El Cyclamen balearicum llena de florecillas blancas los bosques y roquedos umbrosos de las Islas Baleares, la província de Gerona y el sur de Francia. Es especialmente abundante en la Serra de Tramuntana de Mallorca donde crece sobre un sustrato calcáreo. Pertenece a la família de las Primulaceae y es el único representante del género Cyclamen en territorio español.
Su distribución actual nos habla claramente de su origen miocénico. Como muchas de las plantas más bonitas de las Islas Baleares, este pequeño cyclamen vino del sur de Europa hace 6 millones de años durante la Gran crisis salina del Messiniense. La desecación del mar Mediterráneo hizo emerger las tierras que separaban las islas mediterráneas de la Península Ibérica, el sur de Francia, la Península Italiana y el norte de África, transformándolas en grandes montañas rodeadas de valles resecos.
Durante el millón de años que duró aquella desecación, muchas especies de plantas europeas y africanas aprovecharon para expandir sus poblaciones en toda aquella vasta región, saltando de montaña en montaña transportadas por las aves, los mamíferos, los riachuelos temporales que se formaban tras alguna copiosa tormenta ocasional y los vientos huracanados que provocaban espantosas tormentas de arena muy salada al levantar el grueso sedimento del antiguo mar de Tetis. Utilizando cualquiera de estos medios, alguna semilla del Cyclamen balearicum europeo consiguió llegar hasta las entonces montañas baleares, encontrando en sus frescas cimas el clima ideal para su colonización.
Al finalizar el millón de años del Período Messiniense el mar Mediterráneo volvió a llenarse de agua y la población del Cyclamen balearicum quedó fragmentada en dos regiones separadas por el mar: una población continental en el sur de Francia y en la província española de Gerona y una población insular en las Islas Baleares.
Típica flor de Cyclamen balearicum con su posición ligeramente inclinada como si fuera una farola. Llama la atención el intenso color morado del pedicelo que sostiene la flor.
La flor es muy fragante y tiene cinco pétalos de un intenso color blanco inmaculado, aunque a veces pueden presentar un ligero tinte rosado e incluso estar recorridos por estrías violáceas. A diferencia de las demás primuláceas, los pétalos de los cyclámenes se dirigen hacia atrás adoptando la forma de un gorro de chef de cocina.
Los órganos reproductores de la flor, es decir, los cinco estambres y el pistilo, se encuentran escondidos dentro del tubo formado por los 5 pétalos soldados en su base. La polinización es mirmecófila, es decir, llevada a cabo por las hormigas, las cuales también son las encargadas de la dispersión de las semillas por mirmecocoria. Existe pues una estrecha simbiosis entre el pequeño Cyclamen balearicum y las hormigas. La flor las atrae con su fragancia y les regala una gotita de néctar a cambio de los granos de polen pegados a su cuerpo procedentes de otra flor. Una vez las semillas han madurado las hormigas las recolectan como alimento, pero ocurre que alguna se pierde camino del hormiguero ( por ejemplo si la hormiga es cazada por algún insecto, araña o lagartija) y logra germinar lejos de su madre. Puede ocurrir también que sean tantas las semillas recolectadas que no lleguen a ser consumidas todas y algunas logren germinar. Otra posible forma de dispersión sería la lluvia torrencial que tras desprender las semillas del fruto maduro las llevaría aguas abajo, quedando retenidas entre las grietas de las rocas calcáreas, como veremos más abajo.
Las hojas del Cyclamen balearicum suelen tener manchas blancas en su cara superior aunque no resulta difícil encontrar alguna planta con las hojas completamente verdes.
Detalle de las hojas anteriores.
En la cara inferior las hojas tienen un llamativo color morado. Este color es una adaptación del Cyclamen balearicum a la escasa luz que llega al sotobosque y a las sombrías grietas rocosas donde crece. Cuando los rayos solares inciden sobre las hojas, penetran en sus tejidos verdes donde están los orgánulos llamados cloroplastos que captan su energía lumínica y realizan la fotosíntesis de los nutrientes que necesita la planta. En las hojas normales los rayos solares que no son captados por los cloroplastos atraviesan las hojas y se pierden. Sin embargo en las hojas del Cyclamen balearicum estos rayos que se iban a perder se encuentran con la capa de células ricas en antocianos morados del envés y son reflejados como si de un espejo se tratase, de manera que pasan nuevamente por los tejidos verdes de la hoja y los cloroplastos los aprovechan para realizar una segunda fotosíntesis. Es una inteligente optimización del proceso.
Curiosa imagen con una hoja adulta a la izquierda junto a numerosas hojas mucho más pequeñas, cada una de las cuales corresponde a un pequeño Cyclamen balearicum recien nacido. Las semillas habrían quedado retenidas en la grieta tras ser arrastradas por la lluvia.
Mismas hojitas anteriores con una forma más redondeada que las adultas. Estos pequeños ejemplares desarrollan un tubérculo subterráneo que va acumulando agua y nutrientes durante varios años. A finales de la primavera las hojas se secan y el Cyclamen balearicum entra en estivación, esperando pacientemente en forma de tubérculo a que lleguen las primeras lluvias del otoño. Entonces despierta de su letargo y brota hojas nuevas y a finales del invierno o principios de la primavera emite un largo pedicelo de hasta 20 centímetros con una única flor en su extremo.
Envés de una de las hojitas anteriores con su típico color morado. Si nos miramos la yema del dedo índice nos haremos una idea de su diminuto tamaño. Aunque uno podría pensar que se trata de una especie enana diferente, la verdad es que són simplemente ejemplares jóvenes en su primer año de vida procedentes de semillas recien germinadas.
Envés de una de las hojitas anteriores con su típico color morado. Si nos miramos la yema del dedo índice nos haremos una idea de su diminuto tamaño. Aunque uno podría pensar que se trata de una especie enana diferente, la verdad es que són simplemente ejemplares jóvenes en su primer año de vida procedentes de semillas recien germinadas.
Magnifico artículo y preciosas fotos.
ResponderEliminarLa naturaleza nos sorprende a cada paso, y este “farolillo” es una belleza.
Sigue compartiendo conocimientos y bellezas.
Gracias por tu aporte, yo vi algo similar con violas..
ResponderEliminarGracias a ti, Vida y Semilla.
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