La naturaleza es obstinada, tiene muchos recursos y es sorprendentemente sabia. Las especies, para no extinguirse, mutan, se hibridan, se adaptan a nuestras agresiones, hibernan, estivan, las mejores y las más fuertes sobreviven. No todo está perdido.
Hace unos meses acabé de escribir el relato novelado sobre la azarosa vida de La morisca andalusí. En él describí un delicioso plato medieval prácticamente vegetariano llamado Cogollos de hinojo a la granadina, cuyos ingredientes se adaptaban a los alimentos que había en Europa hace 500 años. Todavía no habían llegado las numerosas frutas, hortalizas y cereales de la recién descubierta América (patatas, tomates, pimientos, calabazas, frijoles, maiz, cacao, mandioca, piña tropical, aguacates, chirimoyas, guayabas, zapotes, lúcumos, papayas, maracuyás, alquejenjes, grumichamas, feijoas, tomates de árbol, etc).
Hoy he querido demostrarme a mi mismo que este plato morisco no es una fábula sino que se puede preparar con relativa facilidad. Os aseguro que me ha sabido a gloria. Es un guiso para chuparse los dedos. Las proporciones de los ingredientes pueden variar según el gusto del cocinero o los comensales.
Ingredientes para cuatro personas
-4 cogollos grandes de hinojo.
-100 gramos de avellanas tostadas.
-3 ajos pelados.
-12 granos de pimienta negra.
-1 cucharadita de semillas de comino.
-1 ramita o una cucharadita de canela en polvo.
-El zumo de dos limones.
-El zumo colado de dos granadas.
-1 cucharada de miel de azahar.
-3 hojas frescas de laurel. -4 huevos hervidos.
-Aceite de oliva.
-Agua.
-Sal.
Se
limpian bien los cogollos de restos de tierra, se echan en una olla con
agua y sal y se hierven hasta que estén tiernos. Se sacan del agua, se
escurren y se cortan a rodajas. Se echan en una sartén con aceite de
oliva y se saltean hasta quedar ligeramente tostados. Se sacan y se
reservan.
En
un mortero grande se pican finamente tres ajos, 100 gramos de avellanas
tostadas, una docena de granos de pimienta negra y una cucharadita de
semillas de comino. Una vez picado se le añade el zumo de dos
limones, una cucharada de miel de azahar, el zumo colado de dos granadas
bien maduras, una cucharadita de canela en polvo y sal al gusto. Si no se dispone de canela en polvo se puede picar una ramita junto con los demás ingredientes. Se
mezcla todo y se deja reposar unos minutos. En
una cazuela grande de boca ancha se echan seis cucharadas del aceite de
saltear el hinojo, tres hojas frescas de laurel y la picada de ajos y
avellanas. Se remueve sin parar para que no se queme ni se pegue y
cuando ha adquirido el aspecto de una crema suave y brillante se echan
encima las rodajas de hinojo previamente salteadas y se mezclan bien con
la salsa removiendo con un cucharón de madera durante unos minutos.
Se
retira la cazuela del fuego, se prueba si está bien de sal, se le
añaden por encima los huevos hervidos partidos por la mitad, se deja
reposar todo un par de minutos y se sirve.
De este fantástico árbol asiático, que sobrevivió misteriosamente a la letal radiación de las bombas atómicas que asolaron Hiroshima y Nagasaki, se ha hablado largo y tendido en libros e internet. No quiero repetir sus virtudes ya conocidas, sólo compartir con vosotros una curiosidad en las semillas de esta maravilla de la naturaleza.
Mi joven Ginkgo biloba con sus llamativas hojas amarillas preparándose para la hibernación en diciembre. Recomiendo ampliar las fotos con un doble click.
Como ya todo el mundo sabe, el ginkgo es dioico, tiene pies masculinos y pies femeninos. En parques y jardines se suelen plantar ejemplares masculinos, pues los femeninos producen unos frutos cuya pulpa emite un olor nauseabundo cuando está bien madura por su riqueza en ácido butírico.
Brotación primaveral en mayo.
La inmensa mayoría de árboles dioicos producen semillas cuyo sexo no se puede saber hasta que los árboles surgidos de ellas han crecido lo suficiente para florecer. El Ginkgo biloba es una excepción. Sus semillas tienen formas diferentes según el sexo del embrión que contienen.
Frutos de Ginkgo día 30 de julio.
Primeros frutos de mi ginkgo hembra recién caídos día 15 de octubre de 2023. Ha tardado 32 años en fructificar por primera vez.
Frutos maduros recogidos del suelo debajo de la madre de mis dos ginkgos en noviembre de 2006.
Aquí podéis ver claramente la diferencia que permite distinguir las semillas del que será un árbol femenino (arriba) y un árbol masculino (abajo). La cáscara de las semillas femeninas tiene sólo dos valvas, mientras que la de las semillas masculinas tiene tres.
Semilla femenina bivalva a la izquierda y semilla masculina trivalva a la derecha.
De esta manera tan sencilla se puede conocer el sexo de los futuros árboles sin tener que esperar entre 20 y 30 años a que den las primeras flores. Otro detalle curioso de este árbol que lleva 270 millones de años sobre la Tierra es la exagerada desproporción entre las semillas femeninas con aproximadamente el 95%-98% y las masculinas que representan sólo entre el 2% y el 5% del total. La naturaleza es muy sabia y sabe que el polen de las flores de un sólo macho es suficiente para polinizar las flores de un centenar de hembras. Para perpetuar la especie, pues, resulta mucho más inteligente y económico gastar energía produciendo semillas femeninas.
Hola amigos, me imagino que os habrá sorprendido el título que le he dado a la entrada. Tranquilos, ahora os lo explico.
Solanum linnaeanum
Estos tomatillos o manzanitas del diablo son los frutos de una solanácea sudafricana invasora que lleva varios siglos perfectamente naturalizada por toda la cuenca mediterránea. En Mallorca los llamamos "METZINES" del verbo catalán "emmetzinar" = envenenar, porque antiguamente se utilizaban mezclados con la comida para matar a las personas no deseadas o como venganza al más puro estilo siciliano (vendetta).
Era típica laCOCA de METZINES (una "coca" es el equivalente mallorquín de las pizzas italianas). La cocinera preparaba una deliciosa "coca de trempó" = ensalada mallorquina a base de tomates, pimientos verdes, cebolla, ajos, todo cortado en trozos pequeños y aliñado con sal y aceite, que se podía comer tal cual o se podía poner sobre una masa hecha con harina, levadura natural, manteca de cerdo o aceite y sal, bien aplanada en forma redondeada o cuadrada con el borde un poco elevado para que los jugos del "trempó" no se saliesen de la coca durante la cocción.
Lo que la hacía venenosa era la media docena de tomatitos del diablo (metzines) que la cocinera mezclaba con el "trempó" bien troceados y bien disimulados con los demás ingredientes. Una vez horneada la coca, era muy dificil distinguir los trocitos de metzines pues saben a tomate y la víctima no notaba nada raro en el sabor.
Al poco rato de comerse la coca empezaba a sentir dificultades severas para respirar, violentos espasmos abdominales, vómitos terribles y diarrea intensa que iban en aumento, llegando a vomitar y defecar sangre.
Si había comido muchas "metzines" y/o era una persona debil, podía incluso morir por hepatitis tóxica, edema pulmonar y parada cardiorespiratoria
Era una venganza al más puro estilo mafioso o bien un intento de asesinato de una esposa harta de su marido. El que muriera o no la víctima dependía de la cantidad de tomatillos que ingería y de su fortaleza física.
Al igual que la gran mayoría de higueras mediterráneas que son casi
todas hembras partenocárpicas, capaces de madurar los higos sin
necesidad de ser fecundadas, nuestros caquis son también todos hembras
partenocárpicas, maduran sus frutos sin ser polinizadas y éstos no tienen por
tanto ninguna semilla o, mejor dicho, no deberían tenerla.
Los caquis, Diospyros kaki, son originarios de China y desde hace
muchos siglos se cultivan en el Japón. De allí fueron llevados al Mediterráneo donde encontraron un clima ideal similar al de su origen. Actualmente
se cultivan en todas las regiones del mundo con un clima
mediterráneo. Salvo alguna excepción, todas las especies del género Diospyros son dioicas, con árboles machos y árboles hembras. Pertenecen a la familia de las
Ebenaceae.
Y os preguntaréis ¿porqué a veces los caquis tienen semillas si en teoría no hay ningún macho asiático en todo el Mediterráneo? La respuesta es muy sencilla. El secreto está en el pie o patrón sobre el que están injertadas la mayoría de hembras cultivadas, el Diospyrus lotus, un árbol que vive de manera natural desde Europa hasta Asia y puede alcanzar una altura de 30 metros. Sus frutos son muy pequeños, no suelen superar los 2 o 3 centímetros de diámetro y bien maduros son muy dulces. En la antigua Grecia era muy apreciado como árbol frutal mucho antes de la llegada de los caquis asiáticos. Los frutos se comían tanto frescos como desecados como si fueran uvas pasas, ciruelas pasas u orejones de albaricoque. Precisamente el nombre del género Diospyros procede de la unión de dos palabras griegas: Dios y Pyros, que traducido significa Trigo de Zeus.
Diospyros lotus hembra asilvestrado, nacido de una semilla en la falda de una montaña de la Sierra de Tramontana de Mallorca.
Frutos diminutos y muy numerosos del Dyospyros lotus
anterior. Suelen tener muchas semillas y deben estar bien maduros para ser comestibles, ya que de lo contrario son muy astringentes por la gran cantidad de taninos que contienen.
Y surge una nueva pregunta. ¿Cómo ha conseguido asilvestrarse en Mallorca esta especie alóctona? De nuevo la respuesta es muy sencilla. El Diospyros lotus tiene una fuerte tendencia a echar hijuelos de raíz a veces a mucha distancia del árbol original. En
teoría el árbol que venden en los viveros es un caqui asiático de la especie Diospyros kaki, pero sus raíces son de Diospyros lotus, muy utilizado como patrón por su gran rusticidad y resistencia a la sequía y a todo tipo de suelos, de manera que prácticamente el 100% de los caquis que se venden en los viveros están injertados sobre Diospyros lotus.
Tarde o temprano, sobre todo cuando el injerto de caqui va envejeciendo y empieza a perder fuerza, las raíces del patrón echan muchos hijuelos y si no son arrancados crecen muy deprisa y en pocos años se convierten en árboles, todos ellos hermanos clónicos unidos por sus raíces al clon-madre original, es decir, que en realidad son un mismo individuo. Puesto que los viveristas consiguen los patrones de Diospyros lotus sembrando semillas, de ellas nacen árboles macho y árboles hembra que son injertados con una púa o yema de caqui hembra mucho antes de conocer su sexo.
Así pues los patrones de nuestros caquis pueden ser machos y hembras y sus hijuelos de raíz lógicamente también. Si aquí y allá un caqui abandonado en una finca de frutales o en un huerto acaba echando hijuelos y éstos llegan a florecer y a dar frutos, los pájaros se los comen como si de un bombón se tratase y dispersan luego las semillas lejos de su madre. Alguna logra germinar si cae en un lugar propicio y de ella nace un caqui asilvestrado, que en el caso de ser macho producirá flores con polen que fecundará las flores femeninas de un caqui cultivado partenocárpico. Ésta es pues la explicación de las semillas que tienen a veces nuestros caquis.
Aquí podemos ver la jugosa y apetitosa pulpa de un caqui en la que se puede distinguir por transparencia un hueso en la mitad superior. Si ampliáis la foto con un doble click lo veréis mejor. Este hueso es un hibrido entre Diospyros lotus y Diospyros kaki. Antiguamente los campesinos sembraban estos huesos y llamaban caquis bordes a los árboles híbridos que de ellos salían. Si nacía un macho lo injertaban de caqui hembra partenocárpica y si nacía una hembra la dejaban sin injertar, puesto que sus pequeños frutos eran deliciosos bien maduros.
Otro caqui con tres semillas. El caqui que da estos frutos tan jugosos ha echado varios hijuelos a tres metros del tronco que tienen las hojas típicas del Diospyros lotus, muy diferentes a las del Diospyros kaki que tiene injertado encima. Esta próxima primavera quiero probar de injertar uno de estos hijuelos con una estaca o una yema de Diospyros digyna, un extraño caqui originario de México que los nativos llaman Zapote negro por sus frutos de pulpa negra como el chocolate.
Siempre me acordaré de un caqui borde que mi abuelo paterno había sembrado de un hueso junto a un pozo de una finca cercana a la aldea de Randa en el centro de Mallorca. Producía unos caquis pequeñitos de pulpa compacta extraordinariamente dulce y aromática, sobre todo la parte más oscura que rodeaba las semillas que era la mejor. Su pulpa era tan consistente que los caquis caían al suelo cuando estaban maduros y no se chafaban. En otoño yo disfrutaba yendo con mi abuelo a cosechar los frutos del caqui borde, montados los dos en el carrito tirado por Margarita, una pequeña burrita muy peluda de raza mallorquina. Producía tantos caquis que yo me daba un atracón y luego ayudaba a mi abuelo a llenar una gran cesta de mimbre con los que quedaban para llevarlos a casa. Incluso le daba media docena a Margarita directamente en la boca como si fueran caramelos. Tanto a ella como a mí nos gustaban mucho. Un invierno llovió torrencialmente, se formó una gran balsa de agua estancada y el caqui borde se murió con las raíces podridas.
Semillas híbridas de caqui extraidas de un caqui cultivado.
Flores masculinas de un Diospyros lotus
asilvestrado que conseguí a partir de un hijuelo de raiz cogido en la montaña. Lo tengo sembrado en mi jardín y el polen de sus flores poliniza mis tres Diospyros kaki hembras. Del mismo modo que los higos son mucho más dulces y aromáticos si son polinizados, los caquis fecundados por el polen del Diospyros lotus son mucho más sabrosos y cuantas más semillas tienen mejor. La pulpa que rodea las semillas es extraordinariamente rica en azúcares.
Flor femenina de caqui partenocárpico.
En otoño y principios de invierno, cuando la fruta escasea, tanto los caquis de los árboles cultivados como de los asilvestrados son una valiosa fuente de alimento para las aves. En la imagen tomada a principios de octubre se ve un caqui picoteado por petirrojos, mirlos y mosquiteros comunes.
Video muy interesante en Youtube, donde se ven caquis silvestres cargados de frutos en un bosque de China, recolectados por una muchacha, pelados y secados, y finalmente guardados para que sirvan de alimento en el gélido invierno---> https://www.youtube.com/watch?v=QHTnuI9IKBA
Éstas son las galletas saladas típicas de Mallorca, tal como las ha elaborado siempre mi madre que ayer cumplió 85 años.
En Mallorca las llamamos Galletes d'Inca, Galletes d'oli, Galletes fortes o Galletes marineres y son una verdadera delicia, sobre todo calentitas recién sacadas del horno. Sus ingredientes son muy sencillos, sanos y baratos y su elaboración muy fácil.
Ingredientes:
Un vaso de agua tibia y un vaso de aceite de oliva, exactamente la misma cantidad de ambos líquidos, levadura natural de pan, sal al gusto y la harina de trigo que se beba. Se pueden hacer sin sal para las personas hipertensas. También se puede poner más agua y menos aceite a gusto del consumidor. Éstos son los auténticos ingredientes tradicionales.
En algunas marcas comerciales, para abaratar costes de producción, se sustituye parte o la totalidad del aceite de oliva por manteca de cerdo, aceite vegetal (el cancerígeno aceite de palma rico en las nocivas grasas saturadas o bien aceite de girasol, de colza o de soja), grasas hidrogenadas o margarina vegetal, lo cual convierte las galletas en insalubres por su alto contenido en colesterol, por el potencial cancerígeno del aceite de palma o por la procedencia poco clara de los aceites utilizados.
Las llamadas grasas hidrogenadas son literalmente colesterol químico procedente del petróleo, mucho más pernicioso para la salud que la manteca de cerdo. La margarina vegetal se elabora solidificando aceite de palma, de soja, de colza o de girasol añadiéndole un 20% de grasas hidrogenadas procedentes del petróleo, es decir, que sería mucho más sano que hicieran las galletas directamente con mantequilla de leche de vaca. Cuando compréis galletas de Inca os recomiendo que leáis los componentes, para que no os den gato por liebre.
Otro detalle que me parece importante reseñar es que la mayoría de marcas comerciales de galletas de Inca utilizan el conservante E-320, Butilhidroxianisol (BHA), un derivado del petroleo con actividad hormonal (disruptor hormonal) que resulta ser altamente peligroso para la salud con efectos nocivos sobre la reproducción y claramente cancerígeno en ratas, prohibido en los países "civilizados" para la alimentación de niños y embarazadas. Encontraréis mucha información al respecto en internet.
Yo he utilizado levadura natural desecada, pero si se tiene levadura fresca es mucho mejor. La harina debe ser la misma que se utiliza para hacer pan.
Para empezar he diluido media bolsita de levadura desecada en medio vaso de agua tibia, a la que he añadido una pizca de azúcar y un poco de harina para activar la levadura, dejándolo reposar unos minutos. En un lebrillo he echado medio vaso de aceite de oliva de buena calidad, el medio vaso de agua tibia con la levadura y un poco de sal y he ido añadiendo harina de trigo hasta que la masa resultante se ha despegado de mis manos y de las paredes del lebrillo, amasándola un rato y formando luego una bola que he dejado reposar unos minutos.
Cuando la masa ha empezado a hincharse por la acción de la levadura, la he aplanado con un rodillo y he ido recortando las galletas con la ayuda de un vaso de boca estrecha.
Con la ayuda de un pequeño tenedor he pinchado el centro de cada galleta.
Así más o menos debe quedar la galleta una vez hecha.
Dependiendo del gusto de cada cual se pueden meter inmediatamente en el horno para que queden más compactas o se pueden dejar fermentar en un lugar caliente para que se hinchen, de manera que queden como un pequeño bollo con el centro hundido.
Tras la cocción se pueden dejar enfriar en el horno apagado para que pierdan agua y queden crujientes.
Con un cuchillo se parten fácilmente por la mitad como si fuera un panecillo para hamburguesa.
Una vez partidas quedan como se ve en la foto.
Son ideales para preparar pequeños bocaditos de lo que se quiera: foiegras, queso, atún, anchoas, sobrasada, mermelada, leche condensada, nocilla, tomate, unas alcaparras con pimentón dulce y aceite, pasta de aceitunas negras o simplemente aliñadas con un chorreón de aceite de oliva virgen extra. Se preparen como se preparen están deliciosas.
Una cena para chuparse los dedos y rebañar pan a gusto.
Esta noche se me ha ocurrido preparar una cena ligerita y muy sabrosa. He apretado con los dedos uno de los aguacates que cogí el otro día en mi jardín para saber si ya estaba maduro, lo he notado blandito pero todavía consistente y me he dicho: "¡Uhmmm, a éste me lo como en guacamole!"
Ingredientes para dos personas:
Dos aguacates de unos 200 gramos cada uno.
Un tomate mediano.
Un pimiento verde mediano o dos si son pequeños.
2 ó 3 cebolletas.
3 ó 4 ajos (a gusto de los comensales).
Una cucharada sopera de alcaparras.
Un chorro de vinagre de Módena.
Una cucharadita de postre de pimentón dulce.
Un chorreón de aceite de oliva.
Sal.
Vinagre de Módena
Pimentón dulce mallorquín de excelente calidad
La preparación es muy sencilla. Se pelan los aguacates, se les retira el hueso y se chafa la pulpa en un plato grande con la ayuda de un tenedor hasta obtener una crema suave con algún grumo. Se pela el tomate, se quita el rabo y las semillas al pimiento, se limpian las cebolletas, se pelan los ajos, se corta todo a trocitos pequeños y se añade a la crema de aguacate. Se le echa una cucharada de alcaparras, una cucharadita de pimentón dulce, un chorro de vinagre de Módena, un chorreón de aceite de oliva y sal al gusto. Se mezcla todo, se prueba y se rectifica de sal si hace falta.
Y aquí tenéis el Guacamole de Ultramar. Lo he acompañado con unos fantásticos mejillones en salsa gallega, que combinan a la perfección con este plato improvisado que me ha sabido a gloria, tanto que he rebañado el plato con pan hasta dejarlo bien limpio. Lo he llamado Guacamole de Ultramar por estar elaborado con una combinación de productos de los dos lados del Océano Atlántico.
En Madina Mayurqa, la actual Palma de Mallorca, los cascos de los caballos de los soldados del rey Jaume I de Aragón resbalaban por las calles de la ciudad con la sangre derramada por los miles de moros mallorquines asesinados salvajemente, exterminados sin piedad, en un infame acto de piratería disfrazado de reconquista con el estandarte de la cruz cristiana como bandera. Conociendo la historia debería avergonzarme, como la inmensa mayoría de mallorquines, de ser descendiente de los genocidas y al mismo tiempo enorgullecerme de llevar mezcladas en mis venas algunas gotas de sangre musulmana, sólo unas pocas, las suficientes para sentir un escalofrío cuando el arqueólogo Jaume Deyà Miró nos relató con todo lujo de detalles la verdad histórica de la conquista de Mallorca.
Visión panorámica del altiplano de Almallutx sumergido bajo las aguas del embalse del Gorg Blau.
(Recomiendo ampliar las fotos con un doble click)
Altiplano de Almallutx visto desde otro ángulo.
Lado derecho de la imagen anterior.
Lado izquierdo.
Otra imagen del Yacimiento de Almallutx.
Por primera vez en ocho siglos los espíritus de los miles de asesinados, que moran para siempre en el altiplano donde reposan sus huesos, han podido escuchar por boca de Jaume, como si de un vehemente abogado defensor se tratase, el relato de las atrocidades cometidas por un monarca pirata, innoble, ruín e indigno, que negociaba rendiciones a cambio de perdonar la vida y luego masacraba cobardemente a traición a los indefensos rendidos, faltando sin ningún rubor a su sagrada palabra de rey.
Los visitantes del yacimiento arqueológico de Almallutx guardábamos un silencio sepulcral, mientras escuchábamos atónitos las contundentes palabras del joven arqueólogo que retumbaban en aquel valle bellísimo, rodeado como el regazo de una madre por las amorosas y verdigrises laderas de las montañas de Tramontana, testigos mudos de aquella infamia.
Caminando sobre los fémures, las tíbias, los húmeros, las falanges, las mandíbulas, las costillas, los dientes desperdigados, las vértebras descoyuntadas, los cráneos hechos añicos, las vasijas fragmentadas, la mezquita donde rezaban a su dios Alá y los hogares derrumbados con los techos carbonizados de aquellos mallorquines, casi se podían escuchar sus escalofriantes alaridos de dolor y pánico, mientras eran desmembrados, eviscerados, degollados, decapitados, descuartizados a golpes de espada, ensartados por las lanzas y quemados vivos por unos extranjeros venidos de allende los mares, enfermos de fanatismo y codicia.
Jaume Deyà mostrándonos los restos de la pared de una casa musulmana.
Dos grandes piedras señalando la entrada de la vivienda anterior.
Mientras estaba redactando esta entrada me he visto obligado a prescindir de fotos bellísimas del yacimiento y su entorno paradisíaco para evitar dar pistas a desaprensivos saqueadores de restos arqueológicos, que esquilmarían las piezas de más valor para venderlas en el mercado negro a traficantes sin escrúpulos.
Para la historia de Mallorca y de España en general este yacimiento de Almallutx tiene una importancia extraordinaria. Las Islas Baleares, junto con Andalucía, el Algarve portugués, Extremadura, Castilla-La Mancha, el sur de Aragón, sur de Cataluña, Murcia y Valencia, pertenecieron durante 600 años a la vasta región musulmana de Al-Ándalus bajo la autoridad del poderoso Califato de Córdoba hasta el año 1031. Como en el resto del Al-Ándalus los isleños baleares hablaban en el mismo idioma andalusí que los peninsulares.
Los poderes públicos encargados de su preservación deberían protegerlo del saqueo con leyes y sanciones contundentes, así como aportar financiación a través del Ministerio de Cultura y la Consellería de Cultura y Patrimonio, facilitando el trabajo de estos dos jóvenes y entusiastas arqueólogos evitándoles las numerosas y a veces absurdas normativas.
Entrada de otra casa que fue incendiada por los asaltantes. Se aprecian restos de ceniza de la puerta carbonizada.
Como pruebas incuestionables de la masacre estas cenizas se han conservado intactas durante 800 años.
Detalle de la ceniza.
Fragmento de una vasija que formó parte de los enseres domésticos de la casa incendiada.
Otros dos fragmentos de cerámica. En el de la derecha se aprecia la impronta oscura del incendio.
Como si de un descanso de tanta atrocidad se tratase, durante el paseo nuestro guía Jaume nos ha mostrado esta pequeña cueva donde hace 3.000 años se cobijaban los mallorquines prehistóricos de la época talayótica.
Esta mandíbula magníficamente conservada durante tres milenios masticó los frutos de los espinos albares, los endrinos, las encinas, los lentiscos, los pinos carrascos, los tubérculos de los gamones y de las esparragueras, las hierbas y tal vez también la carne de los últimos antílopes enanos Myotragus balearicus.
Molar de un mallorquín talayótico.
Mismo molar anterior.
El durísimo esmalte se conserva casi intacto después de tres milenios.
Detalle del esmalte anterior muy gastado por la masticación de la correosa vegetación de las montañas de la Serra de Tramontana.
Interior de un hueso prehistórico que hace tres milenios formó parte del antebrazo de un humano talayótico.
Parte externa del hueso anterior.
Aquí y allá se pueden encontrar fragmentos de Ammonites, un molusco cefalópodo extinto que habitó las aguas del Océano de Tetis hace 400 millones de años durante el Devónico. Siguió viviendo en el más reducido Mar de Tetis y posteriormente en el primitivo Mar Mediterráneo y acabó extinguiéndose hace 65 millones de años a finales del período Cretácico. La presencia de este fósil marino nos indica que un dia las altas montañas mallorquinas estuvieron bajo las aguas del mar.
Siguiendo el trayecto de la visita Jaume nos mostró estas grandes piedras que señalan la existencia de una vivienda musulmana.
Y por fin llegamos a la perla del yacimiento, la mezquita. El día anterior los dos arqueólogos que descubrieron el Yacimiento Arqueológico Musulmán de Almallutx, Pablo Galera y Jaume Deyà, habían participado en una conferencia sobre arqueología en la ciudad de Murcia, donde presentaron los hallazgos de la excavación. Los científicos murcianos quedaron impresionados con lo que los dos jóvenes arqueólogos les mostraban. La riqueza arqueológica de Almallutx se les antojó extraordinaria. Jaume nos lo explicó rebosante de orgullo y satisfacción y nos hizo partícipes de una gran noticia: lo que ellos creían una casa muy grande fue identificada por los arqueólogos murcianos como una mezquita. La larga y recta pared de la imagen era la cara sur del templo musulmán.
Otra imagen de la mezquita.
Jaume disfrutó explicándonos todo lo relacionado con la mezquita de Almallutx.
Restos de cerámica cerca de la mezquita.
Dos fragmentos de cerámica que formaban parte del asa de una vasija. La mano es de Toni de Cúber que en los años 1960-1970 excavó junto a Toni Galiona el yacimiento talayótico de Almallutx.
Resulta impactante caminar pisoteando huesos humanos, como los que se ven en esta imagen.
Y esta es la segunda perla del yacimiento, una casa musulmana muy bien conservada con la excavación ya prácticamente terminada. La entrada de la vivienda estaba más profunda que el piso para evitar que se inundase en caso de lluvia copiosa. La piedra horizontal hacía de escalón.
Jaume nos explicó este detalle.
En esta imagen nos mostró los restos de la techumbre quemada de la casa, que fue incendiada por los asaltantes como todas las del yacimiento. La pared que se ve encima es un muro de bancal de época moderna.
Imagen más cercana de la casa.
Detalle de los restos del incendio. Según nos explicó el joven arqueólogo las cenizas más negras corresponden a la techumbre de ramas y carrizo y las cenizas anaranjadas son la cubierta de arcilla que impermeabilizaba el techo de carrizo.
Otro detalle de las cenizas.
En este momento de la visita guiada fue cuando Jaume nos relató la verdadera historia de la conquista de Mallorca.
En el otro extremo de la casa hay este espacio sobreelevado con dos hoyos. Los arqueólogos todavía están estudiando su significado.
Fragmentos de cerámica de diferentes colores hallados cerca de la casa.
El bellísimo esmalte verde está muy bien conservado.
Fragmento de tinaja con su típica decoración musulmana.
Fragmentos de una vasija completa.
Piedra de la entrada de una casa con dos agujeros que servirían para sostener la puerta.
Detalle de los agujeros anteriores.
Cerca de la mezquita estaba el cementerio del poblado musulmán. Todos los difuntos eran enterrados sobre el costado derecho con la cabeza hacia el sur, los pies hacia el norte y la cara mirando hacia levante, hacia la Meca.
Detalle de los huesos anteriores.
Mandíbula de la calavera anterior.
Jaume nos mostró con la brújula la orientación hacia la Meca de todos los enterramientos.
Fémur de otra calavera enterrada en el cementerio.
Cadáver de un bebé de pocos meses de edad. Sólo se ve una parte del cráneo. El resto ha sido cubierto con tierra y piedras por los propios arqueólogos para evitar su deterioro.
Cráneo del bebé anterior parcialmente desenterrado por Jaume.
Fragmentos de huesos y un diente de un mallorquín musulmán.
Molar anterior.
La otra cara del molar anterior.
Fragmento de un hueso de un musulmán mallorquín de 800 años de antigüedad.
Cara interna del hueso anterior.
El valle de Almallutx, situado en la alta montaña, fue el último refugio de los mallorquines que huían de Madina Mayurqa y de las alquerías del resto de la isla, perseguidos a muerte por las huestes catalano-aragonesas. Se calcula que sólo de la ciudad huyeron unas 40.000 personas. Todas ellas, excepto unos pocos miles de niños y niñas que fueron esclavizados, murieron salvajemente masacradas. Los esclavos formaban parte del botín de guerra. Unos fueron vendidos en los puertos cristianos del resto del Mediterráneo y los demás permanecieron en su propia tierra al servicio de los asesinos de sus padres. Bastantes de ellos, sobre todo las niñas, seguramente lograron reproducirse a lo largo de su vida, bien fuera por violación a manos de sus amos o por matrimonio con algún colonizador catalán poco racista. Cuando sea más fácil y barato el estudio del genoma, muchos mallorquines actuales se llevarán una gran sorpresa al descubrir que llevan en su ADN algunos genes de estos niños musulmanes. Espero que no se avergüencen de sus orígenes. Yo me sentiría muy orgulloso.