Esta mañana he visitado el mercado dominical del pueblo de Santa María, situado en el centro de Mallorca. Es uno de los más grandes, conocidos y concurridos de toda la isla. Hoy estaba abarrotado de gente, casi la mitad turistas, especialmente alemanes, que disfrutaban como enanos con nuestros higos de numerosas variedades, nuestros azufaifos, nuestros higos chumbos enteros y pelados, nuestros caracoles guisados con su respectivo allioli, degustando fascinados pequeños taquitos de nuestra sobrasada, nuestra longaniza, nuestros botifarrones, nuestro camaiot, nuestros quesos, contemplando y toqueteando con ojos brillantes y una sonrisa nuestras artesanías, bebiendo vasos y vasos de zumo de naranja natural, exprimido ante sus ojos por un viejo payés con las manos ennegrecidas y callosas por el duro trabajo de toda una vida, escuchando embelesados las maravillosas melodías de un par de músicos callejeros, emocionándose y dejándose contagiar por la alegría, el bullicio y la tolerancia de nuestras gentes, las autóctonas y las venidas de allende los mares, creando entre todos una maravillosa amalgama multicolor, que enriquece sobremanera la cosmopolita sociedad mallorquina.
Hoy por primera vez he visto a la venta pequeños tubérculos de cúrcuma a 11'50 € el kilo. No he podido resistir la tentación, dominado por mi afición por todo lo exótico y he comprado un cuarto de kilo. Unos metros más allá había un pequeño puesto con manojitos de hojas de hierbas silvestres y cultivadas: hinojo, almoraduj, camomila, perejil, menta, mejorana, salvia, rúcula, achicoria, canónigos, etc..., todo a un euro el manojo. He comprado la rúcula y la achicoria que veis en la foto.
Mientras volvía a casa conduciendo mi pequeño Hyundai me he imaginado el guiso que sería mi cena. En la imagen podéis ver las rodajitas de varios tubérculos de cúrcuma de un vivo color anaranjado, que desprenden un delicioso aroma exótico.
Su pigmento tiñe la piel de amarillo.
Tras trocear la cúrcuma, las patatas, la rúcula y la achicoria, lo he metido todo en una cazuela con agua fría junto con el huevo y lo he hervido a fuego medio durante media hora. Al final de la cocción he añadido dos taquitos de longaniza y la sal. Una vez en el plato le he echado por encima un generoso chorreón de aceite de oliva virgen extra.
Os aseguro que ha sido un verdadero manjar de dioses, un coctail de vitaminas, minerales y antioxidantes, una deliciosa cena sencilla y sana con el sabor, el color y el aroma de la cúrcuma y la rúcula y el apetitoso amargor de la achicoria.
Os aseguro que ha sido un verdadero manjar de dioses, un coctail de vitaminas, minerales y antioxidantes, una deliciosa cena sencilla y sana con el sabor, el color y el aroma de la cúrcuma y la rúcula y el apetitoso amargor de la achicoria.
Y si queréis saber algo más sobre la planta de la Cúrcuma con sus bellísimas flores, aquí os dejo este enlace---> Curcuma longa, el alma del Curry
Tiene que estar riquísimo. Un beso.
ResponderEliminarLo está, Teresa. Un abrazo.
Eliminar¡Vaya guiso más rico y vitamínico!
ResponderEliminarMe encanta la receta y como has explicado el mundillo de ese mercado.
Un beso.
Muchas gracias, Montse.
EliminarUn abrazo.
Con lo más sencillo y natural y unas buenas dotes para la cocina se puede disfrutar de manjares exquisitos sin necesidad de hacer malabares gastronómicos y, además, aportandoal organisnmo una generosa dosis de buenos nutrientes.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Pini. Efectivamente, la sencillez es siempre la mejor receta.
EliminarUn abrazo.