manos delicadas de cirujano Jaume y sus ayudantes fueron retirando las piedras planas que protegían la tinaja.
Bajo las losas había barro empapado por el agua del embalse que sólo un mes atrás cubría la tinaja.
Jaume Deià y el veterano arqueólogo Toni de Cúber protegido del sol por un sombrero, retirando grumo a grumo con mucho cuidado y maestría la tierra lodosa, observados de cerca por Marta, la novia de Jaume Deià y por Jaume de Lloseta, un aficionado a la arqueología y zahorí.
Los dos arqueólogos recogían la tierra y la guardaban en bolsas para su posterior estudio en el laboratorio de Can Xoroi, situado en el cercano y paradisíaco municipio de Fornalutx, topónimo de inequívoco origen musulmán.
Bajo el lodo apareció el piso empedrado de la vivienda musulmana. Sin duda la tinaja era una parte muy importante de la vivienda, una especie de despensa donde guardaban los alimentos.
Durante el receso del almuerzo yo aproveché para tomar estas fotografías de los restos de las imponentes encinas varias veces centenarias que 43 años atrás crecían en el bosque impenetrable que cubría el altiplano de Almallutx, hoy día inundado la mayor parte del año por las aguas del embalse del Gorg Blau.
Este tronco mide más de un metro de diámetro, lo que nos da una idea del tamaño descomunal que debía tener la encina. En 1971 fueron taladas cientos de encinas iguales a ésta para construir el embalse.
Al lado de los tocones de encina se encuentran los restos de una gran mezquita, en los que el zahorí Jaume nos aseguró sentir una gran energía en el punto exacto de la imagen, el centro del Mihrab, el lugar que en las mezquitas indica hacia donde hay que mirar cuando se reza, es decir, hacia La Meca.
El cable metálico que sostenía entre las manos se inclinaba hacia abajo con mucha fuerza.
El cuerpo del zahorí temblaba por la intensa energía que percibía en el lugar del Mihrab señalado por el cable. No nos supo decir qué podía haber bajo sus pies, tal vez la sepultura de un imán o una correntía de agua subterránea. Las excavaciones nos sacarán de dudas.
Tras el almuerzo prosiguió la excavación alrededor de la tinaja. La tierra de su alrededor junto con algunos pequeños restos cerámicos y los probables huesos de una gallina fueron cuidadosamente guardados en distintas bolsas de plástico.
Visión cercana de la tinaja con el piso empedrado a su alrededor.
La habitación rectangular de la casa musulmana con los restos de sus muros a su alrededor. La pared alta que se ve al fondo fue construida con posterioridad hace unos pocos siglos por los dueños de la finca de Almallutx para contener el ganado ovino y caprino, aprovechando las piedras de la casa y destruyendo así, por pura ignorancia y desprecio hacia el pasado musulmán de Mallorca, los muros de los edificios del yacimiento. Se ve muy bien el piso empedrado sobre el que caminaban los moradores de la casa y en la esquina de la derecha la gran tinaja prácticamente entera, la única musulmana que se conoce que no está completamente fragmentada.
Así suelen encontrarse todas las vasijas musulmanas, de ahí el gran valor de la tinaja de esta casa de Almallutx.
Jaume fotografiando su tesoro desde distintos ángulos.
Durante la minuciosa toma de fotografías Jaume era observado por su novia Marta.
Y llegó por fin el momento más esperado por todos los allí presentes, la retirada del tapón de barro y piedras que la obturaba. La espectación era tan grande por ver el supuesto y maravilloso "Tesoro de las Mil y Una Noches" que contenía. que todos nos agolpábamos ansiosos alrededor de la tinaja.
Deseábamos tanto que contuviera monedas y joyas de oro y plata, que nuestros ojos creyeron ver brillos y formas sobre la superficie lodosa, que al final tras una inspección cuidadosa no fueron más que espejismos fruto de nuestra imaginación. ¡Vaya decepción! Para animarnos Jaume nos dijo que a lo mejor el tesoro estaba bajo la capa de barro en el fondo de la tinaja. Tendrían que estudiar minuciosamente su contenido y mandarlo analizar en busca de polen y otros restos.
Se acercaba la noche, empezaba a hacer frío y debíamos dejar la extracción de la tinaja para el día siguiente.
Antes de despedirnos nos hicimos una foto como recuerdo. El señor con el pelo blanco es el arqueólogo inglés Andrew Pringle y el que está sentado a su derecha con sombrero y camisa a rayas es un servidor.
Yo no estuve en la extracción, pero Jaume me mandó varias fotografías para que tuviera constancia del proceso.
La tinaja tenía una grieta que la recorría en toda su longitud. Para evitar que se rompiera durante su traslado la rodearon con trozos de porexpán sujetados por una cuerda y la llevaron entre todos sobre una red de pescador hasta la carretera, la metieron en un coche y de ahí hasta el laboratorio de Can Xoroi.
La tinaja o alfabia en Can Xoroi.
Jaume me explicó que, cuando vaciaron su contenido para mandarlo a un laboratorio especializado, bajo el barro se encontraron con una capa de casi 20 centímetros de cenizas, que se depositaron en el fondo de la tinaja durante el espantoso incendio de la casa provocado por las huestes invasoras.
El fondo de la tinaja está roto pero en Can Xoroi conservan todos los fragmentos y una vez restaurada quedará perfecta. Lucirá en todo su esplendor en el Museo de Mallorca. Arriba a la derecha se ve un agujero por donde los moradores de la casa metieron una especie de grapa metálica para sujetar y reparar la grieta. Tras 800 años la grapa ya ha desaparecido corroída por el agua del embalse.
Noticia del hallazgo de la tinaja en la prensa local de la comarca de Sóller, Deià, Fornalutx, Bunyola y Escorca. (Dice: "Almallutx tuvo un auténtico entramado urbano).
En mi primera visita al laboratorio de Can Xoroi me llamaron la atención dos fragmentos óseos de un cráneo hallado en Almallutx, que presentaban un grosor desmesurado y unas deformidades muy llamativas. Hace unos días el arqueólogo y amigo Jaume Deià tuvo el detalle de permitirme tomarles unas fotos para intentar esclarecer la patología que aquejaba a aquel individuo, cuyo sexo no me atrevo a suponer por no contar con los demás huesos de la cara y del resto del esqueleto. Tras varios días estudiando las fotografías tengo la osadía de orientar el diagnóstico hacia una displasia ósea congénita, que afecta a los huesos de la cabeza, sobre todo a los de la cara, y a los huesos largos de las extremidades, las costillas, las clavículas y la pelvis, la Displasia cráneo-diafisaria.
Esta enfermedad suele acompañarse frecuentemente de déficit mental por el cierre prematuro de las suturas craneales, lo que impide que el cerebro pueda expandirse y crecer, por encontrarse aprisionado entre las paredes herméticamente cerradas de la caja craneal. El engrosamiento desmesurado de los huesos craneales acaba provocando a los afectados ceguera por compresión del nervio óptico, sordera con frecuencia bilateral por obliteración ósea de las cavidades auditivas, convulsiones, obstrucción nasal completa con anosmia y respiración ruidosa por la boca, mientras que las alteraciones de los huesos largos de los miembros inferiores les dificultan o incluso impiden la marcha.
La tierra se veía todavía muy húmeda por la reciente retirada estival del agua del embalse que la cubría.
Todos escuchábamos atónitos las explicaciones sobre la masacre de los mallorquines de Almallutx a manos de los piratas catalano-aragoneses, que Jaume nos relataba con contundente vehemencia.
Como ya expliqué en dos artículos anteriores, en Almallutx son tan abundantes los restos óseos que teníamos que ir con cuidado de no pisotear huesos humanos, como los de este pie que se conserva entero y que podría haber sido cercenado de un hachazo o golpe de espada por encima del tobillo durante la masacre. (Ver artículos anteriores: Almallutx fue su último refugio y Almallutx, el valle del genocidio).
El grupo de amigos ante los restos del yacimiento talayótico de Almallutx, unos milenios más antiguo que el yacimiento musulmán.
El biofísico Ernesto Nicola junto al monumento talayótico anterior con el embalse del Gorg Blau al fondo.
Otro monumento de la época talayótica.
Al finalizar la visita, Jaume Deià, con los ojos brillantes por la emoción de entusiasta arqueólogo enamorado de su trabajo, nos reveló un gran secreto: el hallazgo de un tesoro arqueológico todavía sin excavar, una tinaja prácticamente entera (que en la isla llamamos alfàbia en la variante mallorquina del catalán, palabra que procede directamente del árabe andalusí al-ẖābya, idioma que hablaban los mallorquines hace 800 años, ya que las islas pertenecían al Al-Andalus musulmán). Esta palabra y unas cuantas decenas más, junto con miles de topónimos, son los únicos vocablos andalusíes que conservamos los isleños de nuestros antepasados musulmanes, que lograron sobrevivir al genocidio y permanecieron en la tierra que les vio nacer, denigrados a la condición de esclavos al servicio de los asesinos de sus padres.
No se conoce con certeza el número exacto de moros, tal vez unos 3.000, sobre todo niñas, que sobrevivieron y con el tiempo tuvieron descendencia, ya fuera por violación o por matrimonio forzado con los invasores tras ser obligadas a convertirse al cristianismo. El estudio del genoma de los actuales isleños nos deparará muchas sorpresas, como el dato que ya se conoce sobre el cromosoma Y de los varones actuales con apellidos de probable origen musulmán y/o judío, según el cual entre un 7 y un 10% de ellos llevan un cromosoma Y norteafricano igual al de los actuales bereberes. Teniendo en cuenta que la mayoría de supervivientes fueron niñas, muy apreciadas como botín de guerra y fáciles de capturar y someter, si el cromosoma Y bereber representa el antedicho %, ¿cuantos isleños actuales llevamos un cromosoma X procedente de las niñas esclavas andalusíes?
Unos días después Jaume me mandó un whatsapp invitándome a la extracción de la tinaja. Cuando llegué al valle de Almallutx el joven arqueólogo, ayudado por el veterano arqueólogo Toni de Cúber, que 40 años atrás excavó el yacimiento talayótico de aquel paradisíaco altiplano, y media docena de voluntarios más, algunos de ellos estudiantes y otros simplemente entusiastas de la arqueología, habían limpiado de tierra el cuello de la vasija y las piedras planas que la protegían, colocadas 800 años atrás por los moradores de la casa para conservar sus preciados alimentos.
Cuello de la tinaja fragmentado por el enorme peso de la tierra depositada sobre ella durante ocho siglos.
Con manos delicadas de cirujano Jaume y sus ayudantes fueron retirando las piedras planas que protegían la tinaja.
Bajo las losas había barro empapado por el agua del embalse que sólo un mes atrás cubría la tinaja.
Jaume Deià y el veterano arqueólogo Toni de Cúber protegido del sol por un sombrero, retirando grumo a grumo con mucho cuidado y maestría la tierra lodosa, observados de cerca por Marta, la novia de Jaume Deià y por Jaume de Lloseta, un aficionado a la arqueología y zahorí.
Los dos arqueólogos recogían la tierra y la guardaban en bolsas para su posterior estudio en el laboratorio de Can Xoroi, situado en el cercano y paradisíaco municipio de Fornalutx, topónimo de inequívoco origen musulmán.
Bajo el lodo apareció el piso empedrado de la vivienda musulmana. Sin duda la tinaja era una parte muy importante de la vivienda, una especie de despensa donde guardaban los alimentos.
Durante el receso del almuerzo yo aproveché para tomar estas fotografías de los restos de las imponentes encinas varias veces centenarias que 43 años atrás crecían en el bosque impenetrable que cubría el altiplano de Almallutx, hoy día inundado la mayor parte del año por las aguas del embalse del Gorg Blau.
Este tronco mide más de un metro de diámetro, lo que nos da una idea del tamaño descomunal que debía tener la encina. En 1971 fueron taladas cientos de encinas iguales a ésta para construir el embalse.
Al lado de los tocones de encina se encuentran los restos de una gran mezquita, en los que el zahorí Jaume nos aseguró sentir una gran energía en el punto exacto de la imagen, el centro del Mihrab, el lugar que en las mezquitas indica hacia donde hay que mirar cuando se reza, es decir, hacia La Meca.
El cable metálico que sostenía entre las manos se inclinaba hacia abajo con mucha fuerza.
Tras el almuerzo prosiguió la excavación alrededor de la tinaja. La tierra de su alrededor junto con algunos pequeños restos cerámicos y los probables huesos de una gallina fueron cuidadosamente guardados en distintas bolsas de plástico.
Visión cercana de la tinaja con el piso empedrado a su alrededor.
La habitación rectangular de la casa musulmana con los restos de sus muros a su alrededor. La pared alta que se ve al fondo fue construida con posterioridad hace unos pocos siglos por los dueños de la finca de Almallutx para contener el ganado ovino y caprino, aprovechando las piedras de la casa y destruyendo así, por pura ignorancia y desprecio hacia el pasado musulmán de Mallorca, los muros de los edificios del yacimiento. Se ve muy bien el piso empedrado sobre el que caminaban los moradores de la casa y en la esquina de la derecha la gran tinaja prácticamente entera, la única musulmana que se conoce que no está completamente fragmentada.
Así suelen encontrarse todas las vasijas musulmanas, de ahí el gran valor de la tinaja de esta casa de Almallutx.
Jaume fotografiando su tesoro desde distintos ángulos.
Durante la minuciosa toma de fotografías Jaume era observado por su novia Marta.
Deseábamos tanto que contuviera monedas y joyas de oro y plata, que nuestros ojos creyeron ver brillos y formas sobre la superficie lodosa, que al final tras una inspección cuidadosa no fueron más que espejismos fruto de nuestra imaginación. ¡Vaya decepción! Para animarnos Jaume nos dijo que a lo mejor el tesoro estaba bajo la capa de barro en el fondo de la tinaja. Tendrían que estudiar minuciosamente su contenido y mandarlo analizar en busca de polen y otros restos.
Se acercaba la noche, empezaba a hacer frío y debíamos dejar la extracción de la tinaja para el día siguiente.
Antes de despedirnos nos hicimos una foto como recuerdo. El señor con el pelo blanco es el arqueólogo inglés Andrew Pringle y el que está sentado a su derecha con sombrero y camisa a rayas es un servidor.
Yo no estuve en la extracción, pero Jaume me mandó varias fotografías para que tuviera constancia del proceso.
La tinaja tenía una grieta que la recorría en toda su longitud. Para evitar que se rompiera durante su traslado la rodearon con trozos de porexpán sujetados por una cuerda y la llevaron entre todos sobre una red de pescador hasta la carretera, la metieron en un coche y de ahí hasta el laboratorio de Can Xoroi.
La tinaja o alfabia en Can Xoroi.
Jaume me explicó que, cuando vaciaron su contenido para mandarlo a un laboratorio especializado, bajo el barro se encontraron con una capa de casi 20 centímetros de cenizas, que se depositaron en el fondo de la tinaja durante el espantoso incendio de la casa provocado por las huestes invasoras.
El fondo de la tinaja está roto pero en Can Xoroi conservan todos los fragmentos y una vez restaurada quedará perfecta. Lucirá en todo su esplendor en el Museo de Mallorca. Arriba a la derecha se ve un agujero por donde los moradores de la casa metieron una especie de grapa metálica para sujetar y reparar la grieta. Tras 800 años la grapa ya ha desaparecido corroída por el agua del embalse.
En mi primera visita al laboratorio de Can Xoroi me llamaron la atención dos fragmentos óseos de un cráneo hallado en Almallutx, que presentaban un grosor desmesurado y unas deformidades muy llamativas. Hace unos días el arqueólogo y amigo Jaume Deià tuvo el detalle de permitirme tomarles unas fotos para intentar esclarecer la patología que aquejaba a aquel individuo, cuyo sexo no me atrevo a suponer por no contar con los demás huesos de la cara y del resto del esqueleto. Tras varios días estudiando las fotografías tengo la osadía de orientar el diagnóstico hacia una displasia ósea congénita, que afecta a los huesos de la cabeza, sobre todo a los de la cara, y a los huesos largos de las extremidades, las costillas, las clavículas y la pelvis, la Displasia cráneo-diafisaria.
Esta enfermedad suele acompañarse frecuentemente de déficit mental por el cierre prematuro de las suturas craneales, lo que impide que el cerebro pueda expandirse y crecer, por encontrarse aprisionado entre las paredes herméticamente cerradas de la caja craneal. El engrosamiento desmesurado de los huesos craneales acaba provocando a los afectados ceguera por compresión del nervio óptico, sordera con frecuencia bilateral por obliteración ósea de las cavidades auditivas, convulsiones, obstrucción nasal completa con anosmia y respiración ruidosa por la boca, mientras que las alteraciones de los huesos largos de los miembros inferiores les dificultan o incluso impiden la marcha.
Cara externa del hemicráneo encontrado en Almallutx correspondiente a un niño o adolescente aquejado de una probable Displasia cráneo-diafisaria.
Se ve bien la línea sinuosa de la sutura coronaria o frontoparietal. Las demás suturas o conexiones entre huesos presentan una sinóstosis total (unión ósea completa con osificación de los tejidos de conexión y borrado de las líneas suturarias). El hueso frontal presenta un abombamiento muy llamativo por el crecimiento exagerado en grosor, dureza y densidad del tejido óseo, lo que recibe el nombre de hiperóstosis y esclerosis ósea.
Se ve bien la línea sinuosa de la sutura coronaria o frontoparietal. Las demás suturas o conexiones entre huesos presentan una sinóstosis total (unión ósea completa con osificación de los tejidos de conexión y borrado de las líneas suturarias). El hueso frontal presenta un abombamiento muy llamativo por el crecimiento exagerado en grosor, dureza y densidad del tejido óseo, lo que recibe el nombre de hiperóstosis y esclerosis ósea.
Cara interna del hemicráneo anterior. A la izquierda por encima de los huesos frontales se ve una cavidad que se corresponde con el seno frontal. Se aprecia el exagerado grosor del hueso frontal con respecto al de los huesos parietal y occipital, por lo demás también más gruesos de lo normal.
Visión frontal del hemicráneo anterior en el que llama la atención la región nasal muy ensanchada y aplanada que ocasiona una separación exagerada de las órbitas llamada hipertelorismo.
Observando y sopesando estos huesos con apariencia y consistencia pétrea me imaginé la violencia de la muerte del pobre niño o adolescente. Unos huesos tan duros no se fragmentan espontáneamente ni con el paso de 800 años. Sin duda fue asesinado a golpes con un objeto contundente y aplicando una gran fuerza. ¿Murió salvajemente apaleado o apedreado durante la masacre de los refugiados moros a manos de los invasores cristianos? Todo hace suponer que así fue.
Observando y sopesando estos huesos con apariencia y consistencia pétrea me imaginé la violencia de la muerte del pobre niño o adolescente. Unos huesos tan duros no se fragmentan espontáneamente ni con el paso de 800 años. Sin duda fue asesinado a golpes con un objeto contundente y aplicando una gran fuerza. ¿Murió salvajemente apaleado o apedreado durante la masacre de los refugiados moros a manos de los invasores cristianos? Todo hace suponer que así fue.
La rama ascendente del hueso maxilar presenta una sinóstosis casi completa en su articulación con el hueso frontal de manera que sólo se aprecia una pequeña línea de sutura entre ambos huesos.
Sinóstosis de la sutura internasal de ambos huesos nasales en un solo hueso aplanado en forma de silla de montar. Persiste bien visible la sutura nasomaxilar que articula el borde externo de cada hueso nasal con la rama ascendente del hueso maxilar, así como también la sutura frontonasal entre el borde superior de los huesos nasales y la escotadura nasal del hueso frontal.
En el borde orbitario se ve una especie de muesca en el hueso, la escotadura frontal media (incisura frontalis medialis) por donde pasaban el nervio y la arteria frontal media o supraorbitaria y otra muesca más pequeña, la escotadura frontal lateral (incisura frontalis lateralis) por donde pasaban el nervio y la arteria frontal lateral. Ambas escotaduras son totalmente normales. Sobre el borde orbitario derecho del hueso frontal se pueden ver dos agujeros vasculares (foramina vascularis) por los que entraban los vasos nutricios que alimentaban el grueso e hiperostótico hueso frontal.
Región orbitaria. Arriba se ven los huesos nasales y el seno frontal.
Hueso muy engrosado con osificación exagerada por predominio desmesurado durante la niñez y la adolescencia de la actividad formadora de hueso de los osteoblastos, que supera con creces la actividad de reabsorción de hueso de los osteoclastos. Si el paciente logra alcanzar la edad adulta el crecimiento óseo se estabiliza y los huesos dejan de crecer. Sin embargo muy pocos enfermos logran superar los 20 años de vida, ya que las graves complicaciones neurológicas que padecen suelen ocasionarles la muerte.
El hueso frontal tiene un grosor el doble del normal. Se ven las trabéculas muy engrosadas con un entramado muy compacto que deja poco espacio para el tejido hematopoyético.
Imagen de un niño aquejado de Displasia cráneo-diafisaria con crecimiento desmesurado de los huesos de la cara: frente y pómulos abombados, huesos nasales ensanchados y aplanados con separación muy llamativa de los ojos (hipertelorismo), desplazamiento hacia abajo de los cartílagos nasales con posición muy baja de la nariz y obstrucción de las cavidades nasales por crecimiento hacia dentro de los huesos, lo que obliga al niño a respirar por la boca. Estos rasgos le dan un aspecto que recuerda a la cara de un león, de ahí que reciba el nombre de facies leonina o leontiasis. Esta imagen pertenece a la web de la Universidad de Oviedo
Adulto joven con Displasia cráneo-diafisaria. Presenta facies leonina o leontiasis, agravada por un crecimiento asimétrico de los huesos de la cara, hipertelorismo extremo, cejas altas, huesos nasales ensanchados y aplanados, nariz baja, región malar izquierda muy abombada, mandíbula y boca asimétricas e inserción muy baja del pabellón auricular derecho. Esta imagen pertenece a la web del Indian Journal of Ophthalmology
Esta enfermedad congénita, especialmente la forma que afecta a los huesos de la
cara, suele transmitirse por herencia autosómica recesiva, debiendo ser portadores del gen defectuoso los dos progenitores, de manera que la probabilidad de tener un hijo enfermo es del 25%.
Y ahora surgen las preguntas que tal vez nunca tendrán una respuesta. ¿Fue la consaguinidad de sus padres la causa del nacimiento de este niño enfermo? ¿Abundaban hace 800 años en Mallorca los portadores del gen de la Displasia cráneo-diafisaria? Como todavía ocurre en muchas zonas rurales del Magreb, ¿eran frecuentes en aquellos tiempos los matrimonios entre primos y primas o entre tíos y sobrinas?
Y ahora surgen las preguntas que tal vez nunca tendrán una respuesta. ¿Fue la consaguinidad de sus padres la causa del nacimiento de este niño enfermo? ¿Abundaban hace 800 años en Mallorca los portadores del gen de la Displasia cráneo-diafisaria? Como todavía ocurre en muchas zonas rurales del Magreb, ¿eran frecuentes en aquellos tiempos los matrimonios entre primos y primas o entre tíos y sobrinas?
Juan, muy buen reportaje, me encanta como salio la tinaja menos mal que no se rompió. Lo de la enfermedad, me da escalofríos. Besos.
ResponderEliminarHola Joan
ResponderEliminarQue interesante debió ser el momento de la extracción total para tu amigo Jaume. El reportaje excelente, lo de la tala de encinas una autentica pena que fueron centenares las que sucumbieron a causa del embalse,
La descripción que haces de la displasia cráneo diafisaria pone los pelos de punta, que horrible que existan tales atrocidades.
En fin, un placer leerte, como siempre
Una abraçada
Juanma
Muchas gracias, Juanma. Una abraçada.
Eliminarholas
ResponderEliminary ese fue un magnifico documental de Bibiloni Geografic.
saludos desde lima peru
Muchas gracias, ricardosos. Un cordial saludo.
EliminarHubo un caso en Taganana,Tenerife muy nombrado...en los años setenta.
ResponderEliminarNo lo sabía, Antonio.
EliminarÉs molt interessant tot el que expliques i les fotos són fantàstiques. Enhorabona pel blog i moltíssimes gràcies per compartir. Salutacions
ResponderEliminarCarme Burg
Moltes gràcies, Carme.
EliminarSalutacions.
Molt interesant aquest punt de vista sobre els invasors musulmans.
ResponderEliminarInvasors musulmans?
EliminarGracias Juan: he disfrutado de esa historia y de la anatomía, patología incluyendo el último párrafo que dejas como una incógnita.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Amadeo.
EliminarUn abrazo.