domingo, 12 de diciembre de 2010

Dryopteris pallida subsp. balearica, endémica de Mallorca

En territorio español viven tres Dryopteris endémicas: el helecho macho asturiano, Dryopteris corleyi, endémico de Asturias y Cantabria, el helecho macho canario, Dryopteris oligodonta, endémico de las islas afortunadas más occidentales y por último la Dryopteris pallida subsp. balearica, hermana mallorquina y enana de la Dryopteris pallida subsp. palllida, que vive en el Mediterráneo occidental.

Grupo de Dryopteris pallida subsp. balearica en una grieta de rocas calizas muy sombría y fresca orientada hacia el norte a pocos metros del mar. Comparte el hábitat con otro endemismo balear, la Sibthorpia africana, una scrophulariácea que crece como una alfombra de pequeñas hojas redondeadas cubiertas de pelos. Fotografía tomada en marzo en el Puig Fumat de la península de Formentor. (Doble click encima de la foto para ampliarla)

La historia de la aparición de este helecho sobre la Tierra tiene una estrecha relación con el Mioceno tardío. Al igual que el Arum pictum y la Paeonia cambessedesii este helecho enano de la família de las Aspidiaceae también procede del continente europeo. Antes de colonizar las montañas baleares en Europa vivía la Dryopteris pallida subsp. pallida, un helecho robusto de grandes frondes que se había hibridado con la Dryopteris oreades y había dado lugar a un híbrido alotetraploide, la Dryopteris tyrrhena.

Cuando el Mediterráneo se secó durante el Período Messiniense del Mioceno Tardío, las esporas de la Dryopteris pallida subsp. pallida y de su hija híbrida Dryopteris tyrrhena lograron colonizar las entonces montañas de Córcega y Cerdeña y posteriormente la cima fresca y húmeda de las montañas de Mallorca, es decir, la actual Serra de Tramuntana. La Dryopteris pallida subsp. pallida sufrió entonces una mutación enanizante para adaptarse mejor al clima reseco y caluroso de Mallorca y dió lugar a la mallorquina Dryopteris pallida subsp. balearica, mientras que la Dryopteris tyrrhena prosiguió en su expansión hacia el Macizo Bético-Rifeño y llegó hasta la actual Sierra Nevada granadina, única localidad de este helecho híbrido en la Península Ibérica.

Hojas velludas de Sibthorpia africana. Vive en lugares sombríos, húmedos y frescos orientados hacia el norte.

Mismo grupo de Dryopteris pallida subsp. balearica un año después en Julio. Es muy curiosa la tendencia del ápice de las frondes a inclinarse hacia un lado. Llama la atención la ausencia de la Sibthorpia africana, cuyos tallos se secan en verano, rebrotando de nuevo con las primeras lluvias del otoño.

Ejemplar solitario creciendo en una grieta rocosa en el Plà de Cúber de la Serra de Tramuntana. Un año después había desaparecido por la depredación de las cabras asilvestradas, que se han convertido en una plaga muy destructiva para los endemismos de Mallorca. Su control hasta límites soportables se ve bloqueado por los intereses cinegéticos, que mueven grandes sumas de dinero.

Pequeña Dryopteris pallida subsp. balearica creciendo entre las piedras de una pared de bancal en el Barranc de Biniaraix. Su pequeño tamaño es debido al contínuo ramoneo de cabras y ovejas, que cada año se comen sus frondes más expuestas, debilitándola y obligándola a rebrotar en verano, cuando cesan las lluvias y el sustrato sobre el que crece se seca totalmente durante cuatro largos meses.

Típica fronde de Dryopteris pallida subsp. balearica de no más de 25 cms de longitud, con el pecíolo igual o mayor que la lámina, la cual tiene una forma claramente triangular deltoidea y un vivo color verde claro. 

Soros maduros con su típica forma reniforme, propia de los helechos del género Dryopteris. Foto hecha en Julio en plena dispersión de las esporas. (Doble click encima de la foto para ampliarla)

Detalle de los soros maduros con el indusio reniforme levantado, dejando ver los esporangios como bolitas marrones a punto de desplegarse para dispersar las esporas.

Bellísimo esporangio de Dryopteris pallida subsp. balearica con su anillo de células rojas y amarillas y su bolsa transparente desgarrada y vacía tras la dispersión de las esporas.

Y por último las esporas con su perisporio y su bello color marrón-tierra, fotografiadas muy frescas y bien hidratadas. Una vez dispersadas se dehidratan parcialmente y disminuyen un poco de tamaño. Si se siembran en un medio adecuado, germinan con facilidad.

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