miércoles, 4 de marzo de 2015

El patriarca del Barranc de Biniaraix

Hacía tiempo que a mi amigo Llorenç, un gran profesional de la agricultura y la jardinería, le hacía ilusión ver el monumental madroño varias veces centenario que crece en un silencioso y umbrío bosque de cuento de hadas, en la espesura de un tupido encinar, con las raíces ancladas en el lecho del torrente que recorre el abrupto y bellísimo Barranc de Biniaraix, un lugar de ensueño, un remanso de paz ubicado en la aldea del mismo nombre en plena Serra de Tramuntana de Mallorca.


El sábado por la tarde decidimos que el domingo sería un buen día para hacerle una visita. Según AEMET el día estaría nublado pero no se anunciaban lluvias. 


Dejamos mi pequeño Hyundai en las afueras de Biniaraix cerca del tramo de torrente que baja del barranco y se dirige hacia Sóller. (Recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles)

Tras atravesar a pie la pequeña y entrañable población de Biniaraix nos encontramos con el edificio restaurado de un antiguo lavadero público.

El jardín que lo circunda es un calco de los bancales de olivos de las laderas montañosas que rodean esta idílica aldea que hace 800 años era una alquería mora. Su nombre Biniaraix es de un inequívoco origen árabe andalusí, Ibn Araix (Tierras de los Araix).

El lavadero está cubierto por una sólida techumbre de vigas de madera de acebuche y tejas de arcilla cocida.

 Detalle de "Ses rentadores de Biniaraix".

Mi amigo Llorenç iniciando la subida al barranco.

 Un servidor.

En los muros de piedra seca de los bancales abunda el helechito endémico Asplenium majorium.

Numerosas cascadas se suceden durante todo el trayecto.

 A la derecha se levantan las cimas de Es Cornadors. El más elevado, Es Cornador gran, alcanza los 1009 msnm.

El camino empedrado fue bellamente restaurado hace años por bancaleros profesionales.

Dos plantas típicas de las montañas de la Serra de Tramuntana de Mallorca. A la izquierda el endémico Astragalus balearicus y a la derecha una joven Euphorbia dendroides.

Detalle del Astragalus balearicus anterior con su típico crecimiento en forma de cojinete de monja cubierto de espinas para protegerse de la depredación de los herbívoros.

Numerosos árboles y arbustos crecen enraizados en el lecho del torrente.

Los olivos son el cultivo arbóreo predominante en las laderas del barranco.

Esta imponente encina centenaria nació entre las rocas del lecho del torrente. Sus raíces permanecen encharcadas durante 6 ó 7 meses al año sin que aparentemente le afecte en absoluto, más bien todo lo contrario dado su gran tamaño y su aspecto saludable.

Imagen de la encina anterior al completo.

Las rocas de esta colina lucen una coloración rojiza diferente al típico color blanco grisáceo de las rocas calizas que forman la Serra de Tramuntana, tal vez por su mayor riqueza en hierro.

En este tramo del barranco el torrente se ensancha mucho.

El mismo tramo anterior visto cuesta abajo.

 
Una acequia restaurada discurre entre el camino y el torrente. A la derecha se ve una higuera silvestre o cabrahigo.

 
 La acequia está formada por una hilera de tejas grandes de arcilla cocida.

 
 Al que se llevó las tejas destrozando el bellísimo canal se le debería caer la cara de vergüenza.

 En este tramo del barranco el camino transcurre flanqueado por altísimas paredes rocosas verticales.

 Los regueros de agua que descienden de las montañas dibujan estas líneas oscuras sobre la piedra caliza.

 La riqueza en cal del agua forma esta especie de estalactitas y estalagmitas al aire libre.

 En este tramo el barranco se estrecha tanto que a duras penas deja espacio para el torrente y el camino, por lo que recibe el nombre de S'Estret (El Estrecho). A la izquierda se puede ver una higuera silvestre nacida en la pared que sostiene el camino.


Uno de los puntos más estrechos del lecho del torrente.

 Las laderas del torrente parecen un bosque de cabrahigos. Dentro de unas semanas saldrán del letargo invernal y se cubrirán de grandes hojas de un color verde intenso.

Otra imagen de S'Estret flanqueado por cabrahigos.

Un poco más arriba al darnos la vuelta pudimos contemplar el bellísimo valle de Sóller.

Valle de Sóller con zoom.

A la vera del camino crece esta vieja Euphorbia dendroides que maravilló a Llorenç.

Esta lechetezna arbustiva de más de dos metros pierde las hojas en verano para soportar el calor y la larga sequía y con las primeras lluvias del otoño sale del letargo de la estivación y brota vigorosamente hojas nuevas.

Su tronco tiene un diámetro de unos 20 centímetros. Sin duda supera los 30 años de edad. A su lado crece una hija que compite con su madre por los rayos del sol.

En las ramas desnudas de este cabrahigo se podían ver numerosos higos de la tercera cosecha que reciben el curioso nombre de mamas. Son los frutos en los que la avispilla polinizadora Blastophaga psenes pasa el invierno en forma de larva. Dentro de un par de meses saldrán como avispas adultas por el ostíolo de las mamas y volarán hacia la siguiente cosecha de frutos llamados prohigos, los únicos que contienen flores masculinas y femeninas a la vez, en cuyo interior pondrán los huevos de la siguiente generación de avispillas.

Pequeñas mamas del cabrahigo anterior.

Detalle de las mamas.

 A pesar de su pequeño tamaño cada una de ellas contiene un centenar de larvas de avispilla en el interior del ovario de las flores femeninas transformadas en agallas.

Detalle de dos mamas llenas a rebosar de pequeñas agallas con una diminuta larva de avispilla transparente en el interior de la mayoría de ellas.

 A la vera del camino crece esta níspola, Mespilus germanica, injertada sobre un pie de espino albar, Crataegus monogyna.

 Detalle del callo del injerto.

 Puente de madera que permite el paso de los senderistas por encima del Torrent de Sa Font des Verger.

 Tramo del torrente que forma pequeñas cascadas.

Hermosa estampa de una cascada.

 Las numerosas vueltas en zig-zag del camino empedrado atraviesan varias veces el Torrent de Sa Font des Verger. Para permitir el paso de los senderistas en los meses que el torrente lleva agua se construyó este otro puente de madera igual al anterior.

Estas dos plantas rupícolas aprovechan el espacio entre las piedras de los numerosos muros de los bancales. Arriba se puede ver el helecho Polypodium cambricum y abajo dos ejemplares de la diminuta planta crasa Sedum dasyphyllum.

Y aquí tenéis al gigantesco madroño. Las foscas copas de las encinas, codiciosas de la escasa luz que logra burlar la barrera de las altas montañas, se entrecruzan cual techumbre viva para aprovechar hasta el último rayo de luz, dando una sombra densa y tenebrosa al torrente que transcurre a sus pies. Sus aguas cristalinas, de una pureza insuperable, bajan a ratos mansas a ratos furiosas de las altas montañas grises que lo flanquean, acariciando y puliendo las rocas calizas sobre las que se deslizan desde tiempos inmemoriales.

 Llorenç alucinaba ante este venerable árbol de corteza rojiza.

Pertenece a la especie Arbutus unedo de la familia de las Ericaceae.

A Llorenç le llamó la atención este bulto en el tronco.

Podría tratarse de una antigua cicatriz que sanó formando esta callosidad.

La corteza se desprende en pequeñas escamas.

Detalle de las escamas.

Algunos musgos verdes crecen sobre la corteza roja, acrecentando todavía más la belleza de este árbol.

 Continuación ascendente del tronco que se bifurca en tres gruesas ramas principales a una altura de unos dos metros.

 Las tres ramas principales.

 Las ramas secundarias parecen los dedos abiertos de una mano. Algunas presentan partes secas o deterioradas que deberían podarse y sanearse. Les pasaré el enlace de este artículo a los socios de ABA, Asociació Balear de l'Arbre, para que tramiten la inclusión de este majestuoso ejemplar de madroño en la lista del Catálogo de Árboles monumentales de las Islas Baleares. Sólo de esta manera estará protegido por las leyes del Gobierno Balear y con su autorización podrán proceder a su saneamiento.

En el rostro de Llorenç se puede adivinar la emoción con que medía palmo a palmo el perímetro del tronco. Durante toda la sesión de fotos no paró de acariciarlo. Sin duda le apasionan los árboles.

 El perímetro del tronco mide nueve palmos exactos a una altura aproximada de un metro. El palmo de Llorenç mide 22 centímetros. Así pues 22 X 9 : 198 centímetros de circunferencia. Para calcular el diámetro del tronco dividimos la circunferencia por el número Π. Así pues 198 / 3'1416 : 63'025 centímetros de diámetro. Teniendo en cuenta que los anillos de crecimiento anual de esta especie suelen medir de media unos 3 milímetros, o sea, 0'3 centímetros, entonces si dividimos 63'025 por 0'3 nos da una edad aproximada de 210 años.

 Justo cuando empezábamos a descender de vuelta a Biniaraix nos encontramos con nuestro amigo Jaume Deià Miró, el arqueólogo que halló el Yacimiento musulman de Almallutx, uno de los mejor conservados de España, que había salido a pasear por el barranco con su prima.

Al hablarles del madroño varias veces centenario quisieron verlo y para inmortalizar el encuentro nos hicimos este par de fotos.


10 comentarios:

  1. Esta precioso el madroño. Besos.

    ResponderEliminar
  2. Magnífic exemplar d'arbocer, tal volta ú dels més grans que hi he vist. A més a més el recorregut sembla molt deliciós.
    Salutacions des d'Alacant.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si, Enric, que ho és magnific aquest arboç, arbocer o arbocera. El Barranc de Biniaraix és una excursió inoblidable. Salutacions cordials.

      Eliminar
  3. Hola Juan,
    Que lugar más bonito para practicar el sedentarismo y el "Bocadillismo", lo de las tejas es de juzgado de guardia, no hay lugar que se salve del vandalismo? en fin, supongo que es un grave problema educacional,
    El madroño una autentica maravilla,
    Una abraçada
    Juanma

    ResponderEliminar
  4. La predicción de teexto me ha jugado una mala pasada, donde dice "sedentarismo" quería decir "senderismo"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No te preocupes, Juanma. Se entiende perfectamente que te refieres a senderismo.

      Eliminar